ISLANDIA: MITO Y REALIDAD (II)









En nuestra anterior entrada, habíamos visto cómo se había producido un extraordinario incremento del volumen de la deuda externa de Islandia y cómo el papel de las entidades bancarias había sido fundamental para explicar dicho incremento de volumen.

Hoy, vamos a detenernos a ver qué sucedió con el sistema financiero islandés y cómo se explica que tuviera lugar la grave crisis acaecida a finales de 2008.

Tres factores han de ser tenidos en cuenta y sopesados cuidadosamente para evitar conclusiones precipitadas:

1.- La privatización del sistema bancario, concluida en 2003.

2.- La presencia en Islandia de unos tipos de interés superiores a los existentes en Reino Unido y en la Eurozona.

3.- La ausencia de los mecanismos adecuados de supervisión bancaria.



Una de las lecciones del caso islandés (y de la que ya hemos hablado en entradas anteriores:  http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/12/because-something-is-happening-herebut.html, http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/12/the-times-they-are-changin.html, http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/01/de-momento-no-caimos-por-el-precipicio.html) es que intentar manejar una economía compleja (en última instancia, una sociedad compleja) con marcos conceptuales obsoletos (es decir, las ideologías tradicionales con las que se mueven los partidos políticos occidentales tanto de la izquierda como de la derecha) conduce a la imposibilidad material de solucionar los problemas y a la posibilidad real de crear problemas adicionales que se escapan del control de los gobiernos. Otra dimensión de la cuestión, el poder de los lobbies y los intereses económicos organizados, probablemente jugó su papel no tanto en dicha privatización como a la hora de influir en la inacción de los responsables políticos a la hora de frenar los efectos negativos e indeseados del mal diseño de dicha privatización.

David Oddson (http://en.wikipedia.org/wiki/Dav%C3%AD%C3%B0_Oddsson) era el Primer Ministro de Islandia cuando se culminó la privatización mencionada. Ocupó su cargo entre 1991 y 2004 y, a su salida, pasó a ser el gobernador del Banco Central de Islandia entre los años 2005 y 2009. Curiosamente, no era un economista profesional, sino Licenciado en Derecho, y, quizás ello explique que, siendo fiel seguidor de las ideas de Milton Friedman, más que adoptar una política económica que tuviera en cuenta todos los aspectos tratados por dicho economista de la Escuela de Chicago, adoptó la versión simplista (y, hasta cierto punto, caricaturesca) que se suele divulgar en relación a su obra. (En realidad, lo mismo sucede con Keynes, ya que, igualmente, se suele aceptar, sin tener en cuenta visiones alternativas, la versión que Alvin Hansen empezó a enseñar en Harvard y que se deslizó en los manuales de economía de medio mundo gracias a su discípulo Paul Anthony Samuelson –ver páginas 260-261 de Historia de la Economía de John Kenneth Galbraith, edición española de 1992 en Ariel-). ¿Por qué era una versión simplificada de las ideas de Friedman? Pues porque, aun siendo cierto que este autor defiende el peso predominante del sector privado y del mercado y, en consecuencia, es partidario de todo tipo de medidas de liberalización, no es menos verdad que en A Monetary History of the United States 1867-1960 (1963) - http://en.wikipedia.org/wiki/A_Monetary_History_of_the_United_States - también explicó el papel de las quiebras bancarias en la brutal contracción de la oferta monetaria que tuvo lugar a raíz de la crisis del 29 y, en consecuencia, advertía de la necesidad de evitar dichas quiebras para impedir que la economía se deslizara por una senda depresiva. Por ello, vigilar la situación de las entidades bancarias para estar seguros de su salud y solvencia es un elemento clave de cualquier política económica.

Si volvemos a los tres elementos que hemos mencionado al principio de esta entrada, se puede comprobar cómo actuaron y cómo fueron descuidados los elementos que debían ser esenciales en la política de supervisión a adoptar. Desde el momento en que concluyó la privatización bancaria, empezó a actuar el hecho de los superiores tipos de interés de Islandia en relación a la Eurozona. Vamos a tomar como referencia los tipos de interés a 1 día del mercado interbancario para comparar cómo evolucionaron en ambos espacios monetarios:




 Fuente: Banco de España y Central Bank of Iceland


En este contexto, ante los bajos tipos de interés existentes en la Eurozona, las mayores rentabilidades ofrecidas por las entidades bancarias islandesas se mostraban lo suficientemente atractivas como para que muchos ahorros se dirigieran a las mismas. No era sólo que los tipos de interés islandeses fueran superiores sino que la brecha con los de la Eurozona fueron creciendo en el período 2004-2008. Muchos bancos occidentales empezaron a comercializar títulos de deuda emitidos por los bancos islandeses (emisiones que fueron posibles porque sucesivas fusiones –como la de Kaupthing y Bunadarbanki en 2003-  permitieron a dichos bancos alcanzar ratings que les permitían lanzarlas a nivel internacional) sino que entidades como el propio Kaupthing comenzaran a captar directamente depósitos bancarios en Alemania, Holanda y, sobre todo, Gran Bretaña.

