RÍO ARRIBA (O CUÁL ES EL ORIGEN DE NUESTROS PROBLEMAS): (y III) EL CASO ESPAÑOL.

En las dos entradas anteriores, nos habíamos centrado en las consecuencias, a nivel internacional, de la evolución de la productividad y de la quiebra del patrón monetario  surgido de la II Guerra Mundial. Es el momento de fijarnos qué pasaba en España durante esos años.

En el artículo del profesor José Luis Raymond, incluido en la obra Problemas económicos españoles en la década de los 90 (Galaxia Gutenberg, 1995), y cuyo título era “Convergencia real de España con Europa”, ya constataba que el fenómeno de desaceleración de crecimiento de la productividad que se estaba produciendo a nivel internacional, también tuvo lugar en España.

* En el período 1960-1975, el crecimiento de la productividad se dio a una tasa media anual del 4,9%.

* En el período 1976-1985, dicha tasa fue del 1,9%.

* En el período 1986-1993, finalmente, el nivel alcanzado fue del 1,3%

Las recomendaciones que se derivaban de diversos estudios realizados las resumía el autor afirmando que “globalmente cabría señalar que la convergencia real depende de la potenciación de la inversión en sentido amplio, incluido el capital humano, en un contexto de estabilidad, de apertura económica y de corrección de desequilibrios, lo que exige un mejor funcionamiento de los mercados (laboral y de servicios fundamentalmente). En este sentido, la oferta de ahorro interno debe ser suficiente para financiar de forma sostenida una elevada tasa de inversión, y el déficit público no debe absorber recursos para transferirlos hacia actividades de dudosa eficiencia económica, tales como la subvención permanente, por la vía directa o indirecta, de empresas públicas con perdidas. Posiblemente sean éstos los apoyos más firmes en los que sustentar la andadura de España hacia los niveles de renta comunitarios” (los subrayados son nuestros).

Fijémonos en que todos estos consejos estaban orientados a favorecer mayores crecimientos de la productividad y, en consecuencia (según hemos explicado en las dos anteriores entradas), a estimular aumentos del nivel de vida de la población. Lo que se dice, parece sensato y, por ello, hubiese sido previsible esperar que, en mayor o menor medida, todos estos principios se hubieran tenido en cuenta. Vamos a ir viendo los principales apartados que se mencionan en el párrafo transcrito, porque vamos a comprobar cómo ninguno de los consejos fue tenido en cuenta y, como es lógico, ello tuvo sus consecuencias negativas para el comportamiento de nuestra economía:

1.- Ahorro e inversión.- Durante toda la pasada década, el ahorro nacional estuvo, sistemáticamente, por debajo del nivel de la inversión (teniendo, incluso, una tendencia descendente desde el año 2003), generando una necesidad de financiación crónica:



Fuente: Banco de España.


Para cubrir esta brecha, la única salida es recurrir al endeudamiento progresivo con el exterior. La lógica económica y el puro sentido común dictan que el endeudamiento externo es asumible si, con los fondos obtenidos, se constituyen activos cuyo rendimiento permite la devolución de los préstamos obtenidos. El gran problema que residía en el desfase descrito entre ahorro e inversión es que esta última tenía como destino crecientemente importante el sector inmobiliario, cuyo crecimiento se debía a unos precios inflados por una burbuja generada artificialmente por la política monetaria (lo hemos explicado en http://eldedoeneldato.blogspot.com/2010/12/el-vuelo-de-icaro_22.html).

Por desgracia, la inversión no se canalizó hacia la potenciación de sectores productivos distintos de los tradicionales (construcción, turismo) o en incrementar nuestra presencia global en los mercados exteriores. El fin de la burbuja inmobiliaria supuso la implosión productiva y los problemas para hacer frente a la deuda acumulada.

