En nuestra anterior entrada,
reseñamos los datos positivos que se estaban dando en la economía de los
Estados Unidos (recuperación económica, creación de empleo, reducción de la
tasa de paro, freno al aumento del gasto público…) e indicamos que los mismos
podían dar lugar a la reelección de Barack Obama en el próximo mes de noviembre
(salvo que algunos elementos que citaremos en nuestra exposición lo impidan o
algún micrófono abierto traicione en el momento más inoportuno al actual
presidente: http://www.elmundo.es/america/2012/03/26/estados_unidos/1332790045.html).
Sin embargo, también existen
sombras que amenazan la buena marcha de la economía estadounidense y que vamos
a desarrollar en esta entrada.
Uno de los elementos clave para
determinar el equilibrio o no de cualquier economía y para situar su
posicionamiento a nivel mundial es su balanza de pagos. El saldo de sus
transacciones con el exterior indica si el crecimiento económico va acompañado
de la necesidad de endeudarse con el exterior o no, la brecha entre compras y
ventas con el resto del mundo es una señal de la sostenibilidad o no de las
tasas de crecimiento en el futuro inmediato, los saldos de las diferentes
balanzas son un anticipo de la tendencia que va a adoptar el tipo de cambio de
la moneda nacional así como son el reflejo de la mayor o menor capacidad del
país para invertir en el exterior… En el caso de Estados Unidos, las
conclusiones que cabe extraer de los datos siempre hay que matizarlas por el
carácter de moneda internacional de reserva del dólar USA. Efectivamente, una
de las pocas monedas que a nivel mundial goza de absoluta confianza en cuanto a
su capacidad de mantenimiento de valor y de seguridad de los activos nominados
en ella es la divisa estadounidense. Ello tiene consecuencias que comentaremos
a continuación.
Ateniéndonos a los datos, se
aprecia una clara tendencia desde 1992 hasta la actualidad de aumento del
déficit de la balanza de bienes y servicios (tanto en términos absolutos como
en términos de porcentaje del PIB), a pesar de su disminución en el período
recesivo 2007-2009:
(Pulse sobre la imagen si quiere verla ampliada)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del U. S. Bureau of Economic Analysis
(Pulse sobre la imagen si quiere verla ampliada)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del U. S. Bureau of Economic Analysis
Esta evolución refleja que las
adquisiciones del exterior de bienes y servicios por parte de Estados Unidos
son mayores que sus ventas de bienes y servicios al exterior y que la
diferencia tiende a ensancharse con el tiempo. Este comportamiento repercute de
varios modos en el resto de circunstancias económicas.
La primera cuestión a tratar, y
que será en la que profundicemos en esta entrada, se centra en el crecimiento del endeudamiento
que deriva del déficit de la balanza de bienes y servicios. Cuando se produce
el desequilibrio mencionado, la contrapartida inevitable es la necesidad de
endeudarse para financiarlo. Y, efectivamente, los datos apuntan a un aumento
del endeudamiento tanto del sector público como del sector privado.
En relación a la deuda y el
déficit públicos, aunque el crecimiento de estas magnitudes se ha frenado, su
cuantía sigue siendo lo suficientemente alta como para que su gestión sea un
inconveniente añadido de cara a la salida definitiva de la crisis. Teniendo en
cuenta los datos parciales del tercer trimestre de 2011, el déficit público
supuso todavía el 9,7% del PIB:
(*) Los datos de 2011
corresponden al déficit al tercer trimestre del año.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del U. S. Bureau of
Economic Analysis
La acumulación de déficits públicos
ha provocado que la deuda pública total haya superado al terminar el año 2011
el porcentaje del 100% del PIB:
Fuente: www.ustreasurydirect.gov
Las cifras alcanzadas por el
endeudamiento privado también son importantes. Si tomamos, p. ej., la magnitud
del crédito interno al sector privado en el período 2006-2010, su cuantía en
relación al PIB ha estado a lo largo de todo el período en torno al 200%.
Aunque ha descendido desde el máximo del 213,4% alcanzado en el año 2007,
tampoco manifiesta una tendencia clara de disminución:
Fuente: Banco Mundial
Insistamos en que endeudamiento y
déficit en las transacciones exteriores son elementos interconectados. Si en
relación al exterior, las compras son superiores a las ventas, el resultado
obligado es que el país se debe endeudar para poder sostener ese mayor nivel de
adquisiciones. Desde otro punto de vista, el endeudamiento alimenta una balanza
de bienes y servicios con saldo desfavorable.
Que el nivel de endeudamiento sea
sostenible, depende de que las inversiones en que el mismo se materialice
contribuyan o no al dinamismo de la producción y la creación de riqueza. La
recesión en que cayó la economía norteamericana en el período 2008-2009 afectó,
sobre todo, a la capacidad de devolución de deudas del sector privado y, de
ahí, los problemas que afectaron al sistema financiero estadounidense.
Aunque parte de dichos problemas
se han solucionado, los mismos no han acabado de desaparecer. Los resultados de
los test de estrés aplicados a los grandes bancos de Estados Unidos, que se
hicieron públicos el pasado 13 de marzo (http://www.elmundo.es/america/2012/03/13/economia/1331674168.html),
mostraban que, aunque 15 de las 19 entidades disponían de reservas para
resistir un escenario de recesión adverso, había 4 entidades que, en el segundo
año de decrecimiento económico, sus recursos propios caerían por debajo del
mínimo permitido: Citigroup (la mayor entidad financiera de Estados Unidos),
MetLife, Sun Trust Bank y Ally Financial.
