Durante la madrugada que
transcurrió entre el viernes 16 de marzo y el sábado 17 de marzo, la Unión
Europea adoptó un sorprendente acuerdo, en relación a los problemas por los que
está atravesando Chipre, que supone la ruptura de un principio que, hasta
ahora, había parecido inamovible: el evitar todo quebranto en los depósitos
bancarios. Como la cuestión tiene más enjundia de lo que aparenta, vayamos por
partes.
Chipre es una isla de 9.250 km2
que, en 2004, se incorporó a la Unión Europea y, en el año 2008, adoptó el euro
como moneda propia. A 1 de enero de 2012, tenía, aproximadamente, 862.000 habitantes,
el 0,17% de toda la población de la Unión Europea. Su PIB en 2012 estuvo en
torno a 17.559 millones de euros, lo cual representó el 0,13% del PIB conjunto
de todos los países de la Unión.
Dos aspectos merecen destacarse en
relación a la evolución del país en los últimos cuarenta años:
1.- Desde el punto de vista
político, en 1974, Turquía, tras un golpe de estado pro-griego en la isla,
invadió el norte de la misma y estableció un régimen afín, la República Turca del
Norte de Chipre que, a día de hoy, aún existe y que ha provocado que el país
haya permanecido dividido en dos, con levantamiento de muro incluido, marcando
las distancias entre la comunidad grecochipriota y la turcochipriota.
2.- Desde el punto de vista
económico, desde principios de los 70, con el fin de estimular el desarrollo
económico del país, se optó por convertirlo en un paraíso fiscal. En un primer
momento, se logró el establecimiento de navieras y el nacimiento de negocios
marítimos y, posteriormente, viendo los efectos positivos de la medida, se
extendió su alcance a la banca y a los servicios financieros en general. La ausencia
de regulación en esta área ha dado lugar a que Chipre se haya convertido en un
punto privilegiado para el blanqueo de capitales, en especial para muchos
oligarcas rusos y ha dado lugar a situaciones verdaderamente curiosas (http://blogs.elconfidencial.com/economia/perlas-kike-vazquez/2013/01/14/alemania-sopesa-dejar-caer-a-un-miembro-de-la-eurozona-7928):
a.- Los activos de los bancos
chipriotas sumarían un 625% del PIB del país, alcanzando el 925% del PIB si
sumamos los pertenecientes a los bancos extranjeros instalados en las islas (el
fenómeno es similar al vivido por Islandia con la increíble expansión vivida
por las entidades bancarias Glitnir, Landsbanki y Kaupthing).
b.- Chipre es el mayor inversor
directo del mundo tanto en Rusia como en muchos países asiáticos.
Que, con un problema político de
la envergadura descrita y con la existencia de unos procedimientos tan laxos en
materia de blanqueo de capitales, Chipre lograse entrar con tanta facilidad en
la Unión Europea, primero, y en la Eurozona, después, ya invita a la
estupefacción. Pero así fue y poco puede hacerse ya para remediarlo. Lo que
ocurrió fue, obviamente, que la incorporación chipriota no hizo más que
estimular con intensidad renovada la entrada masiva de capitales, en el
entendido de que los mismos iban a estar mejor protegidos bajo el amparo
europeo y el paraguas de la moneda única.
El gran problema para la banca
chipriota ha venido de la reestructuración de la deuda griega. Las quitas
impuestas (que, recordemos, supusieron, en el segundo rescate efectuado en
marzo de 2012, unas pérdidas del orden del 74% en el valor de los bonos: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/09/economia/1331299938.html)
han causado un grave quebranto para las bancas chipriotas, por lo que las
mismas se han visto en el dilema de quebrar o pedir el auxilio europeo y del
FMI. Y aquí surgió el gran problema. Habiendo estimado la necesidad de recursos
en unos 17.000 millones de euros (http://blogs.elconfidencial.com/economia/valor-anadido/2013/03/06/una-isla-mediterranea-saca-los-colores-a-europa-8138),
ya en noviembre de 2012 empezaron a surgir dudas en Alemania sobre si había que
contribuir a una operación cuyos principales beneficiarios iban a ser grandes
oligarcas rusos (http://www.spiegel.de/international/europe/german-intelligence-report-warns-cyprus-not-combating-money-laundering-a-865451.html)
que se habían aprovechado de las relajadas normas del ordenamiento jurídico
chipriota. Por lo tanto, la aprobación del rescate se había ido demorando,
supongo que intentando ver soluciones
para sortear la polémica que se iba a producir.
El pasado día 16, ya de
madrugada, se hizo público el acuerdo adoptado por el Eurogrupo y el FMI en
torno al tema y cundió el estupor. Habiendo aprobado un rescate de 10.000
millones de euros (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/16/economia/1363402839.html),
la sorpresa vino porque se incluía una pérdida para los titulares de depósitos
bancarios, de forma que se aplicaría una reducción del 6,75% para los depósitos
inferiores a 100.000 euros y del 9,9% para los superiores a dicha cantidad. En
principio, se había instaurado en el seno de la UE el principio de que, hasta
la cantidad de 100.000 euros, los depósitos bancarios estaban garantizados en
todo caso. Con ello, se evitaban posibles “pánicos” bancarios y retiradas
masivas de dinero de las entidades financieras. Es sabido que, en la crisis del
29, dichas retiradas produjeron una brutal contracción de la oferta monetaria
en circulación (al provocar quiebras bancarias) y ello agravó brutalmente los
efectos de la crisis bursátil inicial. Sin embargo, ahora nos encontramos con
que dicha salvaguarda ha sido eludida sin una explicación convincente. El
efecto de la medida ha sido el previsible: los chipriotas han recurrido a los
cajeros automáticos y a la banca electrónica para retirar sus ahorros de los
bancos, pero las cuentas habían quedado bloqueadas para impedir esta posibilidad,
hecho que se ha calificado de “corralito”, más exactamente como el primer “corralito”
en la historia de la UE.
