En las entradas anteriores, hemos
planteado cuatro elementos que son imprescindibles para salir de la crisis
actual, con independencia de que sea necesario implantar medidas adicionales
para mejorar la productividad y eficiencia de nuestra estructura económica:
1.- Necesidad de hacer un profundo ajuste del gasto público,
priorizando con contundencia las áreas de actuación. Para ello, habría que
aplicar, en todas las Administraciones Públicas, la técnica presupuestaria
conocida como PRESUPUESTO BASE CERO, que consiste en determinar con
claridad cuáles son los objetivos para el interés general de cada programa de
gasto público y, en función de dichos objetivos, eliminar los programas que no
tengan objetivos definibles, los programas que se muestren ineficaces para
alcanzar los objetivos fijados y los programas cuyos objetivos no se consideren
prioritarios o relevantes. De este modo, en vez de adoptar reducciones del
gasto indiscriminadas, lineales o de carácter meramente coyuntural, se
centrarían las reducciones en aquellas partidas más ineficaces o de menor
utilidad y se lograría adoptar una estructura de gasto público más racional y
sensata. La reducción del déficit que esta medida implicaría, llevaría aparejada
la liberación de los fondos que, actualmente, están destinados a cubrir dicho
déficit, de modo que podrían ser destinados a financiar al sector privado y sus
operaciones de inversión.
2.- Completar el proceso de saneamiento del sistema financiero.-
A pesar de que el estallido de la crisis financiera tuvo lugar en 2008, a estas
alturas no se ha terminado de abordar todo el saneamiento del sistema
financiero español. Ello obstaculiza el normal desarrollo de los flujos de
crédito y, en consecuencia, el proceso de recuperación económica. Para llevar a
cabo dicho saneamiento, hemos defendido que, aparte de los fondos que
determinadas entidades han podido captar en los mercados para proceder a su
propio saneamiento, es necesario que, desde el Estado, se cree el denominado
“banco malo” que aglutine los activos problemáticos de todo el sistema
financiero que pudieran ser revendidos en la etapa de recuperación económica
(básicamente, activos inmobiliarios). Adicionalmente, habría que cubrir las
pérdidas latentes en todo el sistema financiero y que aún no han sido afloradas.
Las cantidades que hemos calculado que serían necesarias para abordar dicha
actuación serían de 117.089,54 millones de euros para la adquisición de activos
problemáticos con las condiciones antes enunciadas y 141.687 millones de euros
para la recapitalización de las entidades financieras. Simultáneamente, habría
que destituir a los consejos de administración y a las cúpulas directivas de
aquellas entidades financieras cuyo porcentaje de activos problemáticos supere
un determinado nivel que se fije como razonable y habría que adoptar los
mecanismos necesarios para que el sistema financiero no vuelva a generar una
burbuja inmobiliaria tal como ha tenido lugar en el pasado (revisión de los
procedimientos de cálculo de los valores de tasación, penalización de los
préstamos hipotecarios con importe
superior al 80% del valor de tasación o
de duración superior a 25 años, limitación del volumen posible de
titulizaciones a efectuar…).
3.- Ejecutar un plan de choque que ayude a romper el círculo vicioso
que afecta actualmente al sistema económico.- La crisis actual, similar
a la experimentada por Japón desde principios de los 90, genera un círculo
vicioso en la medida en que los agentes económicos deciden no afrontar nuevas
operaciones de inversión, lo que realimenta el estancamiento económico, los
malos resultados empresariales y la debilidad del consumo con la
desincentivación subsiguiente de posibles decisiones de inversión, generando un
bucle sin aparente salida. Se ha defendido, en consecuencia, la aplicación de
estímulos fiscales para romper dicho círculo vicioso. Sin embargo, por un lado,
los niveles de deuda pública acumulada van haciendo cada vez más difícil la
continuidad de los mencionados estímulos y, por otro lado, los mismos no han
dado resultados en la medida en que absorben recursos que podrían ir destinados
a financiar operaciones del sector privado. En consecuencia, la reducción del
déficit público y la eliminación de estímulos que han demostrado ser ineficaces
no tendría que ser forzosamente negativo, ya que dichas medidas liberarían
recursos que podrían destinarse a la financiación de inversiones empresariales,
factor clave para retomar la senda de la recuperación. Para ayudar a paliar el
círculo vicioso antes descrito, habría que aplicar una especie de electroshock que ayudara a estimular
dichas inversiones con medidas de carácter provisional como la bonificación de las cuotas
empresariales de la Seguridad Social en un 100% por un año a las empresas por
la contratación de trabajadores que se hallen en situación de desempleo, bonificación
del 100% por un año en las cuotas de la Seguridad Social para aquellas personas
que decidan darse de alta como autónomos, exención del pago de Impuesto de
Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITPAJD) para la
creación de nuevas sociedades, exención del pago del ITPAJD en aquellas
hipotecas formalizadas con el fin de adquirir naves industriales o bienes de
producción destinados a la instalación de nuevas actividades o a la ampliación
de las ya existentes, exención por 3 años del Impuesto de Actividades
Económicas para todas las nuevas sociedades constituidas, aplazamiento sin
interés del pago del IVA (en el caso de adquisición de viviendas nuevas), o del
ITPAJD (en caso de segunda o posterior transmisión de viviendas) para toda
adquisición de inmuebles destinados a primera residencia… Aunque todas estas
medidas puedan suponer renuncia de ingresos públicos a corto plazo, el éxito de
las mismas supondría una ayuda a la reactivación económica y una recuperación
de dichos ingresos a medio y largo plazo.
