ANÁLISIS DE EL LOBO DE WALL STREET (I)
Parte II: http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2014/01/analisis-de-el-lobo-de-wall-street-ii.html
Parte III: http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2014/02/analisis-de-el-lobo-de-wall-street-y-iii.html
El pasado 17 de enero, se estrenó
la última película de Martin Scorsese, El
lobo de Wall Street. Como ya hicimos con Margin Call (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/11/analisis-de-margin-call.html),
Moneyball: Rompiendo las reglas (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/02/analisis-de-moneyball-rompiendo-las.html),
Malas noticias: Too big to fail (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/07/analisis-de-malas-noticias-too-big-to.html
y http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/07/analisis-de-malas-noticias-too-big-to_11.html)
y Jobs (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/09/analisis-de-la-pelicula-jobs.html),
aparte del análisis estrictamente cinematográfico que he realizado en mi blog El espectador impertinente (http://cineartemagazine.blogspot.com.es/2014/01/el-lobo-de-wall-street-o-de-aquellos.html),
en este blog voy a realizar un análisis ceñido al punto de vista económico. Y hay
que decir que hay mucho que comentar con esta película.
El lobo de Wall Street está basada en la autobiografía de Jordan
Belfort (http://es.wikipedia.org/wiki/Jordan_Belfort),
broker de Wall Street y fundador y principal
propietario de la agencia de valores Stratton
Oakmont, que, en 1998, fue acusado de fraude de valores, lavado de dinero y
manipulación del mercado de valores. Tras colaborar con el FBI, fue condenado a
22 meses de cárcel en una prisión federal y a la obligación de restituir todo
lo defraudado a sus víctimas, cantidad que se eleva a los 110,4 millones de
dólares. Hasta la fecha, sólo ha devuelto un 10% de esa cifra.
Jordan Belfort
DINERO Y SABIDURÍA
Una de las críticas que se ha
realizado a El lobo de Wall Street es
que la realidad que refleja dista mucho del auténtico perfil del mundo
financiero estadounidense (http://elespectadorimpertinente.blogspot.com.es/2014/01/el-lobo-de-wall-street-o-de-aquellos.html).
Es cierto que, al tratarse de una sátira, exagera ciertos aspectos de la
cuestión. Pero exageración no significa falsedad. De hecho, considero positivo
que se ponga énfasis en determinados aspectos de lo que ha sucedido (y,
probablemente, siga sucediendo) no sólo con los brokers de Wall Street sino, en general, con muchas pautas de
actuación de entidades del sistema financiero, que han antepuesto sus ansias de
beneficios a corto plazo al desarrollo de una estrategia a largo plazo basada
en la satisfacción de las necesidades y expectativas de sus clientes a través
de un asesoramiento riguroso (HIPOTECAS SUBPRIME: http://www.elmundo.es/mundodinero/2007/08/09/economia/1186668506.html,
PARTICIPACIONES PREFERENTES: http://elpais.com/tag/participaciones_preferentes/a/,
http://cincodias.com/tag/participaciones_preferentes/a/,
SWAPS: http://www.alertadigital.com/2011/02/08/los-clips-hipotecarios-y-los-swaps-de-tipos-disparan-las-denuncias-el-bbva-se-mete-en-un-berenjenal-juridico-para-tratar-de-eludir-sentencias-en-su-contra/,
FONDOS INMOBILIARIOS: http://www.elconfidencial.com/mercados/archivo/2009/02/17/noticias_14_cierre_banif_inmobiliario_valoracion_activos_banca.html).
En un sentido más profundo, conviene desmitificar dos creencias que han
demostrado un enorme potencial de ser asumidas sin excesivo sentido crítico. La
primera, la de que a cualquier persona relacionada con el manejo del dinero se
le atribuyen unas especiales virtudes de inteligencia y sabiduría. En palabras
de John Kenneth Galbraith, en su obra El
dinero, “los que hablan de dinero y enseñan sobre él y se ganan la vida con
él, adquieren prestigio, estima y ganancias pecuniarias de una manera parecido
a como los adquieren un médico o un hechicero al cultivar la creencia de que
están en relación privilegiada con lo oculto, de que tienen visiones de las
cosas que no están al alcance de las personas corrientes. Aunque
profesionalmente remunerador y personalmente provechoso, esto es también una
forma conocida de fraude. Nada hay en el dinero que no pueda ser comprendido
por una persona razonablemente curiosa, activa e inteligente”. La segunda, la
de que, casi por arte de magia, se pueden obtener espectaculares rentabilidades
en el mercado financiero, sin tener en cuenta que un potencial mayor de
rentabilidad está asociado, inevitablemente, a un mayor riesgo de los activos
en los que se invierte (eso ya lo explicamos en nuestra entrada dedicada a Margin Call).
