Lo primero, comentar que, en mi
blog EL ESPECTADOR IMPERTINENTE, hago un análisis estrictamente cinematográfico
de esta misma película (http://cineartemagazine.blogspot.com/2013/09/jobs-o-la-sombra-del-lider-es-alargada.html).
ANÁLISIS DE LA PELÍCULA JOBS
En nuestra anterior entrada (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/09/defensa-de-la-racionalidad-creativa.html),
hablamos del concepto de “racionalidad creativa” y lo consideramos como un
factor clave para salir de la actual situación de crisis que estamos viviendo.
Lejos de ser un término vacío, hoy quisiera demostrarles que hay ejemplos muy
significativos que nos enseñan que el éxito, en muchas ocasiones, está asociado
a la conexión de ideas que, en principio, pueden parecer antitéticas. Como el
pasado viernes 20 de septiembre se estrenó en España Jobs, película que narra la vida del fundador de Apple, hoy vamos a
detenernos en analizar algunos de los puntos más relevantes del film.
La Imagen que se ha impuesto de
Steve Jobs es la de que se trataba de un visionario que supo introducir
innovaciones que han cambiado el panorama tecnológico para siempre: el
ordenador personal (a través de sus modelos Apple I, Apple II, Lisa o Mcintosh),
el iPod, la tienda online iTunes, el
iPhone, el iPad… Siendo ello cierto, no es menos verdad que no es tan conocido que
en la trayectoria de Jobs existe un corte radical a partir del conflicto
surgido en 1985 en el seno de la propia empresa que él fundó.
Tras la fuerte expansión de la
empresa en el período 1976-1981, el proceso se coronó con su salida a Bolsa y
la entrada de accionistas externos. La trayectoria llena de éxitos de Apple
llevó, posiblemente, a que Jobs no fuera consciente de que la compañía ya no
operaba con los mismos condicionantes y parámetros que cuando él la creó en el
garaje de su casa. Ahora, había socios que pedían resultados, ejecutivos que
controlaban cada partida contable y una compleja estructura que no podía ser
gestionada a golpe de genialidad. Para aplacar los ánimos, Jobs fichó a John
Sculley quien era, en ese momento, director ejecutivo de Pepsi-Cola. Posiblemente,
la intención de Jobs no era regirse por los criterios de gestión que Sculley
podía aportar sino, más bien, utilizarlo como fachada para calmar los ánimos de
quienes no compartían sus formas de dirigir la compañía. Así, los gastos de
desarrollo de nuevos modelos continuaron disparados sin que el afán
perfeccionista de Jobs se viera moderado de alguna forma. La historia acabó con
la retirada de cualquier función ejecutiva a Jobs y su salida final de Apple,
la empresa que él mismo había fundado.
Lo verdaderamente peculiar de
esta historia viene después. Tras la salida de Jobs, Apple entró en una
dinámica de lenta decadencia que acabó provocando la salida de Sculley y su
sustitución por Michael Spindler, primero, y por Gil Amelio, después, hasta que
en 1997 se vio en la reincorporación de Jobs como única salida a la casi segura
bancarrota. Y su retorno a la cúpula de la empresa no tuvo nada que ver con su
primera etapa. Esta vez, todo fue distinto. Siendo capaz, como en los años 80,
de continuar encadenando innovaciones que proporcionaron a la marca toda una
legión de fieles incondicionales, al mismo tiempo supo dirigir la empresa con
sólidos criterios de gestión que llevaron a que Apple haya llegado a ser la
firma con mayor capitalización bursátil de la historia (http://vozpopuli.com/empresas/13511-la-capitalizacion-bursatil-de-apple-sigue-imparable-y-supera-ya-el-pib-de-170-paises).
Para entender qué había cambiado
de una época a otra, sería conveniente describir la marcha de una empresa como
el resultado de la interacción de tres fuerzas muy distintas que no siempre operan
coordinadamente:
1.- LA CREATIVIDAD.
2.- LA BUROCRACIA.
3.- EL LIDERAZGO.
La creatividad permite innovar, crear nuevos productos,
descubrir nuevas formas de fabricar, vender y comercializar los productos ya existentes,
encontrar mercados que no habían sido identificados con anterioridad, hallar
nuevos modos de organizarse y actuar… La creatividad es la fuerza esencial para
que una empresa se mantenga viva y logre irse adaptando a las cambiantes
circunstancias del entorno. Sin embargo, la creatividad, por sí misma, no es
capaz de llevar a una empresa a buen puerto. Por su propia condición, la
creatividad nace del caos, de la improvisación, del azar y, por tanto, le
resulta difícil poner orden en todo aquello que genera.
Para que la creatividad quede
encauzada adecuadamente, se necesita de la burocracia.
