MATRI(HISPANI)X – Nº 10



El pasado 31 de mayo, en www.libertaddigital.com, Manuel Llamas publicó un artículo en el que argumentaba que diez de los “mitos” existentes sobre las participaciones preferentes son falsos (http://www.libremercado.com/2013-05-31/diez-grandes-mitos-sobre-el-presunto-fraude-de-las-preferentes-1276491649/). Esos “mitos” eran que las preferentes eran un producto nuevo, que eran activos problemáticos por definición, que las entidades las vendieron ex profeso para engañar, que su emisión era ilegal, que su comercialización fue irregular, que los reguladores no advirtieron de los riesgos, que los reguladores no supervisaron su venta, que las entidades no informaron correctamente, que las entidades no advirtieron de los riesgos y que las entidades recomendaron comprar preferentes. Eso sí, el autor del artículo se cura en salud e indica que muchos afectados alegaron que habían recibido una “recomendación verbal” del personal de las entidades pero que, claro está, no hay acreditación documental de tal hecho.

Yo, que he trabajado durante más de 11 años en el sector financiero, me quedé sorprendido por muchas de las afirmaciones que se hacen en el artículo para justificar el punto de vista que se defiende pero conviene explicarlo poco a poco. Ante todo, resumir el juicio público que se ha extendido sobre las preferentes en los ocho “mitos” de los que el artículo habla es tomar el rábano por las hojas. La clave real de la cuestión es si las entidades, ante la necesidad de conseguir recursos propios que permitieran compensar los quebrantos causados por la creciente morosidad en sus operaciones de préstamo, tendieron a rebajar o no el nivel de información suministrado a sus clientes para lograr que los mismos suscribieran más fácilmente unos productos financieros que tenían riesgos de los cuales no eran conscientes.

El artículo afirma que ello no fue así y sus argumentos se resumen, en realidad, cuatro aspectos diferentes:

A.- No se trataba de un producto financiero nuevo y sus emisiones fueron legales.- Ello, en realidad, no afecta al núcleo de la cuestión principal. Evidentemente, el problema no es si eran productos novedosos o si fueron emitidos legalmente, sino cómo se informó a los clientes de las características de dichos productos. Mientras las entidades no tuvieron problemas de rentabilidad o solvencia, las participaciones preferentes pagaron sus intereses y pudieron ser transmitidas sin ningún inconveniente. Por tanto, que hasta 2008 no sucediera nada digno de mención era normal y no puede utilizarse como prueba. Sólo a partir del momento que estallara la crisis bancaria podía apreciarse si los clientes fueron bien informados o no.

B.- Que no eran activos problemáticos por definición.- Evidentemente, si las entidades no incurrían en pérdidas o no entraban en situación de insolvencia, las participaciones preferentes no iban a dar problemas. El núcleo de la cuestión, repito, es si ello fue comunicado de modo preciso a los clientes que contrataron dichas participaciones.

C.- El papel del regulador (la Comisión Nacional del Mercado de Valores) fue diligente en todo momento.- Según el artículo, la CNMV emitió fichas didácticas, dictó recomendaciones a las entidades y emitió una guía para el sector. La cuestión, obvia, es: ¿cuántos clientes tienen acceso a la información de la CNMV? A mí, este argumento me parece igual que si alguien ve a una persona amarrada a las vías del ferrocarril, llama a la policía para avisar de la circunstancia y se va tranquilamente a su casa porque en seis horas no hay previsto que pase por allí ningún tren. 

D.- El papel de las entidades fue la transmisión transparente de las características de los productos a los clientes que los contrataron.- Aquí se halla la clave de todo el asunto y, para argumentar que las entidades actuaron correctamente, se alega que las entidades realizaron los correspondientes “análisis de conveniencia” a cada cliente (a los cuales obligan la llamada Directiva MiFiD) y que, si a pesar de que los mismos establecían que el producto no era el adecuado para el perfil del cliente, era decisión de este su contratació o no; igualmente, se indica que en los trípticos informativos que se debían entregar obligatoriamente se relacionaban pormenorizadamente los riesgos asumidos con la inversión en participaciones preferentes; finalmente, se recoge la afirmación de las entidades que, con carácter mayoritario, la iniciativa de suscripción de las emisiones partió de los propios clientes y no de las respectivas entidades. Como hemos dicho al principio, el elemento clave es que la mayoría de los clientes manifiesta que se efectuó la compra porque hubo una recomendación verbal previa desde las sucursales dar tal paso.