A lo largo de la película, el
motivo fundamental por el que Jordan Belfort llega a tener éxito es porque sus
clientes piensan que tiene acceso a una información y a un conocimiento de las
empresas cuyas acciones se encarga de vender por encima de la que puede tener
una persona corriente y que ese mayor conocimiento podía proporcionar ganancias
milagrosas si se invertía en ellas. En realidad, ello no era así en absoluto.
Simplemente, era un avezado vendedor que percibía comisiones por sus ventas y
que optó por “colocar” acciones a destajo para maximizar el importe percibido
en concepto de dichas comisiones. Para ello, aplicó técnicas agresivas propias
de la venta a distancia a través de un call
center en el que llegó a tener más de 1.000 operadores. Simplemente, se
trataba de eso. No había más. Nada más. Belfort no realizaba ningún tipo de
análisis sobre las empresas cuyas acciones recomendaba. No sabía nada que
pudiera permitir elegir con algún tipo de fundamento en qué compañía había que
invertir. Nada de nada.
En principio, puede sorprender que,
simplemente con ese bagaje, Stratton Oakmont lograra vender 1.000 millones de dólares
a través de 35 Ofertas Públicas de Venta de acciones. Y sí, resulta
sorprendente. Pero es más sorprendente aún que, aunque Belfort fuera procesado
en 1998, con posterioridad estallaran casos como el de Bernard Madoff (http://www.elconfidencial.com/mercados/archivo/2008/12/13/noticias_99_descubierto_falta_liquidez_necesitaba_millones.html,
http://www.elconfidencial.com/mercados/archivo/2008/12/13/noticias_63_madoff_confeso_fraude_hijos_antes.html),
el de Marc Dreier (http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/12/16/economia/1229419588.html)
o el de la agencia MF Global (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/31/economia/1320074575.html)
que, aunque distinto a los anteriores, guarda similitudes con ellos en la
medida en que está provocado por unas expectativas de beneficios disociadas de
los factores de riesgo implicados. Hechos similares a los citados son el de la
quiebra del Banco Barings provocada por la inversión de uno de sus operadores,
Nick Leeson, en el mercado de futuros asiático (http://www.actibva.com/magazine/mercados-financieros/como-nick-leeson-provoco-la-quiebra-del-banco-baring),
las pérdidas generadas en Société Generale por uno de sus trabajadores, Jerôme
Kerviel (http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/01/24/economia/1201189436.html,
http://www.libertaddigital.com/economia/societe-generale-victima-de-un-fraude-que-le-costara-casi-5000-millones-de-euros-1276322051/)
o las sufridas por UBS a raíz de las prácticas de uno de sus operadores (http://www.elconfidencial.com/economia/2011/09/15/detenido-un-trader-de-ubs-por-hacerle-un-agujero-de-2000-millones-de-euros--84268,
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/09/18/economia/1316353866.html).
Toda esta pequeña galería de los
horrores tienen en común una percepción errónea de la relación riesgo-beneficio
de distintas operaciones y una sobrevaloración de la capacidad (propia o ajena)
de gestionar dicho binomio. Teniendo en cuenta que la llamada “crisis de los
tulipanes” en Holanda (http://www.abc.es/economia/20130615/abci-tulipanes-burbuja-especulativa-201306142107.html),
se produjo en 1637, se deduce que, 377 años después, seguimos sin aprender unas
verdades bastante sencillas y elementales.
