Por lo dicho en la anterior
entrada (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/06/recapitulacion-sobre-la-crisis.html),
hemos de concluir que la causa final de la actual crisis radica en la esfera
productiva de la economía y que es el menor crecimiento de la productividad lo
que, al final, ha llevado al inmenso crecimiento de la deuda en los países
desarrollados y a la aparición de burbujas recurrentes que han explotado
dejando atrás un reguero de recesiones, aumentos del desempleo e insolvencias
generalizadas. (Cuando hablamos de productividad, nos referimos al concepto de
“Productividad total de los factores de producción” y no a las mediciones
habituales de productividad, las cuales, desde el punto de vista técnico,
entran dentro del campo que se denomina “Productividad aparente”. Después del
verano, dedicaremos un artículo para explicar la diferencia.)
Por todo ello, el aplicar medidas
keynesianas (utilizando aumentos del déficit para estimular la economía) o de
austeridad (recortando el déficit para disipar las dudas sobre la capacidad del
pago de la deuda pública) es, en principio, no relevante para el núcleo del
problema y explica la paradoja de que, tanto unas como otras, se han mostrado
ineficaces para que las economías occidentales vuelvan a una senda de
crecimiento económico. Si miramos hacia atrás con perspectiva, nos daremos
cuenta de que, en principio, cuando tiene lugar el estallido de la crisis en el
verano de 2007 (con el colapso de varios fondos de titulización hipotecaria),
la primera reacción de casi todos los Gobiernos y autoridades económicas fue la
de expandir el déficit público y el de realizar inyecciones monetarias masivas
con el fin de propiciar la reactivación. De hecho, es lo que hubiesen
continuado haciendo (tal como han hecho muchos países) si los problemas en los
mercados de deuda, que dieron lugar a la dificultad de colocación de las
emisiones de bonos y obligaciones públicos, no hubiesen hecho acto de
presencia. Sólo este último factor fue el que dio lugar a la aplicación de
políticas de austeridad. Pero en aquellos países como Estados Unidos o Japón (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/05/baaaaaaaaanzaaaaaaaiiiiiiiiiiiii.html)
en los que no ha habido problemas en que los inversores siguieran comprando
deuda pública de sus gobiernos, la continuidad de las políticas expansivas, en
general, ha persistido. En el caso norteamericano, el matiz proviene del
“precipicio fiscal” provocado por el desacuerdo entre demócratas y republicanos
(http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/03/y-al-final-caimos-por-el-precipicio.html)
y que ha afectado al lado presupuestario de la política económica pero, sin
embargo, desde el punto de vista de la política monetaria, la Reserva Federal
ha continuado con su agresiva estrategia de inyecciones de liquidez (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/09/y-bernanke-cogio-su-fusil-tambien.html)
y sólo ahora, con la aparentemente decidida recuperación económica del país (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/19/economia/1371666877.html),
se está planteando empezar a detenerla y empezar a detraer masa monetaria del
sistema (http://www.vozpopuli.com/economia-y-finanzas/26998-bernanke-dice-que-se-podria-comenzar-a-moderar-el-programa-de-compra-de-bonos-este-ano).
En relación a Europa, ya tendremos ocasión de hablar de ella en las próximas
entradas.
Frente a la situación de los
países más avanzados, los países en vías de desarrollo han mostrado mayor
dinamismo (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/01/sobre-las-ultimas-previsiones-del-fmi-y.html),
en la medida en que, en general, su endeudamiento neto era menor y tenían
amplio margen para lograr ganancias de productividad. Ello, que parece seguir
siendo válido para los países de América Latina y el Caribe (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/05/previsiones-para-america-latina-y-el.html),
ofrece mayores sombras para el caso de Asia, con serias dudas sobre la
sostenibilidad del crecimiento de China (http://blogs.elconfidencial.com/mercados/perlas-kike-vazquez/2013/06/10/se-esta-gestando-un-minsky-moment-en-china-8527,
http://www.eleconomista.es/economia/noticias/4938220/06/13/Mark-Mobius-Los-problemas-en-China-son-tan-graves-como-las-hipotecas-subprime-en-EEUU.html),
las cuales se ven acentuadas por su preocupante dependencia del endeudamiento a
corto plazo (http://www.eleconomista.es/economia/noticias/4953343/06/13/La-deuda-externa-china-aumenta-hasta-765000-millones-de-dolares-en-marzo.html).