Se necesita de procedimientos, de métodos, de organización, de criterios de
gestión… El gran problema de la burocracia es su enorme capacidad para
anquilosar cualquier organización, para volverla rígida y poco permeable a los
cambios, para generar una cultura en que prima el estrecho cumplimiento de la
norma (interpretada siempre en sentido restrictivo) antes que la atención a sus
objetivos últimos…
Para conciliar estas dos fuerzas
que tienden a estar en contradicción es fundamental el liderazgo. El liderazgo ha de aportar la visión, la estrategia
y la dirección para dar a cada una de las restantes fuerzas el lugar que tiene
que ocupar en el seno de la empresa. No puede dar un peso excesivo a una de ellas
ni, lo cual es el mayor peligro a evitar, provocar que el propio liderazgo
acabe devorando a la empresa de modo que cualquier paso, trámite o decisión
deba pasar previamente por la dirección o que la misma se acabe aislando de la
realidad y acabe imponiendo criterios caprichosos, arbitrarios o puramente
personales.
El inicio de Apple ejemplifica a
la perfección la importancia de la creatividad para que una empresa consiga el
éxito. Con escasos recursos, la idea central que propició que la marca fuera
adquiriendo renombre y prestigio en el mercado fue la de convertir el ordenador
en una herramienta accesible al usuario doméstico. Este concepto puede parecer
simple hoy en día pero a principios de los ochenta se pensaba que el ámbito de
la informática quedaba reducido al de las grandes empresas y los grandes
usuarios sin que fuera a ser una pieza de importancia en el consumo de los
hogares. Todo ello cambió y fue contra la opinión generalizada del sector por
lo que no cabe pensar que la estrategia de Jobs fuera obvia sino, más bien,
todo lo contrario.
Sin embargo, ese torrente de
creatividad que se convirtió en rasgo identificativo de Apple no fue canalizado
de forma sensata y racional cuando la empresa adquirió mayor volumen y
complejidad. El gasto excesivo de recursos para desarrollar nuevos modelos y
(algo que no aparece en la película pero que tiene gran importancia) la
incompatibilidad entre los distintos modelos que Apple fue introduciendo en el
mercado lastraron la posición de la empresa y forzaron la salida de Jobs.
Pero cuando Jobs se fue, la
capacidad de innovación de Apple quedó fulminada y entró en un proceso de
decadencia del que, obviamente, los burócratas que ocuparon su lugar no fueron
capaces de corregir. Resulta ilustrativo, a este respecto, que, en las dos
ocasiones en que se destituye a un director general en la película, los
miembros del Consejo de Administración dicen exactamente lo mismo: “Y, ahora,
¿qué hacemos?”. La burocracia puede saber cómo hay que hacer las cosas pero no
suele tener tan claro qué cosas son las que hay que hacer.
Cuando Jobs volvió a Apple en
1997 y aprovechando, en gran medida, su experiencia acumulada en la compañía de
animación Pixar y en la de informática Next, supo rectificar los errores de su
primera etapa y, a la vez, sin perder los rasgos de creatividad permanente e
innovación continua, hacer de la empresa un ejemplo de buen gestión. Y, lo que
era aún más difícil, creo que su liderazgo se ejerció dando suficiente aire a
la empresa para que el mismo no la acabara ahogando. Que, tras su retirada como
primer ejecutivo de Apple y su posterior fallecimiento el año 2011, la empresa
haya continuado en primera línea del sector es muestra de que la misma está
impregnada de una cultura corporativa que ya tiene su propia dinámica y que no
depende exclusivamente de la persona que esté al mando.
Hay un segundo aspecto que me
interesaría destacar de la película. Tal como hemos descrito la conjunción de
fuerzas que operan en una empresa, es fácil deducir que es sumamente complejo
el mantener una senda continua de éxito. Igual se consigue el equilibrio entre
las fuerzas en contradicción, incluso por un largo período de tiempo, que se
pierde el mismo por cualquier hecho o circunstancia. De ahí que, para que la iniciativa
empresarial repercuta de modo relevante en el desarrollo económico y social, es
fundamental la existencia de un ENTORNO
idóneo para sacar el máximo partido a todas las ideas y proyectos que se ponen
en marcha. Aunque a fuerza de repetirlo pueda parecer un puro tópico, Silicon
Valley es un buen ejemplo de cómo toda una serie de elementos se conjugan en
una especie de círculo virtuoso para permitir que la tecnología se convierta en
un motor económico esencial. En otros lugares (por ejemplo en España) es
impensable que, cuando la actividad de la empresa se desarrollaba en un garaje,
aparezca un Paul Terrell dispuesto a vender en su tienda un ordenador del que
sólo existía un precario diseño o un Mike Markkula decidido a invertir en la
incipiente compañía. Es ese entorno el que permite que, aunque muchas empresas
puedan caer en el camino, otras muchas puedan tomar su relevo y mantener a
California, en general, y a Silicon Valley, en particular, como un lugar de
referencia tecnológica mundial.
Por esta brillante plasmación de
las fuerzas que operan en cualquier empresa y por la descripción de cómo es un
entorno que favorece la iniciativa empresarial, merece ser vista esta película
por todos aquellos interesados en estos temas y en su análisis para realizar
recomendaciones realizadas con la política económica o la consultoría
empresarial.
Muy buena nota de la película, bien explicado todos los puntos importantes y la forma de ir anidando cada uno de ellos.
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