Intentar valorar con equilibrio el conjunto de medidas que
expusimos en la anterior entrada no es, en realidad, fácil. En primer lugar,
porque no basta con decir si nos gustan o no. Hay que definir alternativas y
comparar las decisiones tomadas con las mismas. En segundo lugar, porque no está
claro el propio alcance de las medidas. Si han seguido la actualidad, habrán
observado que, en la entrada anterior, no figuran una serie de anuncios que se
habían hecho durante los días en que se aprobó el que hemos venido a llamar “el
gran recorte”:
- Reducción del número de concejales y desaparición de las
Mancomunidades.- NO SE HA APROBADO NADA EN RELACIÓN A ESTE PUNTO.
La propia web de La Moncloa (http://www.lamoncloa.gob.es/ConsejodeMinistros/Resumenes/2012/130712-consejo.htm),
lo que dice es que “el Consejo de Ministros ha recibido un informe del Ministro
de Hacienda y Administraciones Públicas sobre el Anteproyecto de Ley para la
Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local”. Es decir, hay que
esperar para que estas medidas se concreten...
- Reducción de las cotizaciones sociales.- TAMPOCO SE HA
APROBADO ESTE ASPECTO. Lo que se dijo en la rueda de prensa posterior al
Consejo de Ministros, según pueden ver en el enlace anterior, es que “en el año
2013 veremos una reducción de un punto de las cotizaciones, seguido de un punto
adicional en el 2014”. Pues eso, veremos...
- Supresión de la desgravación fiscal por compra de vivienda
habitual a partir del 1 de enero de 2013.- Aunque también se anunció la
supresión de la desgravación fiscal por la compra de vivienda habitual (que
este Gobierno retomó en el Real Decreto Ley 20/2011, de 30 de diciembre), NO HE VISTO QUE AL FINAL SE DISPONGA NADA
AL RESPECTO. Si alguien tiene localizada la norma que aprueba tal
supresión, le agradecería que me lo indicara. (Sí se elimina la compensación
por cambio de régimen de la deducción fiscal para viviendas compradas con
anterioridad a 20 de enero de 2006, según vimos en la anterior entrada).
Adicionalmente, buena parte de las llamadas reformas
estructurales a realizar están previstas para el segundo semestre de 2012, y
las mismas se articularán mediante proyectos de ley (http://www.libertaddigital.com/documentos/programa-de-reformas-para-el-segundo-semestre-41912680.html).
En tercer lugar, porque el ambiente social es tan tenso y confuso
que resulta difícil ver dónde termina la (legítima) defensa de intereses
particulares y dónde empieza la definición de lo que es el verdadero interés
general.
Pero, evidentemente, tratándose de uno de los conjuntos de
medidas más importantes de toda la historia económica de España, es necesario
hacer un esfuerzo para ofrecer una visión clara de la situación.
Llevo diciendo desde diciembre de 2011, que este Gobierno se
debía preocupar por conciliar las urgencias a corto plazo de nuestra economía
con sus necesidades a medio y largo plazo. Y resulta obvio que, a día de hoy,
no ha conseguido resolver ni una cosa ni otra.
Respecto al recorte del déficit, la primera (y esencial)
medida planteada fue una subida del IRPF que ha sido letal para el crecimiento
económico. Ya explicamos en su momento (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/01/como-aprendi-dejar-de-preocuparme-y.html)
que, frente al mito de la equidad de este impuesto, la realidad práctica es que
el mismo está escorado, fundamentalmente, hacia las rentas salariales (que son
las que representan el mayor volumen de las rentas efectivamente controladas).
La subida de los tipos hizo resentir el consumo de quienes, en ese momento,
podían consumir con algo más de alegría. La recesión en que nos hemos vuelto a
sumir no hace más que confirmar el error de esta decisión inicial.
A su vez, las medidas en relación al Impuesto de Sociedades (con
las limitaciones a las deducciones y a la aplicación de los gastos financieros
y de la deducibilidad del fondo de comercio,
junto con la subida de los pagos fraccionados a realizar) atacaron la
liquidez de las empresas que aún
mantenía un cierto desahogo en su tesorería.
A ello, hay que sumar que no se afrontó con decisión una
serie de aspectos que eran fundamentales para la solución de las taras que
afectaban a nuestro sistema económico:
- El saneamiento definitivo del sistema financiero (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/05/y-cuando-desperto-el-problema-del.html).
- No se abordó la necesaria priorización de las partidas de
gasto público (tal como defendimos en este blog, con la utilización del
Presupuesto Base Cero - http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/05/remedios-para-una-crisis-i-el-gasto.html
-, aunque cualquier otra técnica
presupuestaria sería válida). De hecho, todavía el Gobierno confunde lo que es
el necesario redimensionamiento de una estructura administrativa
hipertrofiada con la mera contención de los gastos asociados a dicha
estructura. Resulta ilustrativo cómo, en el RDL 20/2012, en relación a las
medidas adoptadas, se dice que “… parte de estas medidas tiene carácter
temporal o está prevista su aplicación sólo cuando concurran
circunstancias excepcionales, quedando supeditada su vigencia a la
subsistencia de la difícil coyuntura económica actual que afecta a la
sostenibilidad de las cuentas públicas”. ¿Se puede generar confianza entre
los posibles suscriptores de deuda pública cuando, prácticamente, se admite que
se piensa volver a las andadas cuando la economía empiece a recuperarse?
- No se adoptaron medidas concretas para estimular las
decisiones de inversión empresarial. De hecho, como hemos visto, las medidas
relativas al Impuesto de Sociedades casi disuadieron las mismas.
Por todo ello, el
camino hacia una dura recesión fue prácticamente inevitable.
Todo adquirió tintes bastante oscuros a partir de la crisis
de BFA-Bankia. El estallido de la misma puso en solfa la solvencia de todo
nuestro sistema financiero. Y, en la medida en que la Administración es el
garante real final de dicho sistema, los inversores empezaron a huir de la
deuda pública española como se huía de los leprosos en la Palestina de tiempos
de Jesús, ya que el aumento del déficit provocado por la recesión más los
temores que provocaban los compromisos latentes del Estado con las entidades
financieras, generaban serias dudas sobre la posible recuperación de los
recursos invertidos en dicha deuda pública.
Al final, obviamente, la única salida ha sido recurrir a la
Unión Europea para poder recapitalizar nuestras entidades financieras (ante la
imposibilidad de que el Estado español pudiera conseguir recursos para ello) y
la Unión Europea ha puesto sus condiciones. Es decir, hay que ver las
disposiciones que han efectuado el gran recorte que estamos analizando como la
imposición de la Unión Europea en contrapartida a nuestro semirrescate o
semiintervención (si las palabras rescate o intervención se quieren obviar por las
diferencias con lo sucedido con Irlanda, Grecia o Portugal).
En resumen: aunque hay que admitir que la herencia recibida
por este Gobierno fue desastrosa, no es menos cierto que la gestión de dicha
herencia ha estado muy lejos de ser la adecuada, cuando, en virtud de la propia
gravedad de la situación, era necesario afinar y atinar, sin lugar al error,
con las medidas a adoptar. No se han abordado las claves esenciales para
corregir las deficiencias del sistema económico y, al final, nos hemos tenido
que entregar a las recetas diseñadas por otros. Y la gran cuestión es: ¿hacia
dónde se orientan dichas recetas? Eso, lo veremos en la próxima entrada y
tendremos motivos para preocuparnos…
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