En esta encrucijada, por tanto, el
dilema es complicado para las economías occidentales, ya que se trata de desarrollar
políticas que afecten al crecimiento de la productividad (las cuales sólo
generan efectos en el largo plazo) mientras tiene lugar un proceso de
desendeudamiento (que tiene efectos contractivos a corto plazo). Por ello, es
necesario, ante unas perspectivas más moderadas de crecimiento que en el
anterior ciclo expansivo, adoptar políticas en consonancia con dicha situación,
tendentes a mejorar la gestión de los recursos existentes. Simultáneamente, e íntimamente relacionado con el primer aspecto, hay
que ir introduciendo cambios estructurales que, aunque no surtan efectos
inmediatamente, permitan mejorar las condiciones para aumentar el dinamismo
económico en el futuro.
El primer aspecto, lo podemos
englobar bajo el epígrafe general de OPTIMIZACIÓN
DE LOS RECURSOS DISPONIBLES. Vamos a reseñar, sin posibilidad de ser
exhaustivos, algunas derivaciones de este primer punto de partida:
1.- En relación a los déficits
públicos, entiendo que no tiene sentido plantear una estrategia de aumento de
los mismos con el fin de reactivar el crecimiento. En primer lugar, porque, tal
como hemos explicado, su utilización no afecta al principal núcleo del
problema. En segundo lugar, porque, si las perspectivas de crecimiento son moderadas,
lo único que conseguirá será aumentar la deuda pública, poniendo en peligro su
capacidad de devolución y lastrando, por el efecto desplazamiento a favor de la
financiación del sector público (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/07/el-mundo-al-reves.html)
y en detrimento del sector privado (con un aumento adicional de los tipos de
interés soportados por el sistema económico), las posibilidades de crecimiento
para el futuro. Por lo tanto, habría que tender a una contención clara y
decidida de los déficits públicos actualmente existentes.
2.- Sin embargo, esta reducción
del déficit habría que efectuarla cuidadosamente para no afectar a las
condiciones estructurales de la economía. Aparte de las funciones que se suelen
considerar como tradicionales para los estados (seguridad, justicia…), sería
muy importante no afectar a partidas como seguridad social, sanidad, educación,
obras públicas o investigación y desarrollo, que afectan al óptimo
funcionamiento social (al ofrecer, en algunos casos, bienes y servicios para
los que no existen actualmente mercados privados eficientes y, en otros, por
las externalidades positivas que las mismas generan, temas que trataremos más
ampliamente después del verano) y a las posibilidades de reactivación del
crecimiento para el futuro. En algunos casos, como los relacionados con las
obras públicas o la I+D se podría realizar, en todo caso, una mejor selección
de proyectos para evitar el despilfarro innecesario de recursos y en otros,
como educación, se trataría de imitar los resultados educativos que dan mejores
resultados y aplicar, en la medida de lo posible, sus métodos de gestión. Pero,
en general, las medidas correctas tendrían que estar orientadas a acabar con la
hipertrofia de muchas estructuras administrativas y con las partidas de gasto
público que sirven para sostener políticas cuyo impacto en el conjunto del
sistema social no demuestre ser significativo. El actual desarrollo de internet
puede facilitar que muchos trámites y gestiones se puedan realizar vía
telemática y ello puede permitir liberar recursos para otras prioridades que no
están debidamente atendidas sin que ello suponga un aumento del gasto público.
La mejora en la gestión también puede jugar un papel clave. Pensemos, por
ejemplo, en el caso de la sanidad. Un importante problema que afecta al sector
es el excesivo grado de concentración empresarial de las empresas proveedoras
que acaba generando un importante sobrecoste que acaba afectando a los sistemas
sanitarios de los países desarrollados. Si a ello se une el envejecimiento de
la población y el descubrimiento de nuevos procedimientos terapéuticos, todo
ello desemboca en un gran aumento de los costes sanitarios. Estados Unidos, que
no cuenta con un gran sistema sanitario público de carácter nacional y que deja
amplio margen para la actuación de compañías privadas con un alto grado de
descentralización, gastaba (inmediatamente antes de la reforma sanitaria de
Barack Obama en 2010) el 15,3% de su PIB en sanidad, más que lo hacía España
(8,4%) o Francia (11%). A pesar de ello, 47 millones de estadounidenses
carecían de cobertura sanitaria. En España, con las medidas de contención del
gasto público adoptadas en 2012, el gobierno intentó promover la creación de
una central de compras de medicamentos y productos sanitarios en vez de que
cada Comunidad Autónoma hiciera las compras por su cuenta (http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/12/28/noticias/1356690626.html).
