ORIZONIA: REÍR POR NO LLORAR







Como posiblemente habrán conocido por la prensa, el pasado 18 de febrero el grupo turístico Orizonia (antiguo grupo Iberostar) anunciaba su cierre (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/18/baleares/1361206440.html), lo cual suponía dejar en el aire en torno a 5.000 empleos.

Es interesante describir el proceso por el cual se ha llegado a esta situación porque es revelador de muchos de los mecanismos disfuncionales que afectan a la economía española.

Aunque es obvio que Orizonia se ha resentido de la crisis que nos afecta desde hace, más o menos, cinco años, el punto de partida de los problemas de este grupo es la decisión del fondo de capital riesgo estadounidense Carlyle de abandonar su participación en la firma. Debido a las débiles expectativas de crecimiento para los próximos años, la inversión había dejado de ser atractiva para Carlyle y decidió no continuar siendo socio del proyecto (http://www.elconfidencial.com/economia/2012/09/26/carlyle-reestructura-su-millonaria-inversion-en-el-gigante-del-turismo-espanol-orizonia-106076/).

Afortunadamente, en el capital de Orizonia también estaban presentes otros dos fondos de capital riesgo: Vista Capital (firma perteneciente al Banco Santander) e ICG (firma especializada en mezzanine, es decir, en financiación mixta cuya consideración se encuentra a medio camino entre el capital y la deuda, y que se suele utilizar para proporcionar recursos a empresas que han decidido llevar a cabo planes de expansión). Aunque la coyuntura era complicada, ya que había que reestructurar deuda por un importe de 700 millones de euros, se logró encontrar una vía de solución: a cambio de una importante quita, Vista Capital e ICG, que eran socios minoritarios, iban a pasar a ser los nuevos propietarios del grupo e, igualmente, iban a inyectar recursos que garantizaran la viabilidad del mismo (http://www.elconfidencial.com/economia/2013/02/18/quien-dejo-sin-rescate-a-orizonia-botin-lazard-barcelo-o-hidalgo-115149/).

Cuando todo parecía ir por buen camino, se presenta una oferta de emergencia liderada por el grupo Barceló (http://www.elconfidencial.com/economia/2012/12/03/barcelo-compra-orizonia-e-inyecta-40-millones-para-mejorar-su-balance-110446/), que tenía como colofón la absorción de Orizonia. Barceló contaba con el apoyo del banco de inversión Lazard y ambos consiguieron ganar el favor del Banco Santander para que la opción de Vista Capital e ICG no llegara a buen puerto. Como resultado de ello, toda la banca acreedora retiró su apoyo a la misma y pasó a defender la nueva opción que se ponía sobre la mesa.

En este punto, es ICG quien veta el nuevo diseño del salvamento de Orizonia. Por un lado, no le parecían de recibo las formas que se habían utilizado para forzar la no aplicación del primer plan aprobado. En segundo lugar, estaba la figura del directivo de Barceló que se iba a encargar de la fusión: Gabriel Subías. Subías había sido consejero delegado de Orizonia y había abandonado su cargo tras desavenencias con Carlyle y Vista Capital (http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/1992652/03/10/Orizonia-frena-la-compra-de-Marsans-y-su-primer-ejecutivo-planea-marcharse.html) y el intento de volver a entrar en Orizonia era visto como una especie de venganza servida en frío. Adicionalmente, ICG presentó un informe sobre la gestión de Subías en el asunto que provocó su salida (la posible compra de Viajes Marsans) para poner en duda la idoneidad de la operación.

Ante lo que parecía ser un callejón sin salida, el consejero delegado de Orizonia, José Duato, contacta con Globalia. Aprovechando que mantenía una antigua relación tanto profesional como personal con el presidente de esta última, Juan José Hidalgo, logra alcanzar, el 9 de diciembre de 2012, un acuerdo para fusionar ambos grupos (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/12/09/baleares/1355091227.html). Nuevamente, parecía haberse encontrado una solución. Pero, hete aquí, que debido a la cuota conjunta de mercado de ambas compañías, la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) debía dar su visto bueno a la operación.

A día de hoy, la CNC no ha llegado a emitir el informe correspondiente. Aunque el Gobierno presionó para que el dictamen de la CNC fuera aprobado con la mayor urgencia posible (http://vozpopuli.com/empresas/21509-el-gobierno-presiono-hasta-ultima-hora-a-la-cnc-para-que-aprobara-la-operacion-globalia-orizonia), el organismo no tenía previsto emitir el mismo antes de dos meses. En virtud de ello, Juan José Hidalgo, que ya había anticipado 15 millones de euros para formalizar la operación, no se atrevió a completar los 45 millones de euros restantes para culminar la adquisición de Orizonia.

El resultado final es el comentado al principio de esta entrada: la empresa dejaba de operar e iba a intentar vender algunas de las empresas del grupo para lograr salvar el máximo número de empleos posibles. El 19 de febrero, se lograron salvar 800 empleos gracias a la venta de la aerolínea Orbest y de las agencias de viajes Vibo (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/19/baleares/1361298250.html).

Resulta obvio, tras recorrer toda esta historia, que algo falla en nuestros sistema económico para que el desenlace de Orizonia sea su cierre cuando ha habido tres soluciones posibles sobre la mesa. Y cuando, al final, había una que podía salir adelante, la burocracia ha impedido que la misma se lleve a la práctica. Es evidente que nuestra legislación (frente a la de, por ejemplo, los países anglosajones) no logra cumplir el objetivo de permitir la continuación del funcionamiento de una empresa en problemas antes que la misma se vea abocada a su desaparición. La lentitud de los procesos de solución de crisis empresariales sigue siendo una dificultad endémica y nada se ha hecho para remediarlo. Si a ello unimos el sesgo antieconómico de muchos de los mecanismos de nuestras administraciones públicas, tendremos un cóctel letal.

Con independencia de que estemos hablando de problemas particulares de empresas concretas, todo ello supone un entorpecimiento insalvable al dinamismo de nuestra estructura productiva y, en el caso concreto de la situación de nuestro sector turístico, se unen una serie de circunstancias que están provocando que estemos perdiendo el control de la cadena de valor de la actividad. Si los touroperadores extranjeros siguen teniendo una situación dominante y una compañía aérea tan importante como Iberia pasa a tener un papel secundario, buena parte del excedente generado por el sector va a ir a parar a empresas extranjeras y, además, vamos a perder los mecanismos de contacto directo con el cliente final.

Sin embargo, nada se hace para remediar los males de fondo que nos aquejan. Desde hace décadas, se viene advirtiendo de que las empresas en crisis requieren de procedimientos ágiles que permitan resolver los problemas sin que la empresa se vea abocada a su desaparición. Y la reforma de la legislación concursal, según lo visto, no ha sido suficiente.

¿Alguien se explica lo que ha sucedido en Orizonia cuando tenemos seis millones de parados y la economía en recesión? Yo, desde luego, no.

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