Hoy, vamos a seguir analizando,
desde otra vertiente, la operación de rescate a la banca española y lo vamos a
hacer viendo el papel y posición de la Unión Europea en relación a la crisis.
Para llegar a la conclusión que queremos exponer en esta entrada, la cual viene
a ser una continuación de otra que ya publicamos el pasado mes de diciembre (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/12/situacion-de-la-union-europea-una.html),
voy a plantearles un ejercicio sencillo pero que va a ser muy útil para que
sepan de qué estamos hablando.
Me gustaría que vieran las dos
fotos que a continuación aparecen y comprobaran si conocen o no a quienes
aparecen en ellas.
Dado que la mayoría de los
lectores de este blog son españoles, habrán reconocido en la primera foto al
Presidente del Gobierno de su país, Mariano Rajoy. La segunda foto corresponde
al Primer Ministro de Noruega, Jens Stoltenberg, quien, evidentemente, es menos
conocido en España.
Veamos ahora las siguientes
cuatro fotos y vuelvan a probar a reconocer a quienes aparecen en las mismas:
Bien, ¿qué tal? La mayoría de
ustedes habrán reconocido que la primera foto corresponde al Presidente de los
Estados Unidos, Barack Obama, y la tercera, a su Secretaria de Estado, Hillary
Clinton. ¿Y la segunda y la cuarta? Pues, aunque muchos no se lo crean, son sus
“teóricos” homólogos al otro lado del Atlántico. Es decir, la segunda foto corresponde
a Herman van Rompuy que ejerce el cargo de Presidente del Consejo Europeo y la
cuarta foto corresponde a Lady Catherine Ashton, responsable de la Política
Exterior de la Unión. Con todo lo que ha sucedido últimamente en materia
económica, supongo que ustedes habrán visto profusamente en los medios de
comunicación a estas dos personas. ¿O no? Evidentemente, no…
Que dos de los máximos
responsables de la Unión Europea, que dos de los dirigentes que deberían
ejercer su liderazgo en unos momentos tan complicados sean unos ilustres desconocidos
(cuando sus rostros deberían ser populares para cualquier ciudadano de la Unión)
es algo que es, de por sí, un indicativo de que algo falla en el entramado
institucional europeo.
Vayamos ahora a lo que se ha
hecho público de la reunión del Eurogrupo celebrada por videoconferencia en la
tarde del pasado sábado 9 de junio (http://www.republica.com/2012/06/11/el-sms-de-rajoy-a-de-guindos-aguanta-espana-no-es-uganda_505771/).
Encontraremos otro hecho también muy significativo. En la tensa reunión, Austria,
Estonia, Finlandia y Holanda (quédense con los nombre de estos países porque
después sacaremos punta al tema) se opusieron, en un momento dado, a la
concesión del préstamo de 100.000 millones de euros para la recapitalización de
la banca española. El Ministro de Economía español, entonces, advirtió de que “si
ustedes quieren forzar el rescate de España, vayan preparando 500.000 millones
de euros y otros 700.000 para Italia, que tendrá que ser rescatada después de
nosotros”. En ese instante, cambió el cariz de la reunión y, con vacilación de
Holanda de por medio y la imposición del criterio marcado por el Ministro de
Economía alemán, Wolfgang Schäuble, y el presidente del BCE, Mario Draghi, se
acordó, finalmente, el préstamo tal como describimos en nuestra anterior
entrada. En esta narración de los hechos, hay algo que me sorprende
profundamente: que cuando el Ministro de Economía español mencionó las cifras
de los dos hipotéticos rescates que hubiera habido que realizar, hubiera
sorpresa. Es decir, ¿los Ministros de Economía llegaron a la reunión sin
saber la cantidad de dinero que estaba implicada en las decisiones que había
que tomar? Parece ser que no…
¿Qué nos dice todo esto? Algo muy
sencillo: debido a los complejos procesos existentes de adopción de medidas, no
hay, al final, personas concretas que asuman la responsabilidad de las
decisiones que se toman en el seno de la Unión Europea. Y cuando no existe responsabilidad
concreta, es muy fácil que la misma quede diluida y se instalen una serie de
vicios: nadie ejerce el liderazgo, nadie quiere hacer recaer sobre sus hombros
el peso de las medidas adoptadas ni la obligación de comunicar a la ciudadanía
las causas y alcance de las mismas. Y, lo que es más grave, la política no va
por delante de los problemas sino a remolque de ellos…
A la fecha, la Unión Europea, en
realidad, ha pretendido ser una entidad política supranacional al servicio de
un interés general europeo pero, por mucho que pueda doler, es todavía una
alianza de Estados nacionales donde las nacionalidades preexistentes tienen aún
más peso que una hipotética ciudadanía europea. Y ello no ha sido óbice para
que una pesada estructura burocrática se haya desarrollado y que,
paradójicamente, haya sido inútil para reaccionar adecuadamente ante la crisis
económica. Porque no hay que engañarse: cuando un marco institucional no sirve
en tiempos de crisis, sencillamente no sirve. Porque es en dichas
circunstancias cuando un marco institucional ha de demostrar su validez y no en
épocas de bonanza…
Adicionalmente, ante esta escasa
capacidad resolutiva de las instituciones y dirigentes de la Unión, la propia
mentalidad de los ciudadanos europeos se ha convertido en un obstáculo para
desarrollar un plan coherente. Por mucho que se diga, un alemán y un español,
p. ej., no se ven como conciudadanos sino como miembros de dos comunidades
distintas. Y, al final, eso se convierte en el principal obstáculo para
establecer mecanismos de solidaridad que sirvan para superar las dificultades
actuales…
Por todo que han podido leer
hasta ahora, a lo mejor alguien me puede decir que soy “euroescéptico”. Y mi
respuesta sería que no. Si algo soy en realidad es “brusescéptico”, es decir,
escéptico ante la mentalidad y estructura burocrática que representa Bruselas como
capital de la Unión. Creo que se debería tender a dar peso a la Unión Europea
para que asuma más funciones en campos como la armonización fiscal, la
disciplina presupuestaria y la supervisión bancaria de las que hasta ahora ha
asumido. Pero, si ello no es posible por la oposición de la ciudadanía,
deberíamos volver a una Unión más funcional, menos burocratizada y más parecida
a lo que fue la Comunidad Económica Europea, que fue un ejemplo de éxito y buen
hacer.
Lo que hemos visto desde el
Tratado de Maastricht y el nacimiento del euro es el ejemplo de unos mecanismos
que nos han llevado a la situación, que ahora mismo estamos sufriendo, de
inacción, improvisación e indecisión frente a la crisis. Y, lo que es peor,
puede llevar a la ruptura de la Unión a corto o medio plazo. ¿Recuerdan los
países que les pedí antes que recordaran? Véanlos marcados en el mapa a ver si
les dice algo:
Fíjense: todos al Norte, y todos
alrededor de Alemania. O mucho me equivoco, o el germen de una entidad europea
distinta a la que hoy conocemos (lo que siempre se ha conocido como la Europa a
dos velocidades o, incluso, algo más radical) se podría estar gestando. Si no
lo creen, lean este artículo y quizás empiezan a dar peso a lo que aún hoy es
una mera hipótesis: http://www.elconfidencial.com/economia/2012/06/13/el-virus-espanol-quiebra-los-mercados-y-rompe-a-europa-en-dos-99945/.
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