Aunque la decisión fue suspendida por el Tribunal Administrativo Central de
Recursos Contractuales (http://www.farmaindustria.es/Farma_Public/Noticias/Medios/FARMA_119927?idDoc=FARMA_119927)
por un recurso de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria, es clara la lógica de que la única forma de poder equilibrar la
negociación con las fuertes empresas del sector es aglutinar las compras para
conseguir mejores precios (es obvio que el recurso antes mencionado fue
presentado por las empresas porque eran conscientes de ese hecho). Por lo
tanto, una mejora en la gestión que permita reducir los costes sin mermar
prestaciones es posible y es necesario ahondar en esa estrategia.
3.- Desde el punto de vista, de
los impuestos, hay que reestructurar los sistemas actuales pero sin luchar
eficazmente contra los paraísos fiscales y la evasión fiscal que se deriva
de su existencia (lo cual podría englobarse en el segundo bloque de políticas) será
muy difícil tener éxito en este apartado. Es fundamental dejar de concentrar la
presión fiscal en las rentas medias y ampliar las bases fiscales para obtener
una presión fiscal más equitativa y, al mismo tiempo, reducir la creciente
complejidad administrativa y normativa de la gestión de los distintos tributos,
de forma que el cumplimiento de las obligaciones fiscales no suponga un coste
improductivo adicional para los agentes económicos.
4.- Respecto a la gestión
productiva, hay dos elementos que deberían estar muy presentes en las políticas
aplicadas por los gobiernos en los próximos años: fomento del ahorro
energético y fomento del reciclaje. El crecimiento de los países en vías de
desarrollo va a suponer una fuerte presión sobre los recursos naturales,
materias primas y fuentes de energía principalmente. Para evitar que ello tenga
como consecuencia una subida del precio de los mismos y acabe provocando una
espiral inflacionista, será necesario racionalizar el consumo de energía y
evitar el agotamiento prematuro de los recursos minerales. Algunas noticias de
los últimos tiempos, como la retirada de las bombillas incandescentes de 60
vatios en la Unión Europea (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/08/31/natura/1314807471.html)
o la decisión de IKEA de iluminar todas sus tiendas con luces LED (http://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/tecnologia/2012-10-01/ikea-gastara-13-millones-para-iluminar-todas-sus-tiendas-con-led-1276470105/)
apuntan en ese sentido.
El segundo aspecto antes aludido,
lo podemos denominar MEJORA DE LAS
CONDICIONES ESTRUCTURALES. Esta área no es responsabilidad exclusiva de
los gobiernos sino que tiene un alcance mucho más amplio. Como ya dijimos en
anteriores entradas (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/12/because-something-is-happening-herebut.html,
http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/12/the-times-they-are-changin.html,
http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/01/de-momento-no-caimos-por-el-precipicio.html),
una economía es el encaje de tres niveles diferentes: nivel técnico-económico,
nivel socio-institucional y nivel axiológico. Cuando los tres se coordinan
armónicamente, una economía funciona. Cuando hay disfunciones entre ellos, es
cuando surgen problemas que impiden su normal desenvolvimiento. Ello no sólo
afecta a la acción de los gobiernos sino que la mentalidad y formas de proceder
de los agentes económicos y la cultura dominante en las sociedades también
juegan un papel decisivo. A todo ello se une el hecho de que, posiblemente,
ahora mismo nos vemos lastrados por ideologías dominantes (liberalismo,
conservadurismo, socialdemocracia…) que no han cambiado con la misma rapidez
con que han cambiado nuestras sociedades y por leyes e instituciones que,
influidas y condicionadas por los grupos y corporaciones potencialmente beneficiadas
por el mantenimiento de un statu quo destinado
a extinguirse, no proporcionan oxígeno a las nuevas realidades. Por ello, hay
que desarrollar políticas a largo plazo en campos muy diversos y variados:
1.- Educación.- Como hemos dicho
con anterioridad, es necesario partir de los métodos y procedimientos de los
países con mejores resultados e implantarlos en los países con peores datos,
adaptados a su cultura e idiosincrasia. Según el Informe Pisa de la OCDE
correspondiente al año 2009 (http://www.libertaddigital.com/sociedad/la-educacion-espanola-sigue-sin-remontar-segun-el-ultimo-informe-pisa-1276408921/),
Corea del Sur Finlandia, Canadá y Japón son los países donde los alumnos han
obtenido mejores parámetros en las pruebas y en sus modelos deberían los países
inspirarse para introducir mejorar en sus respectivos sistemas educativos.
