El primer problema al que hicimos
referencia en la anterior entrada fue el de la COMPOSICIÓN del gasto público.
Gracias a la Oficina Estadística
de la Unión Europea (EUROSTAT), podemos tener una visión clara de las distintas
partidas de gasto público en cada país europeo. Ello nos va a servir para
comparar el peso relativo de cada una de ellas en diferentes naciones.
La clasificación utilizada para
diferenciar las determinadas partidas de gasto tiene las siguientes categorías:
1.- Servicios generales (órganos
ejecutivo y legislativo, organismos fiscales y financieros, cooperación
exterior…).
2.- Defensa.
3.- Orden público, seguridad y
justicia.
4.- Políticas sectoriales
(agricultura, industria, comercio, transportes, comunicaciones…).
5.- Protección del medio
ambiente.
6.- Políticas de vivienda y
comunitarias (alumbrado público, depuración de agua, limpieza urbana…).
7.- Sanidad.
8.- Ocio, cultura y religión.
9.- Educación.
10.- Protección social.
En el siguiente cuadro (en el
que se reflejan datos de la Unión Europea, la Eurozona y los principales países
de ambas áreas), aparece el desglose de gastos en el año 2010 según el porcentaje que el gasto en cada
partida supone en relación al PIB:
Fuente: EUROSTAT
Para apreciar dónde reside el
problema, vamos a comparar la composición del gasto español con la
de dos países muy distintos: Irlanda y Alemania.
Irlanda era un país que en 1995
partía de un nivel de renta per cápita superior en un 24% al español pero que,
en virtud de un intenso proceso de liberalización, consiguió que en 2011 dicho
nivel fuera un 53% superior. En el siguiente gráfico, pueden ver las tasas de
crecimiento de ambas economías en el período 1996-2007 (es decir, hasta el
último año antes de la crisis):
Fuente: EUROSTAT
Si comparamos la estructura
presupuestaria de ambos países, podemos sacar las siguientes conclusiones:
1.- En España, el apartado
correspondiente a “Servicios generales” suponía en 2010 el 5,2% del PIB y en
Irlanda el 3,9%. Es decir, en España dicho concepto supone un 1,2% más del PIB.
En estas cifras, influye que Irlanda sea un Estado unitario mientras que España
es un Estado descentralizado cuasi-federal.
2.- En el apartado relativo a “Cultura”, España
gasta el 1,6% del PIB, frente al 0,7% de Irlanda. (Incluyan aquí todos los
centros de arte contemporáneo que han surgido como hongos en toda la geografía
hispana, festivales varios, todos ellos deficitarios, subvenciones diversas, patrocinios de acontecimientos deportivos de toda índole, etc.). Es decir, un 0,9%
más del PIB.
3.- En el apartado de “Sanidad”,
España gasta el 6,5% del PIB, frente al 8,5% del PIB en Irlanda. Es decir, en
España se gasta en este concepto dos puntos menos de PIB que en Irlanda.
4.- En “Educación”, España gasta
el 4,9% del PIB frente al 6% de Irlanda. Es decir, 1,1 puntos menos.
5.- En cuanto a “Protección
social”, España gasta el 16,9% del PIB frente al 17,1% de Irlanda
(Hay un elemento que puede
distorsionar la interpretación de los datos y, por ello, me he centrado en los
expuestos. Dicho elemento es que en 2010 aparece la ayuda de Irlanda a sus bancos,
por lo que el epígrafe “Políticas sectoriales” en el caso irlandés supone el
25% del PIB.Por este motivo, este epígrafe
subió al 6% del PIB en 2008 y al 7,3% en 2009. En el período 1995-2007, la
media para España fue del 4,4% y para Irlanda del 3,7%).
En resumen, Irlanda, frente a
España, ha optado por un modelo de estructuras administrativas y burocráticas
más livianas y con una acusada preferencia por los gastos en sanidad, educación
y protección social, sin un énfasis acusado en otros aspectos como las materias
relacionadas con la política cultural. Se trata de un modelo presupuestario
coherente en la medida en que, como vimos en la anterior entrada, ha optado por
una presión fiscal reducida, por lo que se ha dado prioridad al que se suele
llamar “gasto social”.
