Como hemos visto en
anteriores entradas, el “gran recorte” efectuado por el Gobierno
a través del Real Decreto Ley 20/2012 es inseparable de la ayuda
financiera otorgada a España para el rescate del sistema financiero
(rescate cuyas condiciones ya han sido aprobadas en la reunión de
Ministros de Finanzas de la Eurozona, celebrada el pasado viernes, 20
de julio:
http://www.mineco.gob.es/portal/site/mineco/menuitem.ac30f9268750bd56a0b0240e026041a0/?vgnextoid=84213847464a8310VgnVCM1000001d04140aRCRD&vgnextchannel=864e154527515310VgnVCM1000001d04140aRCRD).
Las medidas aprobadas, influidas en gran medida por la Unión
Europea, pretenden embarcar a nuestra economía en un proceso de
deflación de precios y salarios con el fin de restaurar nuestra
competitividad. Y algunos indicios apuntan que la estrategia, desde
el punto de vista productivo, pasa por potenciar sectores cuyo
crecimiento de la productividad va a tener escaso recorrido (en
concreto, el turismo).
El gran problema de este
esquema es que la deflación de precios y salarios es un proceso
lento y altamente costoso en términos sociales. Por ello, en
realidad, no aportaría más ventajas que otras estrategias
alternativas.
En este sentido,
considero que siguen siendo válidas las propuestas que hice en este
blog entre mayo y septiembre de 2011, y que giraban en torno a los
siguientes ejes que consideraba como absolutamente prioritarios para
superar la actual coyuntura:
1.- SANEAMIENTO DEL
SISTEMA FINANCIERO
(http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/07/remedios-para-una-crisis-iv-la.html
).- Siempre hemos dicho que sin solucionar los problemas que afectan
a nuestro sistema financiero, nuestra economía no se va a recuperar.
Sin que los flujos de crédito se restablezcan, cualquier conato de
expansión no va a materializarse. Para que una empresa decida
aumentar sus ventas, la misma ha de poder financiar los mayores
gastos que habrá de afrontar hasta que los ingresos se hagan
efectivos. Si no encuentra dicha financiación, la empresa decidirá
mantener sus ventas en los niveles actuales. Y, si todas las empresas
hacen lo mismo, la recuperación económica no tendrá lugar… A
sensu contrario, si una empresa puede financiar, p. ej., el
desfase entre el momento de fabricación de sus productos y el
momento en que los ingresos por la venta de los mismos tienen lugar
gracias a una cuenta de crédito concedida por un banco, si un banco
decide cancelársela o no renovársela (algo que ha ocurrido muy
frecuentemente a partir de 2008), dicha empresa deberá reducir su
nivel de producción… Y ello acaba repercutiendo, evidentemente, en
el empleo y el nivel global de la actividad económica… Es decir,
el proceso de restricción del crédito generado por la crisis del
sistema financiero explica, por sí mismo, una parte importante de
caída del PIB. El saneamiento definitivo de las entidades bancarias
es, por tanto, un paso fundamental para salir de la actual situación.
Y, junto a ello, no nos cansaremos de repetirlo, la salida de todos
los directivos de entidades con quebrantos importantes y una reforma
para implantar mecanismos para evitar que se repita la formación de
una burbuja inmobiliario-financiera (terreno en el que aún no se ha
hecho nada). Desde 2007 no se han tomado las medidas correctas para
acabar con el principal lastre de nuestra economía y ello es un
freno para la recuperación y un obstáculo para el restablecimiento
de nuestra credibilidad a nivel internacional ya que, de hecho, las
dudas sobre la fiabilidad de las cuentas de nuestras entidades
financieras es uno de los principales factores que provoca la subida
de nuestra prima de riesgo.
