Cuando el año pasado se
presentaron en España los Presupuestos Generales del Estado para el año 2013 (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/10/analisis-de-los-presupuestos-generales.html),
las grises cifras que se incluían en el cuadro de previsiones macroeconómicas
provocaron una ola de decepción y pesimismo (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/14884-el-gobierno-tira-la-toalla-madrid-cada-vez-mas-cerca-de-lisboa-y-mas-lejos-de-berlin)
que hizo arreciar las críticas tanto contra el Ministerio de Hacienda,
Cristóbal Montoro, como contra el Ministerio de Economía, Luis de Guindos, como
contra la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en este
caso, básicamente porque fue quien apareció sentada junto a ambos ministros en
la rueda posterior al correspondiente Consejo de Ministros). Curiosamente, los
negativos juicios que se vertieron parecieron ir dirigidos no tanto contra la
fiabilidad de las estimaciones (porque nadie, en realidad, las puso en duda)
como contra la excesiva sinceridad de las mismas, que delataban que el Gobierno
tenía pocas esperanzas en que la recuperación económica y la creación de empleo
fueran a tener lugar de modo mínimamente intenso en el próximo quinquenio. Para
compensar, este año se ha optado por un optimismo un poco artificioso, de modo
que los Presupuestos Generales del Estado 2014 han sido presentados como los
que inician “la recuperación económica” (http://www.minhap.gob.es/Documentacion/Publico/GabineteMinistro/Notas%20Prensa/2013/CONSEJO%20DE%20MINISTROS/27-09-13%20NP%20Presupuestos%20CM.pdf),
a pesar de que para el próximo ejercicio se esperan un crecimiento de tan sólo
el 0,7% y una tasa de desempleo que todavía sería del 25,9%. Es decir, las
previsiones no es que hayan mejorado mucho en relación a las del año pasado
pero mostradas con mayor entereza de ánimo parece que pintan mejor.
El gran problema sigue siendo que
las medidas fundamentales a adoptar siguen pendientes: el saneamiento
definitivo del sistema financiero, la reducción del gasto estructural de las
Administraciones Públicas y la adopción de un auténtico plan de choque que haga
funciones de electroshock en el
comatoso estado del sistema económico… Sin esos requisitos previos y
esenciales, sólo cabe esperar modestos resultados económicos y eso es lo que
recoge el cuadro de previsiones:
Fuente: Ministerio de Hacienda y
AA.PP.
En función de los datos del
Ministerio, la gran (y única esperanza) proviene del sector exterior, con un
crecimiento de las exportaciones del 5,5% (inferior, en cualquier modo, al 5,7%
del año 2013) y un comportamiento aletargado de las importaciones (crecen sólo
el 2,4%) en función de la alicaída demanda interna. Ello lleva a una capacidad
de financiación del 3,4% del PIB, inaudita si la comparamos con el 10% de
necesidad de financiación que España tenía en los años inmediatamente
anteriores al inicio de la crisis. Sin embargo, la inversión no residencial (es
decir, la que no tiene nada que ver con la construcción) sólo crece el 2,7%, lo
cual es una clara señal de que el optimismo brilla por su ausencia. Ante tan
raquíticas cifras, poco se puede esperar del comportamiento de los gastos e
ingresos públicos y, en consecuencia, las cifras no son nada alentadoras.
Empecemos analizando los gastos públicos:
Fuente: Ministerio de Hacienda y
AA.PP.
Se puede observar que, realmente,
la gran mejoría por este lado del Presupuesto viene de la caída de los gastos
asociados a los pagos por intereses de la deuda pública. La caída de la prima
de riesgo lleva a que los intereses vean reducidos en un 5,2% su cuantía
presupuestaria, sin que los gastos no ministeriales ayuden demasiado (se elevan
en un 6,9%). Asimismo, ante la grave situación del mercado de trabajo, con la
subsiguiente caída en las cotizaciones sociales, lleva a que el Estado deba
aumentar las transferencias a la Seguridad Social y al Servicio Público de
Empleo Estatal en un porcentaje del 19,8%. En resumen, ello no es más que el
reflejo de un círculo vicioso en el que, por muchos recortes que se efectúen,
mientras que no se ataque la raíz de los problemas pocas esperanzas puede haber
de que la situación presupuestaria mejore. A las mismas conclusiones se llegan
si observamos las estimaciones relativas a los ingresos públicos:
Fuente: Ministerio de Hacienda y
AA.PP.