Para apreciar claramente cómo la inversión en España presentaba un claro diferencial frente a otras economías más dinámicas y que no ayudaba a crear y consolidar sólidas ventajas competitivas, basta con ver la posición comparativa del gasto en I+D en nuestro país. Según datos aportados por el Informe Cotec 2011, frente a un gasto en I+D por habitante de 448,2 $ (en paridad de poder de compra, para homogeneizar cifras) en el año 2008 en España, Estados Unidos tenía 1.306,30, Japón 1.166,30, Alemania 996,70, Corea 903,30, Australia 866,60, Francia 721,30, Canadá 716,80, Reino Unido 653,10, y la media de los 27 países de la UE fue de 653,10…



Fuente: Informe Cotec 2011


Si atendemos al porcentaje de gasto de I+D en relación al PIB, las conclusiones serían similares, estando sólo Italia y Polonia por debajo de nuestras cifras entre los principales países de la UE y de la OCDE. Aunque entre el año 2000 y el año 2008, dicha ratio subió del 0,91 al 1,35%, siguió estando muy por debajo de la cifra alcanzado Japón (3,44%), Corea del Sur (3,36%), Australia (3.06%), Estados Unidos (2,79%), Alemania (2,68%) o Francia (2,11%).


 
Fuente: Informe COTEC 2011


2.- Déficit público.- Merece la pena pararse un momento en este punto. Sobre el déficit público, las opiniones de los economistas se dividen en dos grupos: quienes defienden que el déficit público es negativo en cualquier caso y quienes creen que, en situaciones de recesión, es conveniente que exista un déficit público con el objetivo de estimular la actividad económica y acelerar la llegada de la etapa de recuperación. En España, al igual que ha pasado en muchos países occidentales, se ha producido, durante un largo período, la coincidencia de una fase de expansión económica con una situación de déficit público, circunstancia que no es congruente con los postulados de ninguna teoría económica que podamos poner sobre la mesa. En el siguiente gráfico, se puede apreciar cómo entre 1995 y 2007, aun siendo todos los ejercicios de expansión económica, sólo entre 2005 y 2007 se dio una situación de superávit público:



Fuente: EUROSTAT


Lo más llamativo es que en 2008, cuando la tasa de crecimiento fue sólo del 0.9%, la situación de las finanzas públicas experimentó un espectacular desplome, pasando de una situación de superávit del 1,9% del PIB a otra de un déficit del 4,5%. Ello se debió a dos motivos: en primer lugar, la fuerte dependencia de los ingresos públicos del sector inmobiliario, de forma que cuando el mismo frenó su crecimiento, el efecto sobre la recaudación fue muy superior al que cabría esperar de las cifras de desaceleración económica; en segundo lugar, por una dinámica de gasto apartada de una senda de sensatez y buena gestión. Como ya comentamos en otra entrada (http://eldedoeneldato.blogspot.com/2011/05/remedios-para-una-crisis-i-el-gasto.html), se hace necesario implantar una técnica presupuestaria conocida como PRESUPUESTO BASE CERO, con el fin de conseguir una estructura de gasto racional, con objetivos claramente definidos y prioridades perfectamente delimitadas. Sólo aplicando una técnica de este tipo, se podría lograr un ajuste coherente del gasto público, de modo que el mismo se centrase en áreas prioritarias para los intereses generales de la población.

3.- Mercado de trabajo.- Otro factor anómalo que también ha perjudicado las posibilidades de crecimiento de España es el comportamiento de su mercado de trabajo. En el siguiente gráfico, podemos ver las tasas de desempleo de la Zona Euro, de España y de los principales países europeos en el período 1995-2010:



Fuente: EUROSTAT


Observemos que el carácter diferencial de España respecto a su entorno es muy acusado. Sólo en plena y artificial burbuja inmobiliaria (2005-2007), logró nuestro país mantener una tasa de desempleo similar a la de la zona euro e, incluso, por debajo de la de, p.ej., Alemania (aunque siempre ha estado muy por encima de la de Reino Unido).

Que la tasa de desempleo en el período de crecimiento se redujera, no nos debe ocultar el hecho de que la misma ha sido, de forma habitual, superior a las de la zona euro y de los principales países de la misma.

Evidentemente, queda igualmente constatado que la capacidad de destrucción de empleos de nuestra economía es ostensiblemente superior a la media europea cuando llegan etapas económicas menos boyantes.