Como verán, al final estamos ante dos afirmaciones opuestas sobre las que no existe documento acreditativo: o nos creemos lo que dicen las entidades o nos creemos lo que dicen los clientes. Veamos, a continuación, un cuadro, que aparece en el mismo artículo, y que detalla las emisiones de participaciones preferentes por parte de las entidades desde 1998:







Reparemos en que 2009 y en 2011 fueron los años en que se produjeron las emisiones record (con 21.643 y 12.649 millones de euros, respectivamente). De hecho, las emisiones de 2009 más que doblan el importe máximo anterior, que se produjo en 2004 (10.066 millones de euros). Llama la atención que, cuando los riesgos potenciales que afectaban a las participaciones preferentes (que las entidades incurrieran en pérdidas o que su solvencia estuviera en peligro) estaban en todo su apogeo, el presunto “apetito inversor” de los clientes se disparara hasta el punto que se suscribieran emisiones cuya cuantía era un 100% superior al record anterior, el cual tuvo lugar en un momento en el que no había preocupación sobre las entidades financieras. Sin embargo, tras un hecho tan impactante como fue la quiebra de Lehman Brothers, resulta que todos los clientes de, sobre todo, cajas de ahorros, que se caracterizan, básicamente, por su aversión al riesgo (dado que, en su mayoría, son personas de recursos relativamente limitados y que se encuentran en el segmento de renta medio-bajo), se lancen a adquirir este tipo de producto. Cuesta trabajo creer que ello no se consiguiera con una acción comercial decidida por parte de las entidades. Sólo ello explica que, por ejemplo, en una localidad como Mataró, uno de cada veinte habitantes tuviera sus ahorros en preferentes (http://www.elconfidencial.com/economia/2013/03/17/bienvenidos-a-mataro-capital-mundial-de-las-preferentes-117069/). Sólo la labor proactiva de, en este caso, la Caixa Laietana, hizo posible tal circunstancia.

A mayor abundamiento, veamos lo que una empleada de Bankia dice en relación a la comercialización del producto, según se recoge en una noticia publicada en www.elmundo.es el 7 de junio de 2013. En primer lugar, es curioso que contradiga lo que el artículo de Manuel Llamas dice. Si en el mismo, se dice que las autoridades (la CNMV, en particular) explicaron todos los riesgos existentes, la empleada (que guarda su anonimato) afirma: “Ni la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ni el Ministerio de Economía ni el Banco de España dijeron nunca nada (el subrayado es nuestro). Era un producto que estaba autorizado. Si pensaban que era peligroso, ¿por qué dejaron que se comercializara? Las preferentes tenían todas las bendiciones del cielo (el subrayado vuelve a ser nuestro) y ahora parece que nos las hemos inventado cuatro empleados de caja”. Es decir, parece que los empleados no tenían mucha noticia de las advertencias realizadas por la CNMV. ¿Podían haberlas tenido los clientes? Pero aún hay más. La empleada dice que ella, personalmente, no engaño a nadie y que “nunca tuvimos sensación de que se corriese ningún peligro” (nuevamente, las advertencias de la CNMV parece que no tuvieron mucha repercusión ni tan siquiera en el personal de las entidades) y que “lo único que explicábamos a los clientes era que el riesgo podía ser la quiebra de Cajamadrid y a nosotros ni se nos pasaba por la cabeza que la caja pudiese quebrar”. Lo que ocurre es que SÍ había otro riesgo: que la entidad no tuviese beneficios y que, entonces, los intereses de las participaciones no fueran abonados. En ese contexto, ¿es verosímil que los clientes acudieran en avalancha a las sucursales a adquirir este producto?