Se aprecia con claridad que la
única figura que mejora sustancialmente es la correspondiente al Impuesto de
Sociedades y ello no porque se prevea una mejoría de la actividad sino que el
Gobierno planea nuevas subidas en dicho tributo (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/31828-el-gobierno-prepara-otra-subida-del-impuesto-de-sociedades-eliminando-deducciones-fiscales).
Sorprende el incremento previsto en el apartado “Otros ingresos tributarios”
(3,6%), el cual engloba a tributos de menor peso, lo cual nos lleva a pensar
que pueden estar en mente la aprobación de nuevos impuestos o nuevas subidas en
aquellos que aún tienen algún margen para ser elevados (medioambientales, sobre
el alcohol o sobre el tabaco…).
La conjunción de ambos aspectos
da lugar a unas moderadas previsiones de
reducción del déficit público para los próximos años:
Fuente: Ministerio de Hacienda y
AA.PP.
Para 2014, sólo se espera una
reducción del déficit público desde el 6,5% al 5,8% del PIB. Aún para 2015, se
prevé que todavía estará en el 4,2% y sólo para 2016 tendría una sustancial
mejora hasta el 2,8%. Esto no es más que el simple truco de ofrecer una senda
optimista concentrando las mejoras en los últimos años de la previsión
realizada. Cuando se conozca el déficit público definitivo para el 2016 (allá
por el 2017) y se vea que el mismo es superior al 2,8% del PIB, ¿alguien se
acordará de que estas previsiones fueron erróneas? Evidentemente, no. Mientras
tanto, como es obvio, se va ganando tiempo.
En realidad, todas las
indecisiones del Gobierno vienen marcadas por la propia indecisión de las autoridades
europeas, que han pasado de ver las políticas fiscales expansivas como un
posible remedio contra la crisis (en el período 2008-2010), a defender la
austeridad como una estrategia inexcusable (2010-2012), hasta pasar a la
situación actual, en la que se piensa que hay que moderar la senda del ajuste
para no perjudicar al crecimiento (http://online.wsj.com/article/SB10001424127887324874204578438250267965718.html?mod=WSJ_hp_us_mostpop_read).
España, que en gran medida está tácitamente tutelada por la famosa “troika”
(Comisión Europea-Banco Central Europeo-Fondo Monetario Internacional), - y las
pruebas abundan: http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/32404-bruselas-examinara-por-primera-vez-el-borrador-de-los-presupuestos-y-podra-exigir-cambios-en-los-mismos-
no es capaz de implantar claramente su propia estrategia, de modo que sigue al
albur de lo que las autoridades económicas internacionales vayan pensando, sin
que tampoco las mismas parezcan tener una línea mínimamente coherente, aunque
haya quien piense lo contrario (http://actualidad.orange.es/economia/socialistas-espana-portugal-y-francia-contra-austericidio.html).
Alimentado todo ello por los complejos
procesos de decisión en el seno de la Unión Europea, que llevan a que se sigan
dilatando en el tiempo cuestiones tan importantes como la constitución de la
unión bancaria (http://blogs.elconfidencial.com/mercados/pon-tu-talento-a-trabajar/2013-09-26/alemania-gana-fuelle-en-las-negociaciones-de-la-union-bancaria_32565/).
En resumen, ni desde fuera llegan
mensajes claros ni desde dentro somos capaces de implantar y desarrollar una
estrategia razonable. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para
2014 no es más que la consecuencia de toda esta falta de rumbo. Como banda sonora
de esta situación, este videoclip podría ser el apropiado.
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