Dicha masiva captación de fondos permitió un gran crecimiento del crédito en Islandia, el cual financió un gran crecimiento del mercado inmobiliario, una espectacular renovación del parque automovilístico de la isla y la internacionalización de las empresas islandesas que se lanzaron a adquirir compañías de otros países. 

En el siguiente gráfico, puede apreciarse cómo, a partir de 2004, el incremento de precios en el mercado inmobiliario fue, casi por norma, superior al 10%, llegando incluso a cifras cercanas al 40% en el área de la capital en el año 2006:




Fuente: Bagus, Philipp y Howden, David Deep Freeze. Iceland’s Economic Collapse. Ed. Ludwig von Mises Institute

En el siguiente gráfico, podemos apreciar el importante aumento de automóviles nuevos registrados en el período 2004-2007:




Fuente: Bagus, Philipp y Howden, David Deep Freeze. Iceland’s Economic Collapse. Ed. Ludwig von Mises Institute

Podemos ver que, solo en cuatro años, en un país en torno a los 330.000 habitantes, en torno al 15% de la población adquirió un vehículo nuevo empujada por las facilidades crediticias.

En cuanto a la expansión empresarial, la compañía aérea EasyJet, el club de fútbol inglés del West Ham United, la cadena de moda Oasis, la compañía de bebidas Royal Unibrew y las firmas Debenhams, Woolworths, Hamleys y Magasin du Nord, encuadradas en el sector de la distribución comercial,  pasaron a estar bajo la órbita de grupos islandeses. Todas estas adquisiciones, financiadas con créditos bancarios, provocaron que la deuda corporativa en relación al PIB pasara a ser en 2008 del 308% del PIB (es decir, mayor que el Reino Unido, Estados Unidos o en la Eurozona):


Fuente: Bagus, Philipp y Howden, David Deep Freeze. Iceland’s Economic Collapse. Ed. Ludwig von Mises Institute

Todo este proceso tuvo tres importantes consecuencias:

1.- En primer lugar, el sistema bancario adquirió una gran dimensión en relación al tamaño de la economía islandesa, de forma que los activos totales del mismo alcanzaron un pico en torno al 1.000% del PIB. Dos implicaciones se derivaron de este hecho:

a.- La primera, que si alguna de las principales entidades bancarias tenía problemas de solvencia era evidente que el Estado islandés iba a carecer de recursos para poder rescatarla ya que las dimensiones de cualquiera de ellos hacían inviable esta opción.

b.- La segunda, que el sistema bancario llegó a tener un peso desmesurado en la vida económica y social, desplazando a las actividades tradicionales del país (la pesca y los productos del mar). Tal como se relata en Deep Freeze. Iceland’s Economic Collapse, el libro de Philipp Bagus y David Howden que nos ha servido de fuente para buena parte de la información utilizada en esta entrada, existen historias muy ilustrativas al respecto. Cuando se preguntaba a los niños en la escuela qué querían ser de mayores, su respuesta era: “Banqueros”. Cualquier joven de Reykjavik conocía la fórmula de Black-Scholes (http://es.wikipedia.org/wiki/Black-Scholes), la cual es empleada en el mercado de derivados. Y como, ante la escasez de personal, las entidades financieras se veían obligadas a fichar a los alumnos que estuvieran en los últimos cursos de licenciatura, se cuenta la anécdota, no se sabe si auténtica o apócrifa, de que los coches de los alumnos no dejaban sitio para las bicicletas de los profesores en los aparcamientos de la Universidad de Reykjavik (se non è vero, è ben trovato).

Todo ello no es más que el reflejo del triunfo (irracional) de la economía financiera sobre la economía real.

