Uno de los temas que más expectativas ha generado en los últimos tiempos es la realización de una reforma laboral por parte del Gobierno que sirva para aliviar las terribles cifras de desempleo que estamos padeciendo en la actualidad. El ejecutivo dio de plazo hasta el 7 de enero para que los sindicatos y la patronal llegaran a un acuerdo sobre la reforma a aprobar. Aunque el acuerdo no llegó, algunos ligeros avances que se habían producido aconsejaron la concesión de un plazo superior de tiempo para ver si los mismos se materializaban en un pacto que evitara una reforma unilateral del Gobierno. El pasado 25 de enero, lo que se firmó fue un acuerdo de moderación salarial para el período 2012-2014 (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/25/economia/1327512169.html) y parece que está empezando a circular la idea de que, con el mismo, ya no es necesario hacer reforma laboral alguna.
Obviamente, ello supondría un error de magnitud colosal. Para empezar a explicarlo, vamos a volver a un gráfico que ya utilizamos en la anterior entrada y que refleja la evolución de la ocupación en nuestro país desde 1940 hasta la actualidad:
Fuente: INE
Un dato ilustrativo que ya comentamos con anterioridad fue que, mientras que en 1960 la población ocupada fue de 11,792 millones de personas, en 1993 fue de 12,2 millones (es decir, la ocupación aumentó en apenas 411.000 personas cuando, en el mismo período, la población aumentó en 8.8 millones de personas).
Cuando, en la actualidad, muchos se preguntan cómo es posible que se formara una burbuja inmobiliaria en España, la respuesta que hay que dar es taxativa: porque, ante la ausencia de reformas sustanciales en nuestro marco normativo e instituciones, se aceptó por parte de las autoridades la formación de dicha burbuja porque esa fue la única salida para aumentar el nivel de ocupación de nuestra economía. Sólo así se pasó de un número de ocupados de 12,2 millones de personas en 1993 a un máximo de 20,4 millones de personas en 2007, es decir, un aumento de 8,27 millones de personas. Este aumento no pudo ser cubierto sólo con personas de nacionalidad española, de forma que se produjo una fuerte inmigración: mientras que a 1-1-1996, según datos del INE, la población extranjera en España era de 542.314 personas, a 1-1-2007 la cifra se elevaba a 4.519,554 personas.
Resulta clarificador determinar el aumento de población ocupada por ramas de actividad en el período 2000-2007:
Fuente: INE
Observemos que la rama de actividad con mayor incremento absoluto de personas ocupadas fue la de la construcción: entre el primer trimestre del año 2000 y el cuarto trimestre del 2007, creció en más de un millón de personas. Si sumamos el incremento experimentado por las ramas de construcción, actividades financieras y de seguros y actividades inmobiliarias (las más directamente involucradas en la burbuja inmobiliario-financiera), el incremento de personas ocupadas en las mismas fue de 1.214.000 personas, el 22,86% del aumento total de la ocupación. No obstante, es evidente que otras ramas también debieron su expansión a la existencia de la burbuja: así, p. ej., comercio y reparación de vehículos, con un aumento de 734.900 personas o todas las ramas relacionadas con el sector público, que pudieron aumentar su personal gracias a los ingresos que, vía tributos, provenían de esa misma burbuja:
AA.PP, DEFENSA Y SEGURIDAD SOCIAL: +297.800 personas
EDUCACIÓN: +283.700 personas.
ACTIVIDADES SANITARIAS Y DE SERVICIOS SOCIALES: +401.900 personas
Si sumamos las cifras, se obtendría un incremento de 2.932.300 personas, el 54,73% del aumento total de población ocupada.
Si partimos de la hipótesis de que los sucesivos gobiernos no hubieran aceptado la burbuja inmobiliario-financiera, ¿en qué sector económico habrían encontrado acomodo todas estas personas? Desconocemos la posible respuesta a esta pregunta, lo que refuerza nuestra idea de que la mencionada burbuja se produjo porque fue la salida para crear empleo en una economía con grandes rigideces y con una presencia escasa de sectores tecnológicamente avanzados y empresarialmente dinámicos que nos permitieran competir con éxito en el contexto de una economía globalizada.
Por ello, el fin de la burbuja produjo una destrucción inaudita de puestos de trabajo, que se aprecia en el fortísimo aumento del desempleo producido en los últimos años:
Fuente: INE
Si analizamos la caída de la ocupación por ramas de actividad, observaremos que lo que está ocurriendo claramente es que estamos desandando el camino generado por una burbuja inmobiliario-financiera que no era sostenible:
Fuente: INE
Entre el primer trimestre de 2008 y el cuarto trimestre de 2011, ha habido un descenso de 2,59 millones de ocupados (retrocediendo su número hasta los existentes en el segundo trimestre de 2004). La mayor caída se ha producido en la rama de la construcción, con una pérdida de 1,39 millones de personas (fijémonos que el descenso en tres años ha sido superior al aumento experimentado en todo el período 2000-2007). Si sumamos, como hemos hecho antes, las caídas en construcción, actividades financieras y actividades inmobiliarias han sido de 1,5 millones de personas, es decir, el 57,73% de la pérdida total. Sorprende, igualmente, la fuerte caída experimentada en la rama de “Industria Manufacturera” (794.800 personas). Se explica, en gran medida, porque hay dos ramas que incluyen actividades relacionadas con la construcción: “Fabricación de productos minerales no metálicos” (donde se ubican “Fabricación de productos cerámicos” y “Fabricación de elementos de hormigón, cemento y yeso”) y “Fabricación de productos metálicos, excepto maquinaria y equipo” (donde se ubica “Fabricación de elementos metálicos para la construcción”) y “Fabricación de muebles”. Sólo estas tres ramas han representado una pérdida de 321.300 personas ocupadas.