Este lunes, se ha producido
una rectificación de la propuesta, de forma que la reducción aplicada (que iba
a tener forma de impuesto), sería del 3% para los depósitos inferiores a
100.000 euros y del 12,5% para los superiores a dicha cantidad. De momento,
está pendiente que la Unión Europea apruebe dicha modificación o que, incluso,
los depósitos inferiores a 20.000 euros puedan llegar a quedar exentos de la
reducción (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/18/economia/1363602006.html).
Dos cuestiones surgían en este
punto:
1.- La primera: ¿por qué se ha adoptado una decisión de
este tipo? Como hemos dicho con anterioridad, la idea de salvar a aquellos
que habían acudido a Chipre con la intención de blanquear capitales no era de agrado
en Alemania y ello influye decisivamente en un año electoral como es 2013. Sin
embargo, resulta sospechoso el alcance de la medida porque hubiera bastado
simplemente con aplicar la reducción a los depósitos de mayor importe,
liberando del gravamen los depósitos inferiores a 100.000 euros, y se hubiera
evitado la objeción inicialmente planteada. Con ello, el principio de
protección a dichos depósitos se hubiera mantenido inalterable y no habría
habido posibilidad de “pánico” (o, al menos, este se hubiera visto limitado). Para
alimentar la confusión, y en contra de la impresión de que había sido Alemania
quien había alentado la decisión, el Ministro germano de Finanzas, Wolfgang
Schauble, manifestó que había sido Chipre “la responsable de la quita a los
depósitos” (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/18/economia/1363577374.html).
A partir de ahí, sin saber quién lleva razón, quién miente y quién dice la
verdad, sólo podemos plantear dos hipótesis que no son excluyentes:
a.- La primera, es que los
dirigentes chipriotas no se han atrevido a hacer recaer la carga del
saneamiento sobre los poderosos que han elegido Chipre como destino de sus
capitales y como plataforma para blanquear dinero negro y efectuar inversiones en
otros países con una carga fiscal mínima. Como era fácil echar la culpa de la
medida a la Unión Europea, con ello han evitado tener que enfrentarse a quienes
se han instalado en el país aprovechándose de unas trabas mínimas y unos
controles distendidos.
b.- La segunda, es que, en un
contexto en el que la resistencia contra las medidas de ajuste marcadas por
Bruselas ha ido en aumento (sólo hay que ver las reticencias de Francia, los
resultados de las elecciones en Italia y las crecientes manifestaciones en
España y Portugal), las autoridades europeas han podido decidir que era
necesaria una nueva arma de presión. A partir de ahora, quien no se avenga a
las recetas de la Unión, puede sentirse amenazado, en el caso de necesitar
ayuda en algún momento, con una pérdida generalizada en el vapor de sus
depósitos bancarios. ¿Podría ser este el motivo oculto de la decisión?
2.- La segunda: ¿es posible un “corralito” en España? Ante
todo, el “corralito” es una medida que surge ante una situación de retirada
masiva de depósitos o de “pánico” bancario. Por lo tanto, para responder a la
pregunta, habría que analizar en qué medida puede tener lugar una situación de
ese tipo en nuestro país. En este momento, aunque el saneamiento bancario
avanza premiosamente, al menos va avanzando, lo cual aleja que, por ese
motivo, se produjera la tan temida estampida. Un factor que sí podría
provocarla sería una hipotética salida de España del euro. Ante la posibilidad
de quedarse con pesetas devaluadas, los ahorradores intentarían sacar el
importe de sus depósitos en euros para no sufrir el quebranto derivado de la
depreciación. A día de hoy, esta eventualidad (por las extraordinarias
repercusiones que tendría en la economía europea y mundial) también parece
improbable. En consecuencia, la posibilidad de un “corralito” en España se
antoja lejana. Evidentemente, el “pánico” es libre, inesperado y carece de
cualquier atisbo de racionalidad pero, al día de hoy, hay menos factores que
puedan provocarlo que hace dos años, cuando se empezó a reconocer la gravedad
real de los problemas que afectaban a nuestro sistema financiero (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/02/allegro-ma-non-troppo.html).
Como ya he comentado muchas
veces, la Unión Europea sigue siendo un ente altamente ineficaz en sus
decisiones y manifiesta una incapacidad manifiesta para reconducir
satisfactoriamente los problemas. Como ya he dicho con anterioridad, más que “euroescéptico”,
sigo siendo “brusescéptico”, es decir, receptivo a la idea de la unidad europea
pero altamente crítico con la burocracia bruselense y sus estériles chanchullos.
(*) El título de la entrada hace referencia al
libro Lo pequeño es hermoso (1973) - http://es.wikipedia.org/wiki/Lo_peque%C3%B1o_es_hermoso
–, del economista alemán E. F. Schumacher.
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