2.- I+D+i.- En materia de
investigación, desarrollo e innovación, teniendo como base la mejora educativa antes
descrita, habría que priorizar más claramente los programas con mejores
perspectivas de futuro y reforzar la cooperación entre centros de
investigación, universidades, empresas y administraciones públicas con el fin de
conseguir que las aplicaciones prácticas de los resultados de la investigación
tengan lugar lo más rápidamente posible.
3.- Limitación del poder de los
oligopolios.- La fuerte presencia de oligopolios en las estructuras económicas
de los países desarrollados acaba significando un sobrecoste de los bienes y
servicios para los compradores y una fuente de rigidez para las estructuras
económicas de dichos países ya que, al final, abusando de su posición
dominante, impiden la aparición y desarrollo de nuevos proyectos e iniciativas.
Reforzar el poder de los tribunales de defensa de la competencia y facilitar el
ejercicio del derecho de los consumidores a denunciar prácticas restrictivas
del libre mercado son vías fundamentales
para crear lo que John Kenneth Galbraith denominó como “poder compensador” (http://www.economia48.com/spa/d/poder-compensador/poder-compensador.htm).
4.- Limitación de la influencia
de los lobbies.- Asociado al punto
anterior, es urgente frenar la influencia de los diferentes lobbies y grupos de presión en la
elaboración de las distintas disposiciones legislativas. Su labor permanente
provoca que las normas aprobadas dejen de estar inspiradas por el principio de
atender al interés general y acaban sirviendo a intereses ocultos que siempre
acaban suponiendo costes añadidos y trabas para las actividades que no tienen
la capacidad de organizarse para influir en la elaboración de las leyes.
5.- Creación de una arquitectura
económica institucional a nivel internacional.- Los países ya no pueden luchar
contra muchos de sus problemas en solitario. El mundo está tan interrelacionado
que es necesario que los países cooperen para buscar instrumentos de actuación
comunes que resuelvan los problemas de mayor magnitud que nos afectan. Como
dijimos con anterioridad, la lucha contra los paraísos fiscales es uno de los
grandes problemas que acaban generando un reparto poco equitativo de la carga
fiscal y el exceso de peso de la misma en determinados segmentos de renta que
no tienen la posibilidad de eludir el pago de impuestos. Frente a ello, sólo la
cooperación internacional haría posible poner coto al problema y permitir un
reparto más justo de la imposición. Otras cuestiones como los problemas
medioambientales, los movimientos incontrolados de población, el narcotráfico,
el terrorismo internacional son focos de tensión que acaban afectando a la
marcha de la economía e impidiendo su crecimiento. En una economía ampliamente
globalizada, es necesario crear vías de solución a problemas también globales.
La ausencia de las mismas es una barrera más para la conexión marco
técnico-económico/marco institucional/marco axiológico de la que antes hemos
hablado.
Posiblemente, ante la situación
de desendeudamiento masivo que las economías occidentales tendrán que afrontar
en los próximos años, el escaso margen de la política monetaria para estimular
la economía y los modestos aumentos de la productividad no van a hacer posible
que haya un crecimiento económico notable en el futuro. Por ello, el criterio
que parece más sensato es el de adaptarnos a esa circunstancia y sentar las
bases para que las economías crezcan más vigorosamente en el futuro. Ese es el
espíritu que guía este conjunto de medidas propuestas.
En la próxima entrada, veremos
cómo afecta toda esta realidad a la Unión Europea.
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