Pero es que, además, dada la situación desequilibrada entre entidades y clientes a favor de las primeras, la mera firma de los contratos ha de ser relativizada. En España, ya la Ley de Consumidores de Usuarios de 1984 (http://www.usuariosteleco.es/OtrosServicios/Normativa/General%20de%20Defensa%20de%20los%20Consumidores%20y%20Usuarios/Ley261984.pdf) que regulaba las condiciones generales de contratación (y recogiendo el espíritu de la regulación de las mismas realizada por el Código Civil italiano de 1942 y la Ley Fundamental alemana de 1949) ya estableció que, cuando existía una posición dominante de una empresa en relación a sus clientes y  usuarios, las cláusulas abusivas se tendrían, simplemente, por no puestas. Evidentemente, dadas las particularidades de los productos financieros, ello no es tan sencillo (ya que los recursos se han invertido en unos productos concretos y lo único que se puede hacer es compensar al cliente pero no anular, de la noche a la mañana, las características de esos productos). Sin embargo, por un lado, sí que se ha demostrado que ha habido casos en que el desconocimiento de los clientes era obvio y, por otro, cuando los casos han llegado a los tribunales, los mismos han resuelto los casos atendiendo al hecho del desequilibrio de posición entre cliente y entidad. A saber:


·  * el 8 de junio de 2012, www.elconfidencial.com recogía la noticia de que Novacaixagalicia había “colocado” preferentes a analfabetos que habían firmado con la huella dactilar (http://www.elconfidencial.com/economia/2012/06/08/caixanova-coloco-preferentes-a-analfabetos-que-firmaron-con-su-huella-dactilar-99633/);
·  * el 2 de abril de 2013 se publicaba que un juzgado obligaba a Bankia devolver 100.000 euros a un preferentista al que no dio suficiente información (http://vozpopuli.com/empresas/23489-un-juzgado-obliga-a-bankia-a-devolver-100-000-euros-a-un-preferentista-al-que-no-dio-suficiente-informacion);
·  * el 24 de abril de 2013 se publicaba un artículo en www.vozpopuli.com en el que se decía que “Bankia gana en los tribunales el 40% de las reclamaciones por preferentes”, es decir, que pierde un 60% (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/24511-bankia-gana-en-los-tribunales-el-40-de-las-reclamaciones-por-preferentes);
· * el 1 de junio de 2013, también en www.vozpopuli.com, se publicaba que un juez obligaba a Novacaixagalicia a devolver 549.000 euros a un preferentista (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/26084-un-juez-obliga-a-novagalicia-a-devolver-549-000-euros-a-un-preferentista-la-mayor-cuantia-hasta-la-fecha);
·  * el 2 de junio de 2013, www.elmundo.es recogía la noticia de que habían condenado a Bankia por engañar a una anciana para cambiar sus preferentes por acciones (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/02/valencia/1370173113.html);
·   * el 5 de junio de 2013, www.elconfidencial.com recogía que, por primera vez, la Audiencia Nacional imputaba a un director de sucursal por la venta de preferentes (http://www.elconfidencial.com/economia/2013/06/05/la-an-imputa-por-primera-vez-al-director-de-una-sucursal-bancaria-que-vendio-preferentes-122453/);
·   * el 12 de junio de 2013, también www.elconfidencial.com publicaba que la Audiencia Nacional iba a investigar al Consejo de Administración de Bankia por el diseño y lanzamiento de participaciones preferentes (http://www.elconfidencial.com/economia/2013/06/12/la-audiencia-nacional-investigara-a-blesa-y-a-seis-exconsejeros-por-las-preferentes-122896/);
·   * por último (aunque podría poner más ejemplos), www.vozpopuli.com recogía la noticia de que dos sentencias obligaban a Novacaixagalicia a devolver más de 100.000 euros de preferentes (http://www.vozpopuli.com/economia-y-finanzas/26686-dos-sentencias-obligan-a-ncg-a-devolver-mas-de-100-000-euros-de-preferentes).

Como ven, hay suficientes pruebas de casos en los que la información suministrada fue deficiente.

Hasta aquí, los hechos. Ahora, les voy a dar mi opinión (y recalco el hecho de que es mi opinión). En base a mi experiencia (como he dicho antes, de 11 años en el sector financiero) y conociendo el perfil mayoritario de los clientes de las cajas de ahorros (con una acusada aversión al riesgo) no pudieron venderse casi 40.000 millones de euros en el período 2009-2011 (es decir, casi el 4% del PIB) sin haber informado a los suscriptores minusvalorando los riesgos implicados. Eso no significa que el 100% de los clientes no fueran conscientes de los peligros pero sí que una gran mayoría de ellos no lo eran.

El montar unos fuegos de artificio verbales para enmascarar la realidad no sirve para ocultar lo evidente. Lo siento.


 

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