Antes de Semana Santa, habíamos
dejado a la Unión Europea empantanada en el problema chipriota y sin saber muy
bien cómo iba a salir del problema en que se había metido (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/03/chipre-o-cuando-lo-pequeno-no-es-hermoso.html).
Al final, en medio del rechazo
del Parlamento chipriota a las quitas generalizadas (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/19/economia/1363707764.html)
y la amplia oposición a que los depósitos inferiores a 100.000 euros sufrieran
quebrantos en su cuantía (lo cual suponía la ruptura de un principio que
parecía inamovible), se llegó a un acuerdo que rectificaba lo anteriormente
acordado. Los puntos fundamentales de la decisión adoptada fueron los
siguientes:
1.- Los depósitos inferiores a
100.000 euros no sufrirían ningún tipo de disminución de valor.
2.- A los depósitos superiores a
100.000 euros se les aplicaría una tasa, que, según las últimas noticias publicadas,
será del 37,5% (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/30/economia/1364630956.html).
La cuantía resultante sería canjeada por acciones del banco donde estuviera
constituido el depósito. Los accionistas y poseedores de bonos, previamente
existentes, de las entidades afectadas perderán toda la inversión realizada.
3.- En relación a los dos
principales bancos del país, el Banco de Chipre y el Laiki Bank tendrán dos
destinos muy diferentes. El Laiki Bank (segunda entidad del país) será
liquidado y, previamente, los activos y pasivos de su balance se dividirán en dos grupos: los activos
problemáticos y los depósitos superiores a 100.000 euros pasarán a un banco “malo”
y los activos sanos y los depósitos inferiores a 100.000 euros formarán parte
de un banco “bueno”. Dicho banco “bueno” se integrará en el Banco de Chipre (primer
banco de la isla) que, aunque tendrá que someterse a un proceso de
reestructuración, seguirá existiendo en el futuro inmediato (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/25/economia/1364190211.html).
4.- Chipre, adicionalmente,
tendrá que adoptar toda una serie de medidas centradas en cambiar su normativa
para dejar de ser un paraíso fiscal y financiero, con una subida del Impuesto
de Sociedades (del 10 al 12,5%), y se verá obligada a emprender un proceso de
privatización de empresas públicas (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/25/economia/1364182534.html).
Posiblemente, la gran polémica
que se ha derivado a posteriori no ha procedido del acuerdo en sí (que, de
hecho, eliminaba la principal pega achacada a la decisión inicial adoptada,
esto es, la quita a los depósitos inferiores a 100.000 euros) sino a las
declaraciones del presidente del Eurogrupo (reunión de los Ministros de
Economía y Finanzas de la Eurozona, del Presidente del Banco Central Europeo y
del Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios), el holandés Jeroen
Dijsselbloem, el día 25 de marzo, que se interpretaron en el sentido de que el
tipo de rescate impuesto a Chipre podía ser un modelo para futuros rescates y
reestructuraciones bancarias (http://www.elconfidencial.com/mercados/bolsa/2013/03/25/dijsselbloem-dice-que-lo-acordado-en-chipre-puede-servir-de-ejemplo-para-el-rescate-de-otros-bancos-9442).
A causa del revuelo producido, la Comisión Europea emitió una nota matizando
las afirmaciones realizadas por Dijsselbloem (http://www.libremercado.com/2013-03-26/bruselas-confirma-que-los-depositantes-sufriran-perdidas-en-futuros-rescates-1276485883/).
Según la misma, aunque existía la posibilidad de que, en el futuro, hubiera
quitas a los depósitos superiores a 100.000 euros, se indicaba que Chipre era
un caso “único” y que no debía verse como el “modelo perfecto”.