4.- Cambio de mentalidad de los agentes económicos.- Hay una
cuestión primordial para salir de la crisis y que no depende de las medidas que
pueda adoptar, o no, el Gobierno: los agentes económicos deben adaptar su
mentalidad y sus pautas de conducta al escenario post-crisis que se está
dibujando. Las empresas españolas tienen un menor potencial exportador que la
media europea, dedican menos recursos a I+D, no aprovechan todos los medios que
están a su disposición, en determinados sectores existe la creencia de que la
construcción va a volver a recuperar el ritmo que alcanzó en la anterior etapa
de expansión, hay una insuficiente reestructuración en la cartera de productos,
hay una insuficiente modificación en los procesos y procedimientos seguidos,
etc. Cuando la crisis remita, el entorno va a ser muy distinto al que las
empresas conocían: la demanda va a ser menos dinámica, va a haber mayor
preocupación la contención de costes y obtener productos al menor precio
posible, existirá aversión al endeudamiento… Para obtener buenos resultados,
las empresas tendrán que adaptarse a dichas circunstancias y tendrán que
afrontar cambios en su cultura corporativa. Debido al gran peso que tienen las
pymes en el tejido productivo español, muchos de estos cambios no podrán ser
afrontados por las empresas, en muchos casos, de forma individual, por lo que
hemos recomendado la creación de consorcios de exportación y comercialización,
la cooperación para el desarrollo de acciones de I+D, la organización de
acciones conjuntas de formación y la creación de centrales de compras… Todo
ello, con el fin de que los bienes y servicios ofertados por las empresas estén
bien posicionados en precios y en eficiencia de costes, lo cual va a ser un
elemento fundamental en el futuro que se avecina.
La acción conjunta de aplicar el
presupuesto base cero junto con el saneamiento de las entidades bancarias generaría
recursos para la financiación de las operaciones de inversión del sector
privado. Dichas operaciones se verían estimuladas por el plan de choque a
aplicar y si las empresas adaptan sus estructuras al nuevo entorno económico,
entonces habrá posibilidades de salir del estancamiento en que estamos
inmersos.
Evidentemente, todo ello no es
fácil. Pero, al menos, serían pasos más ajustados a la realidad que los dados
hasta la fecha.
* * *
Una de las cuestiones que hemos
planteado desde las primeras entradas del blog es que uno de los orígenes de
la crisis radica en las políticas
monetarias expansivas, con bajos tipos de interés, que han promovido los bancos
centrales de los países desarrollados desde finales de la década de los 90.
Hasta ahora, no hemos explicado las causas de este hecho, pero en las próximas
entradas, vamos a exponer qué hay detrás de este comportamiento. Adicionalmente,
este análisis nos va a permitir conocer en mayor profundidad algunas de las claves
del funcionamiento del sistema económico actual, haciendo una parada en esas
presuntas palabras mágicas de la que los políticos siempre hablan: “el cambio
de modelo productivo”. Les aseguro que van a disfrutar mucho con estas entradas
porque vamos a hacer un viaje de cuarenta años del que no saldrán
decepcionados. Todo ello nos llevará hasta finales de octubre.
Las últimas entradas de octubre y
las primeras de noviembre, fechas en que ya estaremos en campaña electoral,
vamos a dedicarlas a cuestiones de economía nacional, analizando los apartados
económicos de los programas electorales de los distintos partidos.
De ahí hasta finales de año,
vamos a abordar temas muy concretos relativos a distintos aspectos de la
economía española: el mercado hipotecario, el sistema eléctrico, la educación,
la I+D…
A partir de entonces, el nuevo
Gobierno habrá empezado a tomar sus primeras medidas y habrá tiempo de
enjuiciarlas y ponerlas en su contexto.
Así, que ya saben: permanezcan
atentos a la pantalla…
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