Si queremos simplificar los
actuales problemas de la economía mundial, podríamos decir, como ya hemos dicho
en alguna ocasión (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/05/previsiones-para-america-latina-y-el.html), que el elemento crítico central es el de las
deficiencias estructurales de las principales economías occidentales. Así, el
crecimiento de los últimos años de las economías emergentes y en vías de
desarrollo ha contrastado con la atonía de Japón, Estados Unidos y de la
mayoría de las economías europeas.
El motivo de fondo de este hecho
es, básicamente, que las economías occidentales soportan una gigantesca montaña
de deuda que la han utilizado para invertir en activos reales
(fundamentalmente, inmobiliarios) que no proporcionan los suficientes
rendimientos para hacer posible la devolución de la misma. Como los
rendimientos de los activos no pueden ser elevados de forma milagrosa, la única
opción es ir logrando la gestión de la deuda para que la misma vaya
disminuyendo en términos relativos de forma progresiva. En algunos casos, se
tratará de realizar una quita sobre una deuda pública impagable (como en el
caso de Grecia); en otros casos se tratará de aumentar su plazo de devolución
para que la misma pueda ser devuelta en cómodos plazos (como ha sucedido con
Irlanda y Portugal en sus respectivos rescates o intenta hacer el Tesoro en
España sin imposiciones externas: http://www.elconfidencial.com/mercados/2014-02-17/doble-objetivo-del-tesoro-captar-9-500-millones-y-alargar-la-vida-de-la-deuda_90406/);
cuando se trataba de deudas de las entidades bancarias, ha habido países que
han decidido que sólo serían devueltas a los ciudadanos del país y no a los
ciudadanos extranjeros (tal como hizo Islandia: http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/03/islandia-mito-y-realidad-i.html,
http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/04/islandia-mito-y-realidad-ii.html,
http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/04/islandia-mito-y-realidad-y-iii.html)
y, para otras entidades, se acabó decretando su quiebra (como sucedió con la
bancarrota de Lehman Brothers) o, si sobrevivieron, acabaron repercutiendo sus
pérdidas a los bonistas para poder reequilibrar sus balances (que es lo que ha
sucedido en España con las cuotas participativas de la Caja de Ahorros del
Mediterráneo o con los numerosos conflictos por las participaciones
preferentes) o se acabó creando un “banco malo” con capital público para
trasladar allí numerosas inversiones ruinosas (en España, la llamada SAREB: http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/11/no-me-llames-banco-malo-llamame-sareb.html);
para la deuda privada, se ha podido optar por sucesivas refinanciaciones
esperando que la recuperación permita que su devolución sea viable (http://www.idealista.com/news/archivo/2013/03/12/0590679-la-banca-arrastra-40-000-millones-de-euros-en-refinanciaciones-a-empresas-inmobiliarias,
http://cincodias.com/cincodias/2014/01/30/mercados/1391107735_892015.html,
incluso, hace sólo unos días, apareció esta noticia: http://www.elconfidencial.com/mercados/2014-02-17/martinsa-fadesa-admite-que-negocia-con-los-acreedores-la-refinanciacion-de-su-deuda_90622/)...
En definitiva, se ha tratado de manejar los tiempos para que los impagos no se
disparasen y fueran cayendo como fichas de dominó unos prestatarios que
compartían sus delicadas e inestables situaciones financieras.
En este punto, conviene destacar
una frase que he dicho antes y que, ahora, hay que detenerse a explicar: los
rendimientos de los activos reales no pueden ser elevados de forma milagrosa. Cuando
hablamos de rendimientos, hablamos de rendimientos económicos, ya que tenemos
que ponerlos en relación a los desembolsos que suponen las deudas asumidas.
Pero, al mismo tiempo, es evidente que el rendimiento monetario es el resultado
de multiplicar el precio por unidad de producción por las unidades de
producción obtenidas y restarle los costes asociados, por lo que el rendimiento
económico es inseparable del rendimiento físico.
Podemos resumirlo con una fórmula
sencilla:
Rendimiento económico = (P – cu) * Q (K, L)
El rendimiento económico
provendría del margen que se puede conseguir de las unidades de producción
obtenidas multiplicado por, precisamente, las unidades de producción que se han
elaborado en función de las cantidades de trabajo y capital (tanto fijo como
circulante) aplicadas. El margen sería la diferencia entre el precio y el coste
unitario por unidad de producción.