2.- PRESUPUESTO BASE
CERO
(http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/05/remedios-para-una-crisis-i-el-gasto.html
).- Una cuestión que no se aborda en relación a los recortes es la
priorización de las partidas de gasto. La técnica presupuestaria
que se creó para determinar qué partidas eran útiles para
satisfacer determinados objetivos de interés general de gran
importancia y cuáles eran prescindibles se denomina “Presupuesto
Base Cero” y es la que debería aplicarse a todos los programas de
gasto de todas las administraciones (Estado, Comunidades Autónomas y
Corporaciones Locales). Cuando no está claro qué objetivos cumple
un determinado programa de gasto o se revela que el gasto público no
es la herramienta adecuada para cumplir un determinado objetivo,
DICHO PROGRAMA SE ELIMINA. Es decir, no se disminuye meramente
su cuantía en un determinado porcentaje para que el mismo resulte
menos gravoso para la hacienda pública. En dicha entrada, yo
mencionaba dos casos que, aunque suficientemente aireados ante la
opinión pública, no dejan de ser representativos del espíritu de
esta técnica presupuestaria. Los recursos destinados, p. ej., a las
televisiones públicas son claramente anacrónicos desde el punto de
vista del interés general: en el pasado, podía estar justificado
que el Estado invirtiera en una innovación técnica que, de otro
modo, hubiera sido difícil que se implantase. Pero, actualmente, hay
suficientes canales como para que no sea necesaria la intervención
pública con emisoras cuya programación, en la mayoría de los
casos, no es muy distinta a la de las televisiones privadas. Las
subvenciones al cine también son altamente discutibles a partir del
momento en que todos los mecanismos de protección y financiación
que se han ido diseñando para la cinematografía nacional se han
revelado inútiles para crear una verdadera industria, consolidada y
autosuficiente: está claro que habría que recurrir a otros
instrumentos porque la utilización del gasto público se ha revelado
inadecuada para ello. Sólo con un proceso de elaboración de
presupuestos públicos utilizando esta filosofía, se podrían
desarrollar coherentemente las diferentes medidas sobre
racionalización de la administración que el Gobierno quiere
aprobar. De lo contrario, todo ello no sería más que improvisación
y tijeretazos al tun-tun. Además, como ya hemos dicho en entradas
anteriores, ello sería, de verdad, una reducción racional de una
estructura administrativa sobredimensionada y no la simple contención
del gasto para que el coste de dicha estructura fuera el menor
posible, aunque siguiera siendo elevado (en su columna del sábado
pasado, Daniel Lacalle, en www.elconfidencial.com,
lo explica mejor que yo:
http://www.cotizalia.com/opinion/lleno-energia/2012/07/21/el-mercado-espera-un-rescate-inminente-entregarnos-al-desastre-7293/).
Al no adoptar esta estrategia, la realidad es que el límite de gasto
que ha fijado el Gobierno para 2013 es de 126.792 millones de euros,
un 9,2% más que el año anterior (!)...
3.- PLAN DE CHOQUE
(http://eldedoeneldato.blogspot.com/2011/09/remedios-para-una-crisis-v-plan-de.html
).- En la situación actual, es absolutamente necesario que se
adopten medidas que sirvan de estímulo a la inversión y al empleo.
Resulta curioso, a este respecto, los “razonamientos” que
intentan articular las últimas medidas del Gobierno. Así, el RDL
20/2012, en su Exposición de Motivos, defiende que hay que eliminar
la mayoría de las bonificaciones a la contratación, limitándolas a
los colectivos con dificultades objetivas y especiales para acceder
al mercado de trabajo (discapacitados, jóvenes, mayores de 45 años
que sean desempleados de larga duración, mujeres y para personas que
sustituyan a víctimas de violencia de género y trabajadores en baja
por maternidad). Pero si las bonificaciones no sirven, ¿cómo es que
se considera que va a tener efectos radicalmente positivos la
reducción de las cotizaciones sociales en un punto porcentual en
2013 y en otro punto porcentual adicional en 2014? Lo que ello revela
es que no se ha tomado conciencia de que ESTAMOS EN UNA
SITUACIÓN EXCEPCIONAL y, en virtud de ello, hay que tomar
medidas excepcionales que desbloqueen la creación de empleo. Todavía
no me explico cómo no se ha adoptado una decisión del tipo de
aprobar una exención del 100% de su cuota a la Seguridad Social a
todos los autónomos que se den de alta por primera vez en el régimen
correspondiente. Si se quiere favorecer a los emprendedores y el
autoempleo, una medida de estas características es fundamental.