Dentro del caos al que la Unión
Europea nos está acostumbrando, quizás conviene precisar unos cuantos aspectos
de la cuestión:
1.- En primer lugar, creo que es
obvio (y no hacía falta que Dijsselbloem tuviera que venir a decirlo para que
se supiera) que la protección de los depósitos en la UE sólo alcanza a las
cantidades inferiores a 100.000 euros. Por lo tanto, las cantidades superiores
siempre pueden estar expuestas a los efectos de una quiebra o reestructuración de
una entidad bancaria y ello no constituye ninguna novedad. Al paso que vamos, si
un responsable político dijera hoy que se espera que las temperaturas suban
para el verano, ello va a acabar siendo noticia de primera página en los
periódicos…
2.- Lo que sí puede ser novedoso
es el planteamiento de que, en el futuro, frente al tipo de rescates que se han
estado llevando a cabo, los depósitos de mayor cuantía podrían sufrir quitas si
ello fuera necesario. En el esquema descrito por Dijsselbloem, el hecho de que
los primeros que asuman las pérdidas sean los accionistas y los bonistas no
supone ningún cambio frente a lo que ya está haciendo (que se lo digan, en
España, a los titulares de participaciones preferentes y a los accionistas de
las entidades intervenidas, como Bankia o Banco de Valencia, p. ej.). Que los
depósitos sufran pérdidas es un arma de doble filo que puede tener efectos muy
negativos. Es cierto que, en un caso como en el de Chipre, con un sistema
bancario que supone diez veces el tamaño del PIB, era difícil hallar recursos
para recapitalizar a las entidades insolventes. Si se le concedía al país un
préstamo (como el caso español) como medio único para afrontar el problema, su
cuantía en relación a la producción anual del país hubiese sido tan elevada que
su devolución en el futuro hubiera sido imposible. La posibilidad de que las
entidades pudieran realizar ampliaciones de capital y que las mismas fueran
cubiertas en los mercados, se antojaba complicado… Por tanto, casi la única opción
que quedaba era recurrir a quitas en los depósitos. Sin embargo, los riesgos de
esta vía son elevados. Como hemos dicho en más de una ocasión (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/06/hay-que-rescatar-la-banca.html),
el temor en torno a los depósitos bancarios incrementa la posibilidad de un “pánico”
o “estampida” y, si ello se materializara, supondría una contracción de la oferta
monetaria, lo cual tendría efectos que ya se pudieron ver en la Depresión del
29. Dentro de los múltiples errores que se han cometido en los últimos años, quizás
el único gran acierto haya sido, posiblemente, el de evitar la aparición de un “pánico
bancario” que provocase perturbaciones de gran calado. Sin embargo, ni tan
siquiera esto parece ser ya tenido en cuenta…
Sorprende, en definitiva, que,
existiendo una unión económica en Europa que haya vinculado tan estrechamente a
los distintos países que la integran, se tienda a ignorar, tan alegremente, los
efectos de posibles hechos negativos en un grupo de países sobre los demás. La
postura de Dijsselbloem hay que enmarcarla en el contexto de la escasa
predisposición de los países más fuertes en continuar aportando recursos para
acudir al rescate de los países más débiles. Ahora bien, si el temor por lo
sucedido en Chipre se acaba extendiendo a Italia, España, Portugal y, ¿por qué
no?, a Francia y Bélgica y a los depósitos de sus entidades bancarias y a sus
títulos de deuda pública, ¿qué piensan Alemania, Holanda o Finlandia?¿Que sus
países no se verán afectados por la epidemia? Evidentemente, acabarán sufriendo
sus consecuencias en términos de recesión económica (como ya le está ocurriendo
a Alemania: http://www.elconfidencial.com/mundo/2013/01/15/los-datos-de-2012-confirman-que-la-crisis-llama-a-las-puertas-de-alemania-112895/).
Está claro que la Unión Europea necesita un replanteamiento serio de su
funcionamiento y una solución a los problemas que la unión monetaria ha puesto
de relieve en los últimos tiempos. Pero mientras en Europa no existan líderes al
mando sino funcionarios y burócratas,
pocas esperanzas tenemos al respecto…
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