Igualmente, aunque los bancos han
devuelto buena parte de las ayudas recibidas del TARP (Troubled Asset Relief
Program) para resolver sus problemas de solvencia y liquidez, un informe de la
GAO (Government Accountability Office), organismo encargado de auditar las
cuentas públicas para el Congreso, ha matizado el presunto éxito del programa
en un informe publicado el pasado 8 de marzo de 2012 (http://www.gao.gov/assets/590/589127.pdf),
el cual analiza uno de los subprogramas más importantes, el CCP (Capital
Purchase Program). Según dicho informe, aunque el CCP había supuesto que el
Tesoro norteamericano ya había obtenido un mayor importe que el aportado en su
momento (el desembolso inicial fue de 204.900 millones de dólares USA y el
importe cobrado por el Tesoro hasta la fecha había sido de 211.500 millones de dólares USA –correspondiendo
185.500 millones a devolución del principal, 11.400 millones a dividendos,
intereses y comisiones, 7.700 millones a venta de warrants y 6.900 millones a
la venta de acciones de Citigroup-), existían dos elementos preocupantes en el
desarrollo del programa:
1.- El primero de ellos es el
aumento de instituciones incluidas en el programa que han demorado los pagos a
los que estaban obligadas. En febrero de 2009, el número de entidades morosas
era de ocho, pero en noviembre de 2011 la cifra se había elevado a 158.
2.- Por otra parte, de las 341
entidades que habían abandonado el programa, 165 devolvieron los importes
entregados con fondos provenientes de otros programas federales de ayuda
financiera (28 con cargo al CDCI –Community Development Capital Initiative- y
137 con cargo al SBLF –Small Business Lending Fund-).
Por ello, había que concluir que,
aunque se habían paliado las dificultades más graves que afectaban al sistema
financiero estadounidense, todavía acechaban ciertas debilidades, que se
reflejaban en los problemas de determinadas entidades medianas y pequeñas para
devolver las ayudas recibidas y en la insuficiencia de capital de algunas
entidades de gran tamaño para resistir una hipotética recesión.
Esta combinación de alto déficit
público, elevado endeudamiento y de obstáculos para el saneamiento definitivo
de los bancos de menor tamaño explica, en gran medida, la ejecución de
programas de política monetaria expansiva de gran contundencia: las denominadas
“Quantitative Easing” (QE1) (http://www.libertaddigital.com/economia/la-fed-mantiene-los-tipos-y-anuncia-que-comprara-deuda-de-eeuu-1276353913/),
“Quantitative Easing 2” (QE2) (http://www.elmundo.es/america/2010/11/03/economia/1288808934.html)
y la “Operación Twist” (http://www.cotizalia.com/noticias/2011/09/21/operacion-twist-la-fed-compra-400000-millones-en-deuda-a-largo-plazo-73396/).
Todos estos programas tienen en común la compra masiva de títulos por parte de
la Reserva Federal con el fin de inyectar liquidez al sistema económico (los
importes fueron de 750.000 millones de dólares en titulizaciones hipotecarias y
300.000 millones en compras de bonos del Tesoro, en el caso de la QE1, 600.000
millones en compra de bonos del Tesoro, en el caso de la QE2, y 400.000
millones de dólares en compra de deuda a largo plazo, en el caso de la “Operación
Twist”).
Estas medidas de carácter
monetario han servido para mantener la normalidad de los flujos financieros de
la economía estadounidense y han ayudado a que las cifras de crecimiento no
experimenten una grave depresión. Pero la contrapartida de las mismas no debe
dejar de preocuparnos. Como hemos dicho al principio de la entrada, una de las
claves para entender el comportamiento de la economía estadounidense es el
carácter de moneda de reserva del dólar. Muchas transacciones internacionales y
muchos activos en posesión de los bancos centrales y de fondos de inversión
establecen el dólar como referencia en virtud de la seguridad que esta moneda
proporciona. Ello origina una demanda de esta divisa que impide su depreciación
(depreciación que sería lógica en función del comportamiento de la balanza de
bienes y servicios) y facilita la financiación exterior de la economía
estadounidense.
La combinación de altos déficits
fiscales y políticas monetarias expansivas puede perjudicar a largo plazo el
valor del dólar y, con él, su carácter de moneda de reserva y una de las
condiciones básicas del equilibrio de la economía norteamericana. No sólo eso:
la ejecución de estas políticas alimenta la causa principal de la tendencia de
depreciación del dólar, que es, precisamente, el déficit comercial.
Nos encontramos, por lo tanto,
con la presencia de un círculo vicioso al que conviene prestar atención: 1) el
desequilibrio exterior provoca alto endeudamiento; 2) el alto endeudamiento
perjudica la buena marcha del sistema financiero; 3) para facilitar el buen
funcionamiento del sistema financiero, se adoptan políticas monetarias
expansivas que dotan de liquidez al sistema; 4) el elevado grado de liquidez
alimenta el desequilibrio exterior de la economía y vuelta a empezar…
La solución a este círculo
vicioso sólo tiene dos posibles salidas. La primera, que el poderoso sistema
productivo norteamericano se recupere y que sus actividades más competitivas
incrementen sus ventas al exterior, disminuyendo el desequilibrio comercial con
el exterior. La segunda, que el carácter del dólar como moneda de reserva se
vea perjudicado y empiecen a tener protagonismo otras divisas a nivel
internacional. Ello repercutiría en una reducción de las posibilidades de
financiación de la economía norteamericana y daría lugar a una recesión que
haría caer la demanda agregada, disminuyendo el desequilibrio comercial.
Sobre estas posibilidades,
seguiremos hablando en una próxima entrada…
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