En el mundo actual, todas las economías están, de manera irremediable, profundamente interrelacionadas. Por ello, tiene gran importancia conocer qué ocurre fuera de España para discernir cómo va a desenvolverse el entorno exterior. De este modo, en las próximas entradas, vamos a ir describiendo la situación de otras áreas económicas y vamos a analizar las posibles consecuencias de su previsible evolución en nuestra economía.
Como parece lógico, debemos
empezar por la economía de los Estados Unidos. Y ello, por tres motivos:
1.- En primer lugar, la marcha de
la economía más importante del mundo condiciona, inevitablemente, la evolución
de las restantes economías por lo que parece obvio que es la primera que
debemos observar.
2.- En segundo lugar, las
políticas económicas seguidas en EE.UU. y sus resultados influyen de manera muy
importante en las políticas económicas llevadas a cabo por otros países. Aunque
el peso económico de, por ejemplo, China ha aumentado sustancialmente en las
últimas décadas, el espíritu que rige su política económica apenas es atendido
en Occidente para ser adoptado como guía y dicha atención no ha crecido a la
par que el peso de la economía china.
3.- Finalmente, hay que tener en
cuenta que 2012 es año electoral en Estados Unidos y se decide quién va a ser
presidente en los próximos cuatro años. Debido al largo proceso electoral que
tiene lugar, se vierten ríos de tinta (y, por supuesto, de imágenes) sobre las
posibilidades del presidente en ejercicio para ser reelegido y quién va a ser el
candidato del partido oponente y su capacidad para llegar a la Casa Blanca.
Aunque se barajan centenares de argumentos y criterios para detectar quién va a
ser el vencedor final, históricamente la marcha de la economía es fundamental
para que el partido gobernante siga en el poder o no. La depresión del 29
determinó que el Partido Republicano perdiera la presidencia y la misma pasara
al Partido Demócrata en la persona de Franklin Delano Roosevelt. La recesión de
finales de los 50 fue esencial para que John Fitzgerald Kennedy recuperara la
Casa Blanca para el Partido Demócrata en detrimento de un más experimentado
Richard Nixon. La crisis del 73 (unida al caso Watergate) ayudó al triunfo de
Jimmy Carter y el segundo zarpazo de la crisis del petróleo en el 78 propició
su derrota a manos de Ronald Reagan. La crisis de 1991 provocó la inesperada derrota
de George Bush (padre) -quien empezó la carrera presidencial como claro
favorito tras la victoria norteamericana en la I Guerra del Golfo- a favor del
relativamente desconocido Bill Clinton. Y la quiebra de Lehman Brothers
determinó en 2008 un cambio en las encuestas a favor de Barack Obama, que ya no
manifestaron ningún otro cambio de tendencia en el resto de campaña. Esta
realidad se puede observar bastante claramente en el siguiente gráfico, donde
se muestra las tasas de crecimiento del PIB de Estados Unidos en el período
1956-2010:
(Pulse sobre la imagen si quiere verla ampliada)
Fuente: U.S.Bureau of
Economic Analysis
Señalados en rojo, están los años
donde se produjeron las derrotas (y subsiguientes pérdidas del poder) del
Partido Republicano en 1958 y 1976, del Partido Demócrata en 1980 y del Partido
Republicano en 1992 y 2008. Señalados en azul, están los años en que
consiguieron la reedición de mandato el Partido Demócrata en 1964, el Partido
Republicano en 1972, 1984 y 1988, el Partido Demócrata en 1996 y el Partido
Republicano en 2004.
En consecuencia, resulta
razonable pensar –aunque después introduciremos matices- que si la economía
estadounidense mejora de aquí a noviembre (fecha de las elecciones),
presumiblemente Barack Obama será reelegido. Por el contrario, si la situación
económica empeora, el próximo presidente sería el candidato republicano
(probablemente, Mitt Romney).
Y, aunque hasta hace poco ofrecía
dudas, resulta evidente que los datos apuntan a que la economía estadounidense
está dando claras señales de recuperación. Y ello, a pesar de la dramática
rebaja de rating (con la pérdida de
la AAA –la famosa triple A- y su degradación a AA+) que padeció la deuda
pública norteamericana de la mano de la
agencia de calificación Standard & Poor’s el pasado 5 de agosto de
2011 (http://www.elmundo.es/america/2011/08/06/economia/1312590842.html).
Esta pérdida de rating estaba claramente relacionada con el fuerte aumento de
la deuda pública estadounidense en circulación, hecho que ya comentamos en una
entrada anterior (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/10/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html),
la ausencia de medidas contundentes para poner freno a dicho aumento y la
incertidumbre existente, en dicha fecha, sobre la negociación del nuevo tope de
deuda entre la Presidencia y el Congreso. Como ya indicamos en la entrada antes
enlazada, la magnitud de esta cifra en términos absolutos experimentó un
aumento permanente (sólo logró estabilizarse a finales de los 90), con
independencia de que se estuviera en una fase expansiva del ciclo económico:
Fuente: www.libertaddigital.com
Como también comentamos en su
día, se puede seguir la evolución de endeudamiento público norteamericano en el
siguiente enlace (y el baile de las cifras que allí se presentan genera una
inevitable sensación de vértigo):
Este continuo aumento del
endeudamiento fue la motivación original del movimiento del Tea Party, cuyo
nombre proviene del Motín del Té de Boston de 1773, que tuvo lugar,
precisamente, contra las subidas de impuestos sobre este producto promulgadas
por la metrópoli británica. De hecho, sus principios fundamentales declarados
eran los de responsabilidad fiscal, mercados libres y gobierno limitado a las
competencias expresas establecidas en la Constitución (http://www.libertaddigital.com/opinion/gabriel-calzada/mentiras-sobre-el-tea-party-56971/).