Las únicas ramas donde crece la ocupación son las relacionadas con el sector público y que, con anterioridad, hemos enumerado: Administraciones Públicas, Defensa y Seguridad Social (+148.700), Educación (+25.600) y Actividades Sanitarias y de Servicios Sociales (+234.900). Este incremento de personal, aunque ha servido para compensar el aumento del desempleo, es una de las causas del gran aumento del déficit público que ha tenido lugar estos años.
En resumen, la burbuja sirvió para aumentar el número de ocupados (la evolución por ramas de actividad así lo confirma) y cuando la burbuja explotó, las ocupaciones creadas se vieron destruidas (por culpa del fin de la burbuja, como los datos machaconamente señalan). Sin dicha burbuja y con el marco normativo y la estructura sectorial existentes, no hay forma de crear empleo. Porque, además, hay que analizar la distribución del empleo por dimensión de las empresas. Estas son el número de empresas existentes en función de su número de asalariados, según el Directorio Central de Empresas del INE, correspondiente al año 2011:
Fuente: INE
De las 3,25 millones de empresas que existen en nuestro país, 1,79 millones carecen de asalariados (pensemos en autónomos o empresarios individuales). 1,3 millones de empresas tienen menos de 10 asalariados y 144.273 empresas tienen entre 10 y 100 asalariados. Sólo 11.582 empresas (el 0,8% del total de empresas con asalariados) tienen 100 o más personas empleadas. Hay que entender esta estructura a la hora de valorar la legislación laboral existente porque, en gran medida, una normativa que puede ser absorbida, con mayores o menores dificultades, por las grandes empresas, probablemente no pueda serlo por el 99,20% de las empresas con asalariados de este país.
Y la consecuencia, ya citada en una entrada anterior, es obvia: un mercado de trabajo dual, donde existe un segmento de trabajadores fijos y otro segmento de personas que van encadenando contratos temporales sin que logren estabilizar mínimamente su situación laboral. Ya incluimos con anterioridad los datos de la “Encuesta de Movimiento Laboral” para el período 2004-2009, en la que se observaba que los contratos temporales representaban en torno al 90% del total realizado:
Fuente: INE
De esta forma, con la llegada de la crisis, los mecanismos de ajuste de las empresas, frente a otros posibles, se han reducido a dos, los únicos que la legislación permitía realizar con facilidad y, por ello, en realidad los acababa provocando. El primero, ir rescindiendo los contratos temporales a su finalización. Así se explica que, en el transcurso de la crisis, se haya producido una reducción del porcentaje de los asalariados temporales sobre el total: desde un 36,26% en el tercer trimestre de 2006 al 25,29% en el cuarto trimestre de 2011 (observemos, de paso, que este fenómeno de reducción de la temporalidad se puso en marcha ya antes del inicio oficial de la crisis, lo que es una señal inequívoca de que la misma se venía incubando mucho tiempo atrás). El segundo, cuando este medio no era suficiente para hacer frente a la caída de la actividad, proceder al cierre de la empresa. De este modo, el número de asalariados se ha reducido en 2,27 millones de personas desde el cuarto trimestre de 2007 al cuarto trimestre de 2011.
Fuente: INE
Por todo ello, es necesario realizar cambios en la legislación laboral para revitalizar la capacidad creadora de puestos de trabajo de nuestra economía en épocas de expansión, reducir su capacidad destructiva en épocas de crisis y paliar la dualidad existente en nuestro mercado laboral. Pienso que con sencillez se puede explicar esto que he expuesto a la ciudadanía y argumentar las razones que llevan a adoptar determinadas medidas. Tener cierto temor a una posible convocatoria de huelga general (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/30/economia/1327941998.html) creo que es irrelevante en este contexto. Lo verdaderamente preocupante es la situación de más de 5 millones de españoles y de sus respectivas familias y la posibilidad de que este número se siga incrementando en el futuro. Pensar, ante estas lacerantes circunstancias, que no hay que hacer nada (como está empezando a pensarse en ciertos ámbitos, como he dicho al inicio de la entrada), aparte de una irresponsabilidad manifiesta, me parece una extraordinaria insensatez que no merece el menor crédito.
Buenas noches,
ResponderEliminarun placer leerte.
Juan Jurado.
Jose, como siempre, claro y concreto.
ResponderEliminarMe quedo con esa idea de desandar la burbuja. Como en la gran mayoría de los casos, no tomar decisiones a tiempo se paga. Ahora habrá que tomarlas y en condiciones mucho más desfavorables. Pero eso sí, como buenos españolitos, ¡qué nos quiten lo bailao!