MULTIPLÍCATE POR CERO…



A partir de hoy, las entradas de cada día de la semana en este blog tendrán un enfoque diferente. Los lunes, serán entradas más breves sobre cuestiones de índole variada. Los martes, publicaremos entradas más extensas sobre temas relacionados con la economía española. Los miércoles, trataremos cuestiones de carácter empresarial. Finalmente, los jueves abordaremos aspectos de economía internacional. Espero que les guste la nueva estructura del blog.


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El pasado jueves 21 de junio, en el diario EL MUNDO, Luis María Anson, en su columna Canela fina, publicaba un artículo sobre la deuda pública española y en él se hacía la siguiente afirmación: “España ha pagado siempre intereses y principal de la deuda soberana. Lo hicieron incluso entre 1936 y 1939 los dos bandos que ensangrentaron al país durante la guerra incivil. No hay peligro real. La prima de riesgo española no debería superar los 150 puntos.” Hay un punto que sorprende en la cita y es que ha multiplicado por cero el número de quiebras soberanas que se ha producido a lo largo de la Historia de España. Efectivamente, el número de las mismas ha sido dieciocho, a lo que hay que sumar que la deuda del bando republicano a la terminación de la guerra civil quedó, evidentemente, impagada. A nuestro favor está el hecho de que nuestra última quiebra soberana se produjo en 1882. A partir del estudio que enlazamos, elaborado por los profesores Carmen M. Reinhart, de la Universidad de Maryland, y Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, (http://www.nber.org/papers/w13882.pdf), más con información complementaria, podemos mencionar las siguientes quiebras producidas en España:


En época de Felipe II, se produjeron cuatro: en 1557, en 1560 (en ocasiones, estas dos son tratadas como una única bancarrota), en 1575 y en 1596.

Durante el reinado de Felipe III, se produjo una, en 1607.

Con Felipe IV, se produjeron otras cuatro: en 1627, en 1647, y en 1653 y en 1662

Con el último monarca de la Casa de Austria, Carlos II, tuvo lugar una nueva quiebra en 1680.

A raíz de la ocupación francesa, se produjo otra suspensión de pagos en 1809.

Durante el reinado de Fernando VII, tuvo lugar una nueva bancarrota en el período 1814-1820 y otra en el año 1831.

Con Isabel II en el trono, se produjo una primera bancarrota en 1834 y, con posterioridad, en 1851 y una última en 1867, en el contexto de la crisis bancaria a la que hicimos mención en la anterior entrada.

Durante el reinado de Amadeo I de Saboya, tuvo lugar una nueva quiebra de la Hacienda Pública en 1872. Y, finalmente, en tiempos de Alfonso XII, tuvo lugar la última en 1882.


En otra parte del artículo, también se dice que “padecemos una especulación interesada. Los inversores cobrarán lo estipulado en los bonos españoles. Cui prodest. ¿A quién beneficia la situación actual? Para Alemania es muy cómodo financiar su deuda con bonos a menos del 1% mientras España tiene que pagar el 7%”. Es muy reconfortante psicológicamente poder echar la culpa de nuestros males a maniobras de enemigos ocultos en la oscuridad. Pero, la mayoría de las veces, eso sólo sirve para eludir nuestra responsabilidad en nuestra propia situación.

Veamos. Vamos a hablar de un país A y de un país B. Vamos a empezar viendo cuáles han sido las tasas de crecimiento de ambos países en los últimos años:





(Pulse sobre la imagen si quiere verla ampliada) 

P: Previsión
Fuente: EUROSTAT

En ambos casos, estas dos economías han sufrido los efectos de la crisis, pero en el caso de la economía A ha logrado salir de las tasas de variación negativas mientras que en el caso de la economía B las previsiones apuntan a que va a volver a caer en recesión.

Pasemos al déficit público:



 Fuente: EUROSTAT.

 
La economía A ha cerrado 2011 con un déficit público equivalente al 1% del PIB, mientras que la economía B lo ha hecho con un montante del 8,5% del PIB.

Finalmente, veamos la capacidad o necesidad de financiación de ambas economías:



Fuente: EUROSTAT

La economía A tiene una capacidad de financiación en 2011 del 5,4% del PIB, mientras que la economía B necesita ser financiada (es decir, necesita endeudarse) en una cuantía del 3,4% del PIB.

Por todo ello, aunque la economía A tiene una deuda superior en términos relativos a la de la economía B, es evidente que la capacidad de generación de recursos de la economía A es superior a la de la economía B. Y, sobre todo, mientras las perspectivas de aumento de la deuda en el caso de la economía A están controladas, en el caso de la economía B esa deuda va a seguir creciendo a tasas elevadas. Si tuvieran que invertir en deuda pública de un país, en cuál lo harían, ¿en el A o en el B? Posiblemente, en el A. Como habrán supuesto, el país A es Alemania y el país B es España. Y los datos presentados no derivan de ninguna conspiración ni trama oculta…

Si traigo todo esto a colación es porque soy contrario a que en economía tenga mayor peso la defensa cerrada de las posiciones que queremos sostener que los datos auténticos y las realidades verificables. Si, por defender un argumento, recurrimos a medias verdades o a mentiras descaradas, acabaremos perdiendo rigor intelectual y, con él, capacidad para resolver los problemas con eficacia. Y si hago referencia a ello es porque es un mal tan generalizado que acaba viciando cualquier debate económico serio… Otros lunes, iremos trayendo ejemplos parecidos…

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