Para mejorar el rendimiento
económico, sólo caben tres posibilidades:
1.- Aplicar menos trabajo (L) y
capital (K) para obtener el mismo volumen de producción (Q) o,
alternativamente, con los mismos niveles de trabajo y capital obtener un mayor
volumen de producción.
2.- Reducir los costes unitarios
(cu) sin que ello implique una reducción del nivel de precios (P).
3.- Aumentar los precios (P) sin
que suban, al mismo tiempo, los costes unitarios (cu).
La opción 1 es la que se relaciona
con el concepto del que hemos hablado en varias entradas y que hemos denominado
“Productividad total de los factores” (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/09/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html)
y es la que se vincula con el cambio tecnológico, al permitir incrementar la
producción y los niveles de vida sin tener que aplicar mayores niveles de
recursos.
La opción 2 (la reducción de
costes unitarios) es difícil de ejecutar porque bien depende de factores
externos bien porque puede acabar provocando una reducción de los precios (por
lo que su efecto acaba anulándose). El precio de las materias primas es un
elemento paradigmático de la primera opción que hemos indicado: depende de los
mercados internacionales y, por tanto, resulta difícil actuar sobre ellos. Los
salarios forman parte del segundo grupo. Como estamos viendo actualmente en
España, pueden descender pero, entonces, la demanda se ve reducida y los
precios acaban, en consecuencia, descendiendo (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/38966-camino-de-la-japonizacion-la-deflacion-amenaza-la-recuperacion-de-la-economia-espanola).
Sí es viable mediante la reducción de costes internos derivados de exceso de
burocracia, eliminación de rigideces de determinados mercados y la apertura a
la competencia de determinados sectores que operan en situación de monopolio u
oligopolio (en el caso de España, una de las áreas prioritarias a actuar, en
este sentido, sería la de los costes energéticos que se han elevado en los
últimos años como consecuencia de una serie de medidas equivocadas de política
económica).
La opción 3 (la elevación del
índice de precios) es peligrosa porque lo normal es que acabe repercutiendo en
alzas de los costes unitarios, sea vía salarios, sea vía precios de los bienes
y servicios ofertados por los proveedores empresariales. No obstante, hay una
variante de esta estrategia que sí ha prosperado en las últimas cuatro décadas
y que consiste en subidas selectivas de precios en determinados sectores y
mercados que sí han logrado estimular el crecimiento y no han repercutido (al
menos a corto plazo) en un aumento de los costes unitarios para el conjunto del
sistema económico. A esto se refería el que fuera Secretario del Tesoro de los
Estados Unidos durante la presidencia de Bill Clinton, Lawrence Summers, en un
discurso pronunciado el pasado mes de noviembre de 2013 y en el que se
preguntaba: ¿y si sólo podemos crecer creando burbujas? (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/35005-el-impactante-discurso-de-larry-summers-y-si-solo-podemos-crecer-creando-burbujas).
El sentido de este discurso se
centra en el planteamiento central del mismo: ¿qué pasaría si la crisis simplemente
se hubiese acabado y en realidad nos estuviésemos enfrentando a un nuevo
escenario en el que el escaso crecimiento es lo normal, una especie de
estancamiento secular? Este posible estancamiento secular tenemos que ponerlo
en relación con la reducción del crecimiento de la “Productividad total de los
factores” y el mismo guarda una conexión directa con el freno que el cambio
tecnológico ha experimentado en, sobre todo, los últimos 15 años. Sin cambio
tecnológico, la “Productividad Total de los Factores” tiende a estancarse y,
finalmente, ello acaba afectando al estancamiento del nivel de vida.
Pero, antes de seguir con nuestra
exposición, conviene detenerse en un punto que suele llevar a la confusión y
que es confundir el crecimiento de la “Productividad aparente del factor
trabajo” con el crecimiento de la “Productividad Total de los Factores” ya que
ello lleva a razonamientos erróneos. Pero de esa cuestión hablaremos ya en la
próxima entrada.
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