Este comportamiento del mercado de trabajo, que es un lastre estructural de nuestra economía, es uno de los principales elementos a reformar de modo inmediato para romper la principal inercia que afecta tan negativamente al nivel de vida de todos los ciudadanos. Pero no podemos separar este hecho del que vamos a comentar en el siguiente apartado.

4.- Capital humano.- Una de las piezas fundamentales para cambiar el pernicioso carácter de nuestro mercado de trabajo (aparte de cambiar su marco jurídico) es emprender lo que se viene a denominar “cambio de nuestro modelo productivo”, sin especificar siempre bien en todos los casos qué se esconde detrás de esta expresión. En resumen, se trataría de dejar de depender de actividades tradicionales como la construcción y el turismo (que tienen poco margen para innovación y el crecimiento de la productividad) y posibilitar que nuestro crecimiento provenga de actividades tecnológicamente avanzadas, capaces de competir a nivel internacional y que generen empleos de alta cualificación. La condición estrictamente necesaria para ello reside en la formación. Es difícil conseguir un modelo de dichas características sin alcanzar un alto nivel de excelencia en el sistema educativo. Por desgracia, el camino seguido ha ido en la dirección contraria. Son alarmantes los datos que muestran los sucesivos Informes Pisa elaborados por la OCDE. El último, hecho público en diciembre de 2010 (http://www.elmundo.es/elmundo/2010/12/07/espana/1291713808.html), pone de relieve que en los últimos diez años no se ha producido mejora alguna en el nivel de competencias básicas adquiridas por los alumnos, estando por debajo de la media de los países analizados. De hecho, comparando datos con el año 2000, empeoramos en todos los apartados. Así, si en capacidad lectora alcanzábamos una puntuación de 493 en 2000, en 2009 fue de 481 (la media de la OCDE fue de 492). En Matemáticas, en 2000 la puntuación fue de 485 y en 2009, de 483 (la media de la OCDE fue de 496). En Ciencias, la puntuación alcanzada en 2009 fue de 488, frente a 501 de media de la OCDE. En el siguiente enlace, les adjunto contenido completo del Informe Pisa:


No obstante, como el mismo puede resultar demasiado extenso, y además está en inglés, si no desean echarle un vistazo les bastaría con ver el siguiente vídeo que les anexo (cuyo enlace ya adjuntó Fernando Suárez, con fecha 22-05-2009, en su columna semanal “El teatro del dinero”, que publicaba en www.cotizalia.com):



También les adjunto este otro vídeo, esta vez protagonizado por los responsables de reformar el sistema educativo para solucionar el problema que nos aqueja:




Creo que todos estos elementos que hemos citado se hallan unidos entre sí por dos nexos básicos:

1.- El primero es que unos se realimentan a otros generando un grave círculo vicioso. La situación en el mercado de trabajo, con altas cifras de desempleo estructural y con creación de empleo precario, no permite aumentos significativos de la tasa de ahorro. La insuficiente cualificación no permite desarrollar actividades avanzadas que permitan mayores niveles salariales y, en consecuencia, mayores tasas de ahorro. El bajo nivel de inversión en I+D y la mala asignación de las partidas del gasto público tampoco permite la aparición de actividades innovadoras…

2.- El segundo es que todos estos elementos corresponden a una misma mentalidad, donde predomina la visión cortoplacista frente a una mayor amplitud de miras. Es visión cortoplacista la no priorización de la educación como elemento primordial de cualquier política nacional, es visión cortoplacista el bajo nivel de inversión en I+D, es visión cortoplacista el déficit público casi crónico para mantener actividades que no promueven un mayor nivel de bienestar…


Con todo lo que llevamos dicho en nuestras entradas sobre los problemas de España desde que se inició el blog, vamos a analizar en la próxima entrada los distintos programas electorales que presentan los principales partidos políticos en las próximas elecciones para ver en qué medida se dirigen a resolver los problemas fundamentales de nuestro país o, en realidad, si no atacan el núcleo básico de nuestras debilidades.




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