Y EN ESTO, LLEGÓ LA CRISIS DE PESCANOVA…








Si hace algo más de dos meses, hablamos de las absurdas circunstancias que llevaron a la desaparición de Orizonia (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/02/orizonia-reir-por-no-llorar.html), hoy nos toca hablar del difícil momento que está atravesando uno de nuestros gigantes pesqueros, el grupo gallego Pescanova. No vamos a entrar en analizar sus estados financieros para detectar las causas del problema porque, a estas alturas, nadie se fía de que dichos estados sean mínimamente fiables. Traigo al blog el tema porque viene a ser un reflejo de muchos de los males, vicios y errores que tanto en la economía española como en la economía internacional se han enquistado y constituyen el telón de fondo en el que se ha gestado la actual crisis.

La difícil situación de la empresa se reveló con motivo de las dificultades para refinanciar un crédito sindicado de 150 millones de euros. A raíz de las negociaciones y revisiones de cuentas para que las entidades aprobaran o no la renovación de la operación, se va descubriendo que la deuda de Pescanova no era los 1.522 millones de euros que la compañía reconocía sino que ocultaba entre 500 y 1.000 millones de euros de deuda adicional a través de participaciones cruzadas con sus filiales (http://www.elconfidencial.com/economia/2013/03/14/conclave-para-quitar-a-fernandez-sousa-el-poder-y-la-presidencia-de-pescanova-116848/). Pero las revelaciones e irregularidades no acabaron ahí.

Aparte de que la auditora, BDO, se negara a firmar las cuentas de 2012 y que la empresa presentara preconcurso de acreedores (http://www.vozpopuli.com/empresas/22141-pescanova-va-a-preconcurso-de-acreedores-tras-no-presentar-sus-cuentas-de-2012),  se supo que, a la vez que iban saltando a la opinión pública las noticias negativas sobre el grupo,  consejeros históricos de la firma habían vendido acciones de la empresa y, entre ellos, el propio presidente, Manuel Fernández Sousa, que redujo el 23,8% que tenía en julio de 2011 al 14,4% que posee actualmente. 

Mientras tanto, la cuantía de la deuda ya se estimaba en 3.000 millones de euros (http://www.vozpopuli.com/empresas/22820-reunion-de-urgencia-de-la-banca-acreedora-de-pescanova-la-deuda-apunta-a-3-000-millones-de-euros), la CNMV iniciaba una investigación por abuso de mercado y falta de transparencia y el presidente de Pescanova iba perdiendo apoyos ante el cúmulo de despropósitos que iba saliendo a la luz (http://vozpopuli.com/empresas/22973-el-fondo-iberfomento-consejero-de-pescanova-otro-que-desmiente-con-rudeza-a-sousa-no-le-hemos-apoyado).

Como se veía venir, el 5 de abril Pescanova solicitaba concurso de acreedores (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/05/economia/1365115334.html) y, veinte días más parte, el presidente de la compañía era apartado de la gestión (http://www.vozpopuli.com/empresas/24531-el-juez-aparta-a-sousa-de-la-gestion-de-pescanova-para-evitar-la-dificil-gobernabilidad-de-la-empresa) por el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Pontevedra, pasando la administración concursal a un miembro del personal técnico de la CNMV o una persona nombrada por esta.


En este contexto, es inevitable que sucedieran los siguientes tres hechos:

1.- Una brutal caída de la cotización bursátil de la empresa que pasó de los 18,10 euros al que el valor se negoció en febrero a 5,91 euros cuando la CNMV suspendió la cotización de las acciones de la compañía a mediados de marzo. Es decir, una caída de la capitalización bursátil del 67,35% en poco más de un mes.








2.- Se confirmó un volumen de deuda bancaria de, aproximadamente, 3.000 millones de euros: 1.570 millones correspondientes a 23 bancos españoles y 1.430 millones correspondientes a 58 bancos extranjeros.


3.- Se llegó a una situación límite en la tesorería de Pescanova, de forma que, estos días, las noticias que se tienen es que necesita con urgencia financiación en un intervalo entre 60 (http://www.vozpopuli.com/empresas/24972-deloitte-confirma-a-los-bancos-que-hacen-falta-con-urgencia-mas-de-50-millones-en-pescanova-y-que-la-lista-de-acreedores-crece) y 100 (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/06/economia/1367868389.html) millones de euros para que la empresa no colapse.



Los hechos descritos nos llevan a tres conclusiones de las que ya hemos hablado en entradas anteriores:

1.- En primer lugar, está presente una cuestión de pura operativa empresarial. Como ya vimos en su momento (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/02/sorpresas-te-da-la-vida-iv.html y http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/03/sorpresas-te-da-la-vida-y-v.html), una caída de la rentabilidad económica tiene efectos más perjudiciales en las empresas más endeudadas. Ello se ve agravado porque, al producirse pérdidas, la ratio de endeudamiento aumenta automáticamente agravando el impacto en la rentabilidad financiera de la empresa. Tiene lugar, así, si no se le pone freno por los responsables de la empresa implicada, un proceso degenerativo que llega a su momento crítico cuando las entidades dejan de conceder financiación o deciden no renovar alguna operación a punto de vencer. En ese momento, se ve que la compañía no es capaz en su actividad ordinaria de generar fondos para mantener sus operaciones, viéndose abocada, al final, a la suspensión de pagos. La mecánica de los sucesos que han afectado a Pescanova no es muy distinta a la de la mayoría de las crisis empresariales.