Animaría a muchos, ya que reduciría los costes de iniciar una
actividad por cuenta propia. Actualmente, si se emprende este camino,
el principal obstáculo es la obligación de soportar determinadas
costes aun cuando no se haya facturado ninguna operación.
Adicionalmente, las bonificaciones provisionales de los pagos por
cuotas de la Seguridad Social por la creación de nuevos empleos es
una de las pocas medidas disponibles para dar la vuelta a la
situación económica, por lo que, desaprovecharla, no tiene sentido.
(Pero, eso sí, todo ello siempre en coordinación con el resto de
medidas dentro de un plan global que, como hemos venido diciendo
desde principios de año, aún no existe, porque, el que existía, http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/05/espana-tiene-un-plan.html, ha quedado claramente desbordado). Lo que es
contraproducente, desde cualquier punto de vista, es tomar medidas
que impidan aplicar en la base imponible del Impuesto de Sociedades
determinados costes (como los financieros o los derivados de la
amortización del fondo de comercio o la amortización de
determinados activos intangibles), o aumentar los pagos fraccionados
a realizar por las personas jurídicas, o aumentar las retenciones a
personas físicas que realizan actividades profesionales… Todas
estas disposiciones perjudican la actividad de quienes, por activa y
por pasiva, se dice que deben protagonizar la recuperación. Y,
mientras tanto, la tan cacareada Ley de Emprendedores, a la espera…
Pero, simultáneamente,
hay que afrontar el problema de la pérdida de competitividad, el
cual estaba en el origen de muchos de nuestros desequilibrios.
Recordemos que la variable clave que había que tener en cuenta era
el tipo de cambio efectivo:
Índice
de precios interior
Tipo
de cambio efectivo = Tipo de cambio nominal *
------------------------------------------------
Índice
de precios exterior
En la medida en que el “Índice de precios exterior” venía dado y que el “Tipo de cambio nominal” era inamovible, en función de nuestra pertenencia al euro, la única variable sobre la que se podía actuar era el “Índice de precios interior”. La cuestión esencial, en este punto, es que el índice de precios interior no depende exclusivamente del nivel salarial.
El “Índice de precios
interior” (P) se podría sintetizar según la siguiente fórmula:
P = (1 + Margen
empresarial)* Coste unitario de producto
A partir de ahora, al
margen empresarial lo vamos a denominar con la letra “z”.
Es decir, sobre el coste
unitario de elaborar una unidad de bien o servicio, se añadiría el
margen de beneficio empresarial. Para elaborar una unidad de
producto, hace falta mano de obra, materia prima y energía y otros
elementos que vamos a agrupar una especie de cajón de sastre.
Al coste de la materia
prima y la energía que se emplea por unidad de producto lo vamos a
denominar “mp” y al resto de elementos vamos a denominarlos
“ocu”.
Para calcular el coste
salarial por unidad de producto, hay que tener en cuenta que ello
dependería de la productividad. A mayor productividad, el coste
salarial unitario sería menor. Y, a la inversa, a menor
productividad, el coste salarial unitario sería mayor. Si llamamos
“w” al nivel salarial y “a” a la productividad, el coste
salarial unitario sería “w/a”.
De este modo, el “Índice
de precios interior” podría expresarse como:
w
P = (1+z) * (---------- +
mp + ocu)
a
Creo que, para ser lunes,
y con todo lo que está ocurriendo
(http://www.elmundo.es/elmundo/2012/07/23/economia/1343025620.html),
lo mejor será dejarlo aquí por hoy y seguir mañana a partir de
esta última fórmula...
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