Como se acerca la Navidad, hoy
vamos a empezar con una secuencia de una película de Walt Disney que, seguro,
que han visto con anterioridad:
Nos podríamos preguntar si para
la economía de un país existe un “espejito” que nos diga, sin asomo de dudas, cuál
es su situación exacta y precisa. La respuesta es, aunque no se lo crean, sí. Y
ese “espejito” sería el sector exterior y, más concretamente, el saldo de la
balanza por cuenta corriente.
Para simplificar, podemos decir
que la balanza de pagos de un país se podría descomponer en dos sub-balanzas:
la sub-balanza por cuenta corriente y la sub-balanza de capital (para hacer más
legible la entrada, vamos a denominarlas, simplemente, balanza por cuenta
corriente y balanza de capital). La balanza por cuenta corriente estaría
formada por todas las transacciones con el exterior que no implican toma o
concesión de deuda ni adquisición de cualquier título de propiedad. Es decir,
incluirían las compraventas de bienes, el intercambio de servicios (en el caso de
España, tiene gran importancia las partidas relacionadas con el epígrafe de
turismo, ya que cada vez que un extranjero visita España, ello es registrado
como un intercambio de nuestro país con el resto de países) y la percepción y
envío de rentas y transferencias (intereses de operaciones de préstamos, ayudas
de la Unión Europea, etc.). La balanza de capital registraría todas las
operaciones de endeudamiento e inversión (emisión de bonos suscritos por
extranjeros, concesión de préstamos en el exterior, compra de acciones de una sociedad
extranjera, etc.). Los saldos respectivos de las balanzas están íntimamente
relacionados. Si la balanza por cuenta corriente es positiva (es decir, que
nuestras ventas superen a las compras), podremos prestar al exterior, realizar
inversiones en otros países o acumular divisas. Si la balanza por cuenta
corriente tiene saldo negativo (es decir, que, en última instancia, nuestras
compras del exterior superan a las ventas), la diferencia tendría que ser
cubierta endeudándose con el exterior o mediante la realización de inversiones por
parte de otros países. Si, por cualquier motivo, nadie nos presta o nadie
quiere invertir aquí, se podría recurrir a reducir la reserva de divisas. Si
las mismas se agotan, nuestra demanda tendría que ser reajustada a la baja
hasta que se igualaran las compras y las ventas con otros países (esto último
es lo que ha sucedido en los últimos años, como luego explicaremos). Claro
está, podríamos plantearnos por qué existe una brecha de tal naturaleza y,
entonces, tendríamos que analizar la competitividad de la economía, la
realización de políticas expansivas de demanda, el nivel del tipo de cambio (en
los países con moneda propia), etc. Como ven, a partir del análisis de la
balanza de pagos, en general, y de la balanza por cuenta corriente, en
particular, acabamos implicando a todas las variables y elementos que integran
el sistema económico.
Para ver el comportamiento de
dicha balanza en España, vamos a mostrar los datos del período 1990-2012:
Fuente: Banco de España
A continuación, presentamos los
saldos mensuales:
Fuente: Banco de España
Observemos cómo, a partir de
finales de 2003, el saldo de la balanza por cuenta corriente española empieza a
presentar cifras negativas como nunca había tenido en los trece años
anteriores. Este hecho está asociado a la entrada de capital exterior para
financiar nuestra burbuja inmobiliaria. Es decir, vean cómo la fuerte variación
del saldo de la balanza por cuenta corriente está asociada a un impacto
igualmente profundo en la balanza de capital. Los comportamientos de ambos son
indisociables. Asimismo, no podemos separar ambos hechos del comportamiento
productivo de la economía española. El dinero procedente del exterior no se
destinó a poner en marcha nuevas empresas y actividades sino, básicamente, a la
promoción inmobiliaria. En función de ello, no se produjo una expansión de la
producción al mismo ritmo que la demanda. La demanda agregada creció a un ritmo
más elevado y produjo, entonces, un aumento del desequilibrio externo (como
ven, todo está conectado y el sector exterior es el termómetro del conjunto de
complejos fenómenos que se entrecruzan).
Se detecta, asimismo, fácilmente,
cómo el saldo negativo máximo se alcanzó en 2007, alcanzando la cifra de 105
millones de euros. En términos mensuales, el mes de enero de 2008 conoció el
valor máximo de la brecha descrita: 12.220 millones de euros. Y, como hemos
estado explicando, la ralentización de nuestro crecimiento está asociada a la
reducción del déficit por cuenta corriente. Y, por supuesto, a la finalización
de los flujos externos de capital para continuar financiando inversiones
inmobiliarias en nuestro país. Para 2012, la estimación que he realizado, en
función de los datos disponibles hasta septiembre, apuntan a un déficit en
torno a los 21.500 millones de euros. En los meses de julio y agosto (debido al
turismo, evidentemente), hubo incluso superávits por cuenta corriente.
Que el déficit exterior por
cuenta corriente se haya corregido de modo tan sustancial desde el año 2007 es
uno de los elementos más positivos de nuestra evolución económica. Ha reducido
nuestra dependencia con el exterior y, con ello, nuestras necesidades de
endeudamiento. Ahora bien, la incógnita es la siguiente: la corrección
producida, ¿se debe a una mejora de nuestra competitividad o es fruto sólo de
nuestra debilidad económica?
Es cierto que merecen destacarse
los esfuerzos realizados por nuestro sector agroalimentario para mejorar su
cuota exportadora (http://www.libremercado.com/2012-06-26/juan-velarde-lo-agroalimentario-y-espana-64888/),
así como la estrategia de muchas empresas relacionadas con la construcción de
buscar nuevos mercados para compensar la caída producida en el mercado
nacional. En general, la reacción de nuestras empresas ha sido buscar en el
exterior alivio a la brutal atonía interna. Ello tendrá efectos positivos a
largo plazo ya que se habrán creado canales de comercialización y redes de
distribución que podrán ser aprovechados en el futuro. Pero observen un momento
el siguiente cuadro, referido a las exportaciones e importaciones de bienes:
Fuente: Banco de España
Se observa claramente que en el
último trimestre de 2008 se produjo un gran desplome de las importaciones,
hecho que fue clave para la corrección del desequilibrio externo. ¿Qué
sucedería si la economía se recupera?¿Se produciría una recuperación de las
compras al exterior, la reaparición del déficit por cuenta corriente y el
inicio de una nueva senda de endeudamiento? Como dijimos en la primera entrada
de este año (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/01/distancias-cortas-y-distancias-largas.html),
en la situación actual, el Gobierno
tenía que estar atento tanto a las distancias cortas como a las distancias
largas en nuestra economía. Además de lograr la recuperación y, posiblemente,
para lograr que la misma se produzca, sería necesario dinamizar nuestro aparato
productivo, con el fin de que, cuando la demanda se reactivara, la oferta
pudiera responder a un ritmo similar y no tuviéramos que recurrir masivamente a
las importaciones para satisfacerla. No obstante, las medidas para lograr esa
dinamización (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/07/el-gran-recorte-no-me-llames-rescate_1197.html)
aún se las espera, sin que el Gobierno parezca tener prisa en aprobarlas. La
famosa Ley de Emprendedores sería el primer paso. Harían falta muchos más, pero
dar, al menos, el primero serviría para alimentar alguna esperanza. La
esperanza de conseguir que el “espejito” de Blancanieves nos diga, por muchos
años, que seguimos siendo hermosos y que no nos advierta, al cabo de poco
tiempo, que volvemos a ser muy feos…
Impresiona cuando lo lees tan bien explicado, gracias por el aporte
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