Si la comparación se hace con
Alemania, que se trata de un modelo con una mayor intervención del Estado, las
cifras serían las siguientes:
1.- En relación al epígrafe “Servicios
generales”, España gasta el 5,2% del PIB frente al 6,1% de Alemania. El mayor
peso de este concepto en Alemania frente a Irlanda se debe, en gran medida, a
que la primera tiene una estructura federal
y que ha optado por un sistema con mayor intervención pública. Es decir,
en este punto, España gasta 0,9 puntos del PIB menos que Alemania.
2.- En “Políticas sectoriales”,
España gasta el 5,2% del PIB frente al 4,8% de Alemania. Incluyan aquí las
primas a las energías renovables y los gastos en infraestructuras e
instalaciones de dudosa rentabilidad económica y social.
3.- En “Cultura”, España gasta el
1,6% del PIB frente al 0,8% en Alemania (0,8 puntos más del PIB)
4.- En “Sanidad”, España gasta el
6,5% del PIB frente al 7,2% de Alemania (0,7 puntos menos del PIB).
5.- En “Protección social”,
España emplea el 16,9% del PIB frente al 20,6% de Alemania. Es decir, Alemania
emplea 3,7 puntos del PIB más que España en protección social. Hay un subepígrafe que merece la
pena destacar. El gasto en desempleo en España supone el 3,2% del PIB mientras
que en Alemania es del 2,9%. Llama la atención que las cifras sean similares
cuando la tasa de desempleo española, al finalizar el 2011, era del 21,7%
frente al 5,9% en Alemania. ¿Cuenta nuestro país, realmente, con medidas de
protección social mucho más generosas que la media europea? Quizás, sea otro
mito a revisar.
6.- Curiosamente, en “Educación”,
España gasta el 4,9% del PIB frente al 4,3% de Alemania.(En relación al resto de países,
hay que tener en cuenta que la media de la Unión Europea es del 5,5% y de la
Eurozona, el 5,1%. Los datos de algunos países importante son: Bélgica, 6,3%;
Dinamarca, 8,1%; Francia, 6%; Italia, 4,5%; Holanda, 5,9%; Austria, 5,7%;
Portugal, 6,5%; Finlandia, 6,5%; Suecia y Reino Unido, 7%. Es decir, salvo
Italia y Alemania, el porcentaje español es inferior).
Alemania, que cuenta con una
presión fiscal más elevada, tiene más posibilidades de desplegar cifras mayores
de gasto público. Pero, a pesar de ello, hay partidas cuya cuantía está controlada
(como “Cultura”) y, como el caso irlandés, centra su acción en las políticas
sociales.
En función de todo ello, ¿qué
sucede en España? Resumiendo (y simplificando, sí, pero sin faltar
esencialmente a la verdad), lo siguiente: hemos decidido tener, básicamente, la
presión fiscal de Irlanda (además, no aplicada homogéneamente a todos los
segmentos de rentas, como veremos en una próxima entrada) pero con la
estructuras administrativas y burocráticas alemanas (que tuvo en 2010 una ratio
Ingresos Públicos/PIB superior en 9,6 puntos del PIB a la española) y, además,
desarrollando partidas como “Políticas sectoriales”, “Cultura” o “Vivienda” con
mayor intensidad, de forma que, sólo en esas tres, empleamos 1,7 puntos más del
PIB. Evidentemente, al final, con la insuficiencia de ingresos y con la
potenciación de políticas verticales (es decir, aplicadas a sectores específicos),
de utilidad dudosa, en detrimento de las políticas transversales (como “Sanidad”
o “Educación”), se consigue un modelo de gasto público que acumula todos los
males posibles:
- Elevado déficit público.
- Con gran peso de las
actividades burocráticas y administrativas, sustraendo recursos a las
actividades de prestación de servicios directos a la ciudadanía (sanidad,
educación, prestaciones de desempleo, atención a la tercera edad, atención a los discapacitados…).
- Y, por consiguiente, con una
apreciación negativa por parte de la sociedad del grado de cumplimiento por las
administraciones públicas de las funciones que les son propias.
Pero, evidentemente, aún hay más
deficiencias. En las próximas entradas, las iremos viendo.
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