2.- Desencaje de divisas.- Un aspecto muy importante en relación a cómo se articuló la conversión de los recursos obtenidos en el exterior en créditos para los agentes económicos del interior se explica en la obra antes citada. El gran problema fue que la financiación obtenida fuera de Islandia se concedía en divisa extranjera mientras que los préstamos en el interior del país se concedían en la divisa nacional (la corona). Como hemos visto antes, ello permitía a la banca aprovecharse de los menores tipos de interés asociados al euro, al yen y al dólar para obtener recursos, ya que los mismos eran prestados en Islandia a tipos de interés superiores. Mientras que las sucesivas emisiones de deuda pudieran irse renovando, no había problema en mantener la estabilidad del sistema financiero. Pero si esa renovación no se producía por algún motivo (y, a partir de la quiebra de Lehman Brothers, el motivo fue que los flujos de inversión dejaron de dirigirse hacia aquellos países, empresas y sectores cuya percepción de riesgo empeoró. E Islandia, con una deuda que era diez veces su PIB anual, dejó de ser un destino inversor preferente. Y, ante la interrupción de la entrada de recursos, la cotización de la corona islandesa sufrió una intensa depreciación:



Fuente: Central Bank of Iceland

Y, a la vez que la corona islandesa se depreciaba, la deuda externa, expresada en divisa extranjera, crecía en proporción inversa en términos de moneda nacional. Porque esa deuda expresada en euros, dólares o yenes no estaba asociada a activos que generasen ingresos en esas divisas sino a la actividad interior de Islandia que, como era lógico, funcionaba sólo con la divisa nacional. A partir de ahí, los problemas no hicieron sino aumentar.

3.- Incremento del riesgo de la economía islandesa.- El resultado de este incremento del volumen de deuda asumido por el país y del peligro asociado al juego practicado con las divisas, suponía un aumento del riesgo soportado por Islandia. En este sentido, el aumento del diferencial entre los tipos de interés en la isla y los del resto del mundo desarrollado no debía ser interpretado meramente como una oportunidad de mayor rentabilidad sino, a la luz del crecimiento de la brecha del déficit exterior y, por consiguiente, de la deuda, como una subida, en toda regla, de la prima de riesgo. 

Y la gran pregunta, en este punto, es por qué no se puso coto a todo este proceso. La respuesta es que, a un proceso de este tipo, nunca se le ha puesto coto. Se puede evitar que se forme una burbuja pero, una vez que se ha puesto en marcha, ningún responsable político o económico ha sido capaz de hacerla estallar antes de que provoque daños mayores. Aunque no comparto las tesis que defiende  John Kenneth Galbraith en su obra El dinero sobre la política monetaria, coincido plenamente con su descripción de determinados hechos. Lo que cuenta en relación a los años previos a la depresión del 29, es plenamente aplicable a casos como el islandés:


“Young ejerció mucha presión para restringir los préstamos bancarios para especulaciones de Bolsa. Sin embargo, en el curso del año 1929 tuvo que ceder bastante. Como dijo más tarde, sacó la conclusión de que el “histerismo”, si bien podía frenarse un poco, tenía que seguir su curso.

Pero había otra razón para hacer marcha atrás que ni Young ni nadie mencionaron nunca. Una vez más, tenía algo que ver con la responsabilidad. Si la Reserva Federal actuaba con firmeza para limitar los préstamos para la especulación, no solo sería responsable de que terminase el boom, sino también de las consecuencias de esto. Significaría la pérdida de cientos de miles de especuladores, muchos de los cuales se tenían por sabios, prudentes y honrados inversores. Posiblemente, significaría también una depresión. ¿Quién se atrevería a exponerse a la furia resultante?¿Quién podía desear las censuras y las burlas que habría de aguantar durante el resto de su vida? A principios de 1929, Paul M. Warburg, que además de ser uno de los arquitectos del Sistema y uno de sus primeros gobernadores, era uno de los personajes más prestigiosos de la comunidad financiera, lanzó un aviso contra la (…) orgía de “especulación desenfrenada”. En un comentario previsor, dijo que si aquello continuaba “provocaría una depresión general que afectaría a todo el país”. Exigió una actuación más firme de la Reserva Federal. La reacción fue feroz. Los comentaristas más benévolos dijeron que no había captado el espíritu de época. Otros más francos le acusaron de un acto de sabotaje “contra la prosperidad americana”. Y hubo quien sugirió que debía andar escaso de valores. Más tarde, Warburg dijo a sus amigos que había sido la experiencia más difícil de su vida. Visto desde la Reserva Federal, lo más práctico era dejar que la naturaleza siguiera su curso y cargase con las culpas.”

En la próxima entrada, veremos qué hizo la “naturaleza” con Islandia…

Comentarios