Hoy, vamos a ver dos casos
sencillos de cómo la falta de rigor conduce a errores de análisis bastante
elementales. En el momento en que la capacidad de análisis falla, es evidente
que se resiente la posibilidad de emitir diagnósticos correctos y diseñar
recomendaciones verdaderamente positivas.
El primer ejemplo se refiere a un
artículo publicado en www.elmundo.es el
pasado 12 de mayo de 2013: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/08/economia/1368027870.html.
El mismo hace balance de los tres años de recortes desde que el gobierno de
José Luis Rodríguez Zapatero aprobara las primeras medidas de austeridad. Según
dicho artículo, dichas medidas “para atajar el déficit… supusieron un vuelco
total de su política económica hasta entonces y que, tres años después, con un
Ejecutivo de distinto signo, siguen
siendo la receta aplicada para hacer frente a la crisis” (las negritas no
son mías sino del propio artículo). En realidad, dichas palabras atestiguan que
el articulista no entiende nada de lo que verdaderamente ha sucedido. No se
aplicaron medidas de austeridad para resolver la crisis sino que, en su
momento, se adoptaron medidas expansivas del gasto para intentar solucionarla,
tal solución no tuvo efecto y llegó un punto en que peligraba la suscripción
por los mercados de las nuevas emisiones de deuda, de forma que se corría el
riesgo de que el Estado fuera a la bancarrota. Así, el día 7 de mayo de 2012,
se publicaron tres noticias que constituían claros indicios de que el Estado
estaba al borde de la suspensión de pagos. Por un lado, se sabía que el
gobierno tuvo que pedir ayuda a la gran banca para que no quedara sin cubrir
una emisión de bonos a 5 años que se había producido el día anterior: http://www.elconfidencial.com/mercados/bolsa/gobierno-ayuda-banca-bonos-20100507.html.
Por otro, se hacía pública la opinión de Bill Gross, principal responsable de
la mayor gestora de renta fija del mundo, PIMCO, quien dudaba seriamente del
nivel de solvencia de nuestro país: http://www.elconfidencial.com/mercados/bolsa/gross-agencias-rating-equivocan-espana-menos-20100506.html.
Finalmente, se sabía que el FMI había hecho una estimación de cuál podía ser el
volumen necesario para proceder al rescate de España: http://www.libertaddigital.com/economia/el-fmi-pone-precio-al-rescate-de-espana-474000-millones-de-euros-1276392140/.
Como claro colofón de todo ello, estuvo el comportamiento semanal del IBEX, que
había perdido más de un trece por ciento: http://www.elmundo.es/mundodinero/2010/05/07/economia/1273243685.html
Está claro que las medidas de
austeridad no van a resolver la crisis. Si se adoptan es, pura y simplemente,
para remediar un mal mayor y que, para estimular la economía, el remedio tiene
que venir de otro lado: de la política de reformas estructurales, campo en el
que casi todo está pendiente.
Por desgracia, también el
gobierno de Mariano Rajoy ha llegado a pensar que basta la austeridad para que
la economía se recupere y, así, el pasado 3 de julio de 2012, afirmó: “la
reducción del déficit es un objetivo capital” y que “España tiene que cumplir
con los objetivos de déficit como sea” http://www.aragon2.net/n-19800-503-Mariano_Rajoy_insiste_reduccion_deficit_objetivo_capital).
En esa afirmación, late el mismo error de concepto: la austeridad es necesaria
para que las finanzas del Estado no colapsen pero es necesario diseñar otras
medidas para que la economía vuelva a crecer. Pero, claro está, si se analiza
mal la realidad, no cabe esperar que se aplique el tratamiento correcto.
La segunda noticia que vamos a
comentar se publicó en www.elconfidencial.com
el mismo 12 de mayo de 2013 otra noticia, relativa, en esta ocasión, a la
publicación de un libro escrito por un exbroker de Goldman Sachs: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/05/12/espana-estaba-al-borde-del-colapso-y-nosotros-alardeabamos-del-dinero-que-estabamos-ganando-120649/.
El libro es un duro alegato contra dicha entidad financiera norteamericana y,
en un momento dado, el autor de la noticia escribe: “El exitoso broker dejó la compañía al no estar de
acuerdo con un sistema dedicado a estafar al cliente y donde el trato a
los novatos era degradante”. Como vemos, el articulista considera que los dos
hechos son independientes uno del otro y que los mismos no están relacionados.
En realidad, basta con que nos paremos a pensar un poco para darnos cuenta de
que uno y otro son dos caras de una misma moneda (y me refiero a la lógica de
la situación que expone el libro, sin entrar si en lo que se dice es
absolutamente cierto o no). Si una entidad financiera tiene un sistema que no
atiende a los intereses del cliente, un paso fundamental para que ello exista
es que ningún empleado critique o ponga en cuestión los procedimientos
establecidos. Y, por ello, es necesario que a los empleados recién sometidos se
les practique, vamos a decirlo así, un “lavado de cerebro” para que absorba la
cultura tóxica dominante. Si tú quieres practicar dicho “lavado de cerebro” a
alguien es básico que hay que someterle a un trato vejatorio porque ello
facilita el trabajo. Si ello no fuera así y un empleado mantuviese intacto su
espíritu crítico, en el momento en que tuviese un poco más de experiencia y
alcanzase una posición un poco más elevada en el escalafón podría decir: “¡Eh!¡Un
momento!¡Que lo estamos haciendo mal!”. En cambio, si, desde su incorporación a
la compañía, sufre un estilo de mando autoritario y que busca su humillación,
cualquier atisbo de espíritu crítico desaparecerá. Una y otra cosa son
inseparables.
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