ANÁLISIS DE “¡ACABAD YA CON ESTA CRISIS!” DE PAUL KRUGMAN (I)


A partir de hoy, vamos a analizar ¡Acabad ya con esta crisis!,  libro recientemente publicado por el Premio Nobel del Economía Paul Krugman (en España, por Editorial Crítica). Siempre polémico y siempre brillante, en esta primera entrada vamos a explicar los argumentos del economista norteamericano y en la próxima realizaremos una valoración crítica.








El título tan contundente de la obra invita a pensar que Krugman tiene la solución mágica a la difícil coyuntura actual. En cierto modo, él piensa que, efectivamente, es así. En ningún momento, duda de que las medidas que propone puedan tener otro resultado distinto al éxito. Aunque a muchos les puede parecer arrogante esta actitud, no deja de ser verdad que ofrece argumentos a favor de esta postura:

“… la experiencia reciente nos enseña una lección política crucial: es mucho mejor defender las creencias propias, luchar por lo que realmente debería hacerse, que intentar pasar por moderado y razonable al aceptar, en lo esencial, los argumentos del contrincante. Si no queda otro remedio, transija en las medidas políticas; pero jamás en la verdad.” (Los subrayados son míos).

Aunque su forma de expresarse la justifica por razones tácticas, resulta evidente que Krugman equipara sus “creencias propias” con la “verdad”. Habrá que explicar, por tanto, su lógica argumental para ver si en ella reside la ansiada solución a nuestros problemas actuales.

El esquema conceptual del libro es muy sencillo de resumir porque, básicamente, sigue el razonamiento de la escuela keynesiana desarrollada después de la II Guerra Mundial, y que es anterior a los estudios y críticas realizados por el monetarismo a partir de los años 60. (Definamos: llamo escuela keynesiana a los economistas que, dentro de la rama principal de la ciencia económica –respetuosa con los principios de la economía neoclásica en el terreno de la microeconomía-, partieron de los postulados de John Maynard Keynes para justificar la intervención de los gobiernos a través de las políticas de estabilización macroeconómica; es  decir, por un lado, no es que siguieran las afirmaciones y principios de Keynes al pie de la letra –como erróneamente se suele afirmar- y, por otro, hay interpretaciones alternativas de los escritos de Keynes que no se corresponden con lo que he venido a llamar escuela keynesiana. Perdón por esta larga explicación pero es necesaria para algo que luego diremos).

El esquema de la explicación de Krugman es la siguiente:

1.- La crisis actual es muy parecida a la crisis de 1929. En ambos casos, la raíz del problema ha sido el fuerte incremento de la deuda privada. Krugman utiliza la ratio de deuda familiar sobre PIB como dato indicativo. Dicha ratio, que llegó a alcanzar un valor cercano al 100% del PIB norteamericano en torno al año 1929, experimentó un rápido descenso, sobre todo como consecuencia del aumento del PIB nominal originado por la II Guerra Mundial. Manteniéndose en un intervalo entre el 20 y el 60% del PIB hasta los años 80, a partir de esa década empezó a crecer y volvió a alcanzar ese fatídico valor del 100% en torno al año 2008.

2.- Para corregir el exceso de endeudamiento, familias y empresas decidieron, en ambas ocasiones, reducir su gasto con el fin de generar recursos para amortizar sus operaciones de deuda. Esta es la única opción posible, ya que llega un punto en que el endeudamiento empieza a suscitar dudas e inquietud a los potenciales prestamistas sobre la capacidad de devolución de los posibles prestatarios. Por tanto, no es posible la concesión de nuevas operaciones ni la hipotética renovación de las ya existentes. La reducción del gasto y de la inversión fue inevitable, dadas las circunstancias.

3.- Como consecuencia de dicha reducción del gasto, tiene lugar una recesión económica, con caída del PIB y aumento del desempleo. Esta sería la situación que estamos viviendo en la actualidad. Por tanto, la recesión es una respuesta a una situación de endeudamiento excesivo y dicha respuesta viene de los agentes privados (empresas y familias).

4.- Para reaccionar frente a esta recesión, los poderes públicos cuentan con la política monetaria y la política fiscal.- El medio principal con que cuenta la política monetaria para volver a estimular el gasto y la inversión es la reducción de los tipos de interés. Sin embargo, existe una situación en que dicho remedio no es útil: si los tipos de interés ya están en el 0% o en un nivel cercano a esa cifra, ya no es posible efectuar disminuciones adicionales de su cuantía (es lo que se denomina “trampa de la liquidez”). En consecuencia, o bien se utilizan armas monetarias no convencionales o es la política fiscal (a través del aumento del gasto público) para volver a retomar la senda de la recuperación económica.

5.- Las políticas de austeridad son un error.- En función del razonamiento expuesto, Krugman se opone a las políticas de austeridad aplicadas a partir del año 2010. Considera que las mismas han sido aceptadas por los gobiernos en función de los intereses del sistema financiero (en general, en función de los intereses de los acreedores principales), pero van en contra del interés general porque condenan a las economías a la recesión al coincidir en el tiempo la reducción del gasto por parte de familias, empresas y Administraciones Públicas.

