En sucesivas entradas del blog,
hemos insistido en que, para superar la actual situación de crisis de la
economía española, había que actuar en dos frentes distintos. Por un lado, había
que racionalizar el gasto público, fijando objetivos claros y recortando
aquellas áreas que no estuvieran incluidas en las principales prioridades
definidas (es decir, no se trata de efectuar recortes indiscriminados, sino de
recortar o eliminar aquellas partidas que no correspondieran a los fines
prioritarios establecidos). Por otro, había que dinamizar la estructura
económica, eliminando rigideces y trabas innecesarias, con el fin de estimular
la actividad, la inversión y la creación de empleo.
(Pulse sobre la imagen si quiere ampliarla)
Hoy, para evaluar en qué medida,
en los últimos años, se han eliminado trabas y rigideces en nuestra economía,
vamos a recurrir al Indice de Libertad
Económica 2013 de la Fundación Heritage (http://www.heritage.org/index/).
Muchos podrán decir que se trata de una fundación de derechas, liberal (en
sentido europeo) y absolutamente opuesta a todo tipo de intervencionismo
público. Para evitar esta objeción, vamos a realizar la comparación,
básicamente, con Estados Unidos y con países de nuestro entorno cuyo modelo
social no genere rechazos por parte de quienes no compartan las ideas de la
Fundación Heritage.
Para construir el índice, la
Fundación Heritage utiliza 10 parámetros: protección de los derechos de
propiedad, ausencia de corrupción, presión fiscal, gasto público, libertad para
hacer negocios, liberalización del mercado de trabajo, estabilidad monetaria y
ausencia de controles de precios, libertad comercial, libertad para la realización
de inversiones y libertad financiera.
España ocupa el puesto 46 en una
relación de 177 países (habiendo tenido el puesto 31 en el año 2011 y el puesto
36 en el 2012), teniendo su índice un valor de 68 sobre 100:
Fuente: Fundación Heritage
Los primeros países de la lista
son Hong Kong, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Suiza, Canadá, Chile, Islas
Mauricio, Dinamarca y Estados Unidos:
Fuente: Fundación Heritage
A partir de este dato inicial,
hay dos elementos dignos de interés. El primero es la evolución del índice para
España en los últimos años. Así, se puede apreciar que el mismo ha
experimentado una reducción desde un valor de 70 en el año 2009 hasta un valor
de 68 en el presente ejercicio de 2013:
Fuente: Fundación
Heritage.
Para poder comparar con exactitud
la magnitud de la caída, hay que poner en relación la misma con la
experimentada por el Índice a nivel mundial:
Fuente: Fundación Heritage
Así, si el Índice mundial ha
sufrido una caída del 1%, la experimentada en el caso español es del 2,86%, es
decir, casi el triple.
Por lo tanto, si habíamos
recomendado el eliminar las trabas y rigideces, lo que muestra el Índice es que
hemos seguido el camino contrario.
No obstante, lo verdaderamente
interesante es comparar nuestra posición con la de una serie de países con
culturas y modelos sociales cercanos al nuestro y que están por encima de
España en la clasificación:
PUESTO Nº3 (Australia):
PUESTO Nº 4 (Nueva Zelanda):
PUESTO Nº 5 (Suiza):
PUESTO Nº 6 (Canadá):
PUESTO Nº 9 (Dinamarca):
PUESTO Nº 10 (Estados Unidos):
PUESTO Nº 11 (Irlanda):
PUESTO Nº 14 (Reino
Unido):
PUESTO Nº 16 (Finlandia):
PUESTO Nº 17 (Holanda):
PUESTO Nº 18 (Suecia):
PUESTO Nº 19 (Alemania):
PUESTO Nº 25 (Austria):
PUESTO Nº 31 (Noruega):
PUESTO Nº 40 (Bélgica):
Como podemos observar, por
delante de nosotros figuran países con distintos sistemas de protección social
y que han adoptando políticas económicas muy distintas. Pero, en última
instancia, lo que comparten es su convencimiento de que es necesario estimular
e incentivar, ante todo, la actividad del sector privado para elevar su nivel
de crecimiento y, en su caso, desarrollar determinadas políticas desde el
sector público. Y, para estimular e incentivar la actividad del sector privado,
es necesario crear un marco regulatorio ágil, flexible y dinámico que no
suponga ni frenos ni entorpecimientos. Si el sector privado no crece es evidente
que ni se crearán empleos ni el sector público dispondrá de recursos para financiar
las pensiones, la sanidad, la educación u otras políticas sociales. En buena
medida, ello es lo que está sucediendo en nuestro país.
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