RECAPITULACION SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA EN ESPAÑA (I)






En las recapitulaciones que estamos haciendo en este blog a lo largo del mes de julio, hoy le toca el turno a la situación española. Como ya dijimos al hablar de la situación Europea, hay que atender a los factores comunes con la situación general como a los factores diferenciales, de modo que podamos entender qué circunstancias se parecen a las que ocurren a nivel internacional y cuáles nos llevan a tener una dinámica diferente.

En el caso español, la caída del crecimiento de la productividad se produjo de modo similar a como lo vimos en Estados Unidos o en Europa (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/06/recapitulacion-sobre-la-crisis.html). En la obra colectiva Problemas económicos españoles en la década de los 90 (publicado por Galaxia Gutenberg en el año 1995), el profesor José Luis Raymond aportaba datos de la evolución de la productividad total de los factores en España en los subperíodos 1960-1975, 1976-1985 y 1986-1991 y su crecimiento fue del 4,9%, 1,9% y 1,3%, respectivamente. Al igual que en el resto de las economías desarrolladas, España también conoció los efectos de una política monetaria expansiva a raíz de su entrada en la moneda única y, con el proceso de apertura comercial y la entrada de productos fabricados en países con menores costes de producción, la subida de precios subsiguiente se produjo, básicamente, en el mercado inmobiliario. Este fenómeno estuvo asociado a una impresionante brecha en el sector exterior cuyo desequilibrio se convirtió en uno de los mayores del mundo en términos relativos, de modo que la necesidad de financiación de nuestro país alcanzó un volumen cercano al 10% del PIB:



 Fuente: EUROSTAT



Mientras que la economía crecía al calor de la burbuja inmobiliaria, el sistema financiero ofrecía una imagen de saneada solvencia y el sector público contaba con un superávit que llegó a ser del 2,4% del PIB en 2006 y del 1,9% en 2007.



Fuente: EUROSTAT


Cuando estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y el efecto de esta implosión se extendió por todo el mundo, incluyendo a España, este aparentemente sólido edificio se vino abajo. El crecimiento desapareció, el desempleo aumentó espectacularmente y todo ello repercutió en un aumento de la morosidad de las operaciones del sector financiero (que se vio afectado por serios quebrantos patrimoniales) y por un gran aumento del déficit público. Deteniéndonos un momento en este último aspecto, si en 2007 el saldo presupuestario era de una cifra positiva del 1,9% del PIB en 2007, ya en 2008 era negativo en un porcentaje del 4,5%, alcanzando el 11,2% en 2009 y no moviéndose del entorno del 10% desde entonces.



 Fuente: EUROSTAT


Según un estudio de la Fundación de Impuestos y Competitividad del que se habló en prensa el pasado 1 de julio (http://www.eleconomista.es/construccion-inmobiliario/noticias/4956220/07/13/El-Estado-hace-cuentas-deja-de-ingresar-un-31-por-la-crisis-del-ladrillo.html), el estallido de la burbuja inmobiliaria ha supuesto una reducción de un 31% en la recaudación tributaria, de modo que, teniendo en cuenta que en 2012 los ingresos públicos supusieron un 36,4% del PIB y los correspondientes, estrictamente, a la recaudación tributaria fueron del 23,5% del PIB, si la burbuja hubiera continuado en su apogeo los tributos ingresados serían hoy del 34,06%, de modo que los ingresos públicos totales supondrían el 47% del PIB. Teniendo en cuenta que, en ese mismo año, los gastos públicos fueron, precisamente el 47% del PIB, ello significaría el equilibrio presupuestario.

Es decir, nuestro sistema tributario estaba diseñado pensando que la burbuja inmobiliaria iba a ser eterna y su fin ha implicado un brutal zarpazo a la recaudación fiscal. Ello no es más que el reflejo de una falta de equidad manifiesta en los impuestos recaudados (hecho que constituye uno de los hechos diferenciales de España frente a otros países occidentales) que sólo pudo ser paliada por una artificial subida de los precios de los inmuebles. Ya hemos hecho referencia en otras entradas al desigual reparto de la carga por IRPF. En un estudio publicado en 2011 por el Instituto de Estudios Fiscales y cuyos autores son Fidel Picos Sánchez, César Pérez López y María del Carmen González Queija (http://www.ief.es/documentos/recursos/publicaciones/documentos_trabajo/2011_01.pdf) y que parte de la muestra de declarantes del año 2007, constata que la suma de los rendimientos netos del trabajo y del capital mobiliario (es decir, nóminas e intereses de productos financieros, las partidas que están perfectamente controladas por Hacienda a través del sistema de retenciones) constituye el 83,64% del total. Por ello, cuando la burbuja explota se ponen de manifiesto las debilidades ocultas del sistema tributario de nuestro país y la recaudación se desploma (como se puede ver en el gráfico inferior, que refleja las magnitudes en términos de PIB) a la vez que aumentan los gastos asociados a la crisis como, p. ej., los pagos derivados de las prestaciones por desempleo.




 Fuente: EUROSTAT


Ante esta situación, se pusieron de relieve toda una serie de debilidades de la estructura económica española y, además, las medidas adoptadas por los sucesivos gobiernos se caracterizaron por su improvisación, su carácter deslavazado y la demora injustificada en la toma de decisiones. Pero de ello ya hablaremos en la próxima entrada.




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