6.- El problema de las economías no es estructural sino coyuntural.- Krugman no cree que las economías occidentales tengan unos problemas de naturaleza estructural. Piensa que las condiciones estructurales son satisfactorias y que sólo aplicando los remedios que él recomienda el crecimiento volverá: “Cada vez que uno oye a uno de estos bustos parlantes repitiendo que tenemos un problema de largo plazo, que no se puede solventar con remedios cortoplacistas, debemos pensar que aunque tal persona quizá crea ser razonable, en realidad está siendo tan cruel como necia. Podemos acabar con esta crisis ya, y deberíamos hacerlo”.

7.- El fracaso del programa de estímulo fiscal emprendido por Barack Obama al principio de su mandato se debió a que el mismo se quedó corto.- El programa de estímulo por valor de 787.000 millones de dólares aprobado en 2009 era insuficiente dado el volumen de la economía estadounidense, teniendo en cuenta que el PIB norteamericano es de 15 billones de dólares y que la recesión era previsible que tuviera una duración de tres años. Los 787.000 millones de dólares iniciales en relación a los 45 billones de dólares del trienio de crisis no representaban más allá del 1,75%, de forma que su impacto tenía que ser forzosamente limitado.

En consonancia con estos argumentos, las medidas que defiende para Estados Unidos y para Europa, respectivamente, son las siguientes:

A.- MEDIDAS PARA ESTADOS UNIDOS.- Las medidas defendidas para Estados Unidos son de tres tipos:

1.- Política fiscal

a.- Concesión de ayudas a los gobiernos estatales y locales, por un importe de 300.000 millones de dólares para que los mismos deshagan los despidos de medio millón de empleados públicos realizados (sobre todo, en el sector de la educación) como consecuencia de las medidas de austeridad y, a su vez, retomen la contratación de nuevos empleados para ajustar su número al crecimiento de población producido desde 2008. Krugman considera que esta medida serviría para crear 1,3 millones de empleos.

b.- Realización de un amplio programa de inversiones públicas.- Inversiones en carreteras, mejoras del ferrocarril y de los sistemas hídricos, sin tener que recurrir a proyectos de alto coste como ferrocarriles de alta velocidad.

c.- Aumento de las ayudas a las personas en dificultades, con incremento temporal de la generosidad del seguro por desempleo y de otros programas de la red de seguridad social.

2.- Política monetaria

a.- En la medida en que los tipos de interés de la Reserva Federal están cercanas al 0%, hay que recurrir a medidas extraordinarias de política monetaria para ayudar a la reactivación de la economía: retomar los programas de “flexibilización cuantitativa” o quantitative easing (si usamos la expresión inglesa) de modo que se utilice dinero recién impreso para comprar activos “no convencionales” como bonos a largo plazo y deuda privada; usar dinero recién impreso para costear rebajas temporales de impuestos; establecer objetivos para las tasas de interés a largo plazo, comprometiéndose la Reserva Federal a mantener la tasa de interés de los bonos a 10 años por debajo del 2,5% durante cuatro o cinco años, recurriendo, si fuera preciso, a la compra de esos bonos; intervenir en el mercado de divisas para rebajar el valor del dólar y estimular, así, las exportaciones; establecer un objetivo más alto para la inflación (3-4% para los próximos 5 o, incluso, 10 años) con el fin de reducir el valor real de las deudas existentes.

3.- Política de vivienda

a.- Programa de auxilio hipotecario para ayudar a las personas que tengan problemas en el pago de sus préstamos de vivienda.

b.- Flexibilización de las normas para que los prestatarios puedan refinanciar sus operaciones a tipos de interés inferiores a los fijados en el momento inicial. Esta flexibilización es necesaria porque el valor actual de muchas viviendas es inferior al del propio préstamo hipotecario. Si los prestatarios solicitaran la refinanciación, las entidades les obligarían a aportar garantías adicionales. Se trataría de que se pudiera efectuar la refinanciación sin tener que realizar dicha aportación.

B.- MEDIDAS PARA EUROPA.- El problema para Europa residiría en que las economías centrales (fundamentalmente, Alemania) mantienen una mejor posición competitiva que las economías periféricas (Italia, Irlanda, España, Portugal, Grecia). De esta forma, las economías centrales gozan de un superávit por cuenta corriente mientras que las economías padecen de un déficit simétrico por cuenta corriente. Al haber una moneda única, no funcionaría el mecanismo tradicional de ajuste: la devaluación de la moneda de los países deficitarios para restaurar su competitividad. Al mismo tiempo, no existe un presupuesto comunitario de gran volumen que sirva para compensar la desigual situación entre unos países y otros. Por ello, la recomendación de Krugman sería la de una política de dinero barato (aún más barato, habría que decir) por parte del Banco Central Europeo y una política de estímulo fiscal por parte de Alemania (en vez de la austeridad aplicada por la canciller Angela Merkel). Como los países centrales tienen una tasa de desempleo muy inferior a la de las economías periféricas, esta combinación de políticas provocaría una subida de la inflación mayor en las economías centrales que en las economías periféricas, de forma que estas últimas mejorarían su competitividad (pueden leer una entrada anterior para comprender este mecanismo: http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/07/el-gran-recorte-no-me-llames-rescate_17.html).

Hasta aquí, un sucinto resumen de la obra. En nuestra próxima entrada, expondremos nuestra valoración de la misma.


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