(Posteriormente, este movimiento y los candidatos que ha apoyado han incidido más
en aspectos como el aborto, el matrimonio homosexual y el papel de la religión
en la vida pública, perdiendo protagonismo el discurso económico. Así, Michele
Bachmann, p. ej., se definió como “una conservadora en lo social”: http://mexico.cnn.com/mundo/2011/08/15/perry-y-bachmann-se-enfrentan-por-atraer-los-reflectores-en-iowa.
Lo que vamos a decir a continuación ha influido, muy posiblemente, en este
hecho).
El riesgo de que este vertiginoso
aumento de la deuda pública hiciera crecientemente difícil su financiación (y
la necesidad consiguiente de moderar dicho crecimiento), las negociaciones
entre la Presidencia (en manos demócratas) y el Congreso (controlado por los
republicanos) sobre el nuevo tope de deuda y la combatividad de los
legisladores situados en la órbita del Tea Party a favor de una reducción del
gasto y el déficit públicos han determinado, finalmente, un comportamiento de
estas variables al que se le ha dado poca trascendencia. En relación al gasto
público, el crecimiento en 2011 ha sido sólo del 0,69%, la tasa más baja de los
últimos 5 años:
Fuente: U.S.Bureau of Economic Analysis
Algo parecido ha ocurrido con el
déficit público, que lleva dos años seguidos de reducción:
Fuente: U.S.Bureau of Economic Analysis
Se oye decir muchas veces que las
políticas de control del gasto público y reducción del déficit van a afectar
negativamente al crecimiento económico. Sin embargo, si vemos el comportamiento
de las tasas de variación del PIB estadounidense a lo largo de los últimos
años, veremos que este freno al gasto gubernamental no ha provocado,
precisamente, un enfriamiento de la economía, sino que, al contrario, ha tenido
lugar una aceleración del crecimiento económico:
Fuente: U.S.Bureau of Economic Analysis
Medido el PIB estadounidense en
términos reales (en dólares de 2005), estas tasas de crecimiento han
determinado que en 2011 se haya recuperado el PIB anterior al estallido de la
crisis (el correspondiente al año 2007):
Fuente: U.S.Bureau of Economic Analysis
(Considero que esta combinación
de control del gasto y recuperación económica podría explicar, en parte, el
giro en el discurso del Tea Party al que antes hemos hecho referencia. Si los
factores económicos no acaban de proporcionar ventaja frente a los rivales en
el debate político, es natural que sean otros factores en los que adquieran
mayor preponderancia).
Por supuesto, este comportamiento
de la economía ha tenido sus efectos positivos en el empleo. El dato más
significativo para valorar la tendencia existente en este campo es la reducción
del número de desempleados:
Fuente: U.S.
Department of Labor
Desde febrero de 2010, donde la cifra de
desempleados fue de 15,04 millones de personas, en febrero de 2012, pasó a ser
de 12,81 millones de personas, es decir, ha habido una reducción de 2,23
millones de desempleados. Esta disminución ha repercutido, igualmente, en una
caída de la tasa de desempleo en 1,7 puntos, desde el máximo del 10% en
noviembre de 2009, hasta el 8,3% en febrero de 2012:
Fuente: U.S.
Department of Labor
Lo que no se ha podido recuperar es el nivel
de ocupación anterior a la crisis, de forma que si en febrero de 2008 había
137,94 millones de personas ocupadas, en febrero de 2012 había 132,7 millones.
Es decir, se ha recuperado el nivel de producción anterior a la recesión, pero
con 5,24 millones de ocupados menos.
Fuente: U.S.
Department of Labor
Es decir, la economía norteamericana ha
logrado retomar la senda de crecimiento, controlando el gasto y el déficit
públicos, y, aunque se ha reactivado la creación de empleo, todavía sigue
existiendo una tasa de desempleo muy superior a la que está acostumbrada
Estados Unidos (si entre 2002 y 2008 dicha tasa estuvo entre el 4 y el 6%, en
2012 sigue estando por encima del 8%). Si esta tendencia favorable permanece
hasta las elecciones de noviembre y se logra seguir reduciendo esta elevada
tasa de paro, será un factor que podría decidir la reelección de Barack Obama
como presidente, según nos dice la experiencia histórica.
Junto a los elementos positivos citados, hay
sombras que pueden perjudicar la recuperación. De estos elementos
problemáticos, hablaremos en la próxima entrada.
Es realmente interesante. Te felicito, José Manuel.
ResponderEliminar