2.- En segundo lugar, siempre hemos hablado de la necesidad de que hubiera un cambio en la mentalidad de nuestros gestores empresariales. Para salir de la crisis, aparte de racionalizar el gasto público, sanear el sistema financiero y ejecutar un plan de choque, siempre hemos defendido que hacía falta un cambio en las pautas de comportamiento de nuestros empresarios (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/09/remedios-para-una-crisis-vi-cambio-de.html). Además de lo que dijimos en la entrada enlazada, hay un par de cosas que deberían ser obvias y que, muchas veces, no lo son. Cuando una empresa empieza a cotizar en bolsa, su antiguo propietario debe entender que ha dejado de tener la propiedad al cien por cien de la compañía y que la misma la comparte con los nuevos accionistas. Por ello, no puede actuar a favor de sus intereses en detrimento o en perjuicio de los intereses del resto de accionistas. Igualmente, se ignora con gran frecuencia que la empresa es un nudo de confluencia de numerosos intereses (clientes, proveedores, trabajadores, financiadores…) y que (tal como enseña la moderna teoría de la Responsabilidad Social Corporativa, en un contexto mucho más amplio del que aquí estamos tratando) para que la salud de una compañía se mantenga es necesario atender, de manera equilibrada, a la satisfacción de esos intereses. La ausencia de transparencia y la existencia de prácticas de ocultación y manipulación de la información son el mejor camino para que los agentes referidos pierdan la confianza en una empresa, le den la espalda y la aboquen a su final. El caso Pescanova nos pone en alerta de la existencia en nuestro país de hábitos más propios de sistemas económicos atrasados que del sistema económico moderno del que queremos presumir.

3.- Finalmente, no podemos dejar hablar de la actuación de las entidades financieras. Que haya 81 bancos (tanto nacionales como extranjeros) y que ninguno haya reparado antes en los problemas por los que atravesaba el grupo pesquero es altamente significativo (sólo la firma de inversión Bestinver detectó que algo no iba bien y redujo su participación en Pescanova, aunque no tuvo tiempo de deshacerse completamente de ella: http://www.elconfidencial.com/mercados/2013/04/16/bestinver-reconoce-que-se-equivoco-al-no-vender-toda-la-participacion-en-pescanova-9797).  Y lo es aún más que el problema no esté circunscrito a las entidades bancarias españolas sino que haya nada menos que 58 bancos extranjeros implicados en el engorro. Evidentemente, toda la banca (sin hacer distinción de la nacionalidad) ha demostrado que, por un lado, tiene una patente incapacidad analítica para evaluar correctamente los riesgos empresariales y, por otro, una preocupante ausencia de procedimientos para reaccionar con frialdad y sangre fría a las crisis empresariales. En relación a lo primero, me remito a lo ya dicho en otra ocasión (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/02/sorpresas-te-da-la-vida-ii.html) sobre la enorme sobrevaloración que, en los tiempos actuales, se concede a los aspectos “financieros” frente a los aspectos “reales” y, asociado a ello, la preponderancia a considerar, exclusivamente, los estados financieros como instrumento de análisis de la situación de una empresa cuando ello, según dijimos, es como conducir un coche mirando únicamente por el espejo retrovisor. El caso Pescanova demuestra la urgencia en tener un mayor campo de visión a la hora de evaluar los riesgos empresariales y que ello sirva para ampliar las herramientas de decisión de toda la banca. Después de seis años de crisis y multitud de saneamientos bancarios, parece que el sector financiero aún no ha aprendido la lección. Relacionado con ello (ya que si algo se evalúa mal, es imposible que se puedan establecer medidas de precaución correctas), está su incapacidad para reaccionar según protocolos previamente establecidos a la aparición de casos como el de Pescanova. La palabra que se utiliza en el titular de una noticia (http://www.vozpopuli.com/empresas/22700-los-bancos-asustados-nadie-acierta-a-ver-el-alcance-del-agujero-de-pescanova) de Voz Populi es altamente significativa: “Los bancos, asustados: Nadie acierta a ver el alcance del agujero de Pescanova”. Que entidades como Caixabank, Banco Popular, Deutsche Bank o Commerzbank puedan estar asustadas y que, según el enlace anterior, lo fíen todo a la capacidad del banco de inversión Houlihan Lokey para determinar el volumen real de deuda del grupo lo dice todo. Cualquiera de los bancos comprometidos en la situación descrita, debería ser capaz de saber qué hacer, cómo actuar, cómo proceder y cómo evaluar cuál es la situación exacta de una empresa en crisis. Pero la realidad es que la 81 bancos llegan a conceder 3.000 millones de euros en operaciones de financiación y, ahora, no saben lo que hacer.

Por todo lo dicho, podemos concluir diciendo que, dentro de sus particularidades, el caso Pescanova es una muestra más del cruce de problemas en que tanto la economía nacional como la internacional se encuentran atrapadas.





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