LA BICICLETA OCULTA
Al principio de El lobo de Wall Street, el personaje
encarnado por Leonardo di Caprio mantiene una conversación con su jefe
(interpretado por Matthew Conaughey) en el que este le explica cómo es la forma
de actuar (no confesada) entre los brokers
de Wall Street.
Leonardo di Caprio y Matthew Conaughey en El lobo de Wall Street
Si preguntáramos entre el público
cuál es la forma en que creen que proceden unos profesionales que ofrecen servicios
de asesoramiento financiero a sus clientes, la respuesta sería aproximadamente
la siguiente: los mismos se encargarían de maximizar los ahorros puestos bajo
su custodia, atendiendo a los parámetros de riesgo que los propietarios de esos
ahorros están dispuestos a asumir y que habrían quedado meridianamente claros
en la relación profesional con dichos agentes. Lo que el personaje de Matthew
McConaughey expone no tiene nada que ver con este modelo. Los ingresos de los
agentes financieros dependen de que sus clientes acepten realizar nuevas
operaciones ya que la realización de esas nuevas operaciones supone comisiones
que son, en última instancia, la fuente de ingresos de dichos agentes. Es
decir, aunque un cliente tenga invertidos sus ahorros en el activo financiero adecuado
y la decisión óptima sea mantener la inversión tal como está, ello no interesa
a los brokers que gestionan el
patrimonio de ese cliente. Lo que verdaderamente les interesa es que deshagan
la posición e inviertan en un activo financiero diferente porque, con ello,
obtienen comisiones por la transacción.
Esta exposición de los hechos no
difiere en exceso de lo que sucede en los sistemas financieros de los países
más avanzados del mundo. En la medida en que los márgenes de intermediación (entre
las operaciones de activo y de pasivo) de las entidades bancarias sufren una
tendencia de caída permanente, la única forma para mantener o incrementar la
tasa de beneficio es generar comisiones vía operaciones de desintermediación.
¡Ojo! Hemos dicho OPERACIONES DE DESINTERMEDIACIÓN, es decir, que la mayoría de
las entidades bancarias comercializan productos que están fuera de su balance y
respecto a los cuales sólo mantienen una relación de vendedor-comisionista.
Esto acarrea un riesgo moral obvio. Un cliente puede creer que el banco va a
estar muy preocupado por el buen destino de la inversión realizada ya que en
ello le van sus propios resultados cuando, una vez vendido el producto, al
banco ni le va ni le viene la marcha posterior del mismo. Es decir, todo el
riesgo lo asume el cliente, el cual, en muchas ocasiones, no es consciente de
esta circunstancia.
Según lo explicado, el sistema
financiero acaba sosteniéndose sobre una bicicleta oculta, una bicicleta no
confesada en que, para obtener beneficios, es necesario realizar continuamente
transacciones para que la cuenta de resultados no se resienta. Pero,
evidentemente, ello no es una estrategia empresarial sostenible a largo plazo.
Antes o después, los clientes reparan en que, en vez de recibir un
asesoramiento profesionalizado, se han convertido en simples pedales que son utilizados
para mantener al sistema financiero en pie.
La actual crisis y los problemas
por los que está atravesando el sistema financiero están muy relacionadas con
la quiebra del modelo descrito y con la pérdida de confianza en la inversión en
muchos activos financieros de forma que se ha producido una huida hacia activos
con la mayor liquidez posible y con el menor riesgo asociado, de forma que los
mercados financieros, en la actualidad, operan bajo elevadas condiciones de
incertidumbre. Como es lógico, hay conductas que no salen gratis sino que
llevan implicados costes elevados y disfunciones no fácilmente resolubles en el
corto plazo. Por ello, lo que se explica en El
lobo de Wall Street va más allá de ser la historia de un personaje aislado
que sufrió su correspondiente castigo. En el fondo, nos habla de
comportamientos que, más o menos acusados en sus puntos más discutibles,
explican la actual coyuntura que estamos sufriendo.
Pero, como hay más elementos a
destacar, la semana que viene seguiremos desmenuzando la película.
Sería mucho más cómodo de leer si insertara un link en la palabra que quiere que lo lleve y así te redirige directamente a ese enlace, en vez de copiar entre paréntesis la dirección web.
ResponderEliminarBuen post.
Saludos.