Con la revisión de las ideas monetaristas en la anterior entrada, iniciamos el repaso a las escuelas que tenían en común su rechazo al keynesianismo. Aunque, en muchas ocasiones, en los medios de comunicación y en ámbitos políticos se suelen equiparar los postulados de todas las corrientes que estamos analizando, en realidad entre ellas, aunque hay importantes aspectos comunes, también puede haber diferencias sustanciales que han provocado agrias polémicas entre ellas. Conforme vayamos desgranando sus razonamientos, iremos viendo unos y otros.
G.- LA ESCUELA AUSTRÍACA.- La Escuela Austríaca tiene su origen en
la obra de Carl Menger (1840-1921). Aunque a este autor, como recordarán,
también se le suele incluir dentro de la Escuela Neoclásica y, de hecho, sus
ideas tenían muchos puntos en común con las de Jevons, Walras o Marshall, en
realidad sus trabajos marcan un punto de inflexión claro respecto a los autores
citados tanto por su metodología (al confiar exclusivamente en el pensamiento
deductivo y rechazando cualquier tipo de aparato matemático) como por su
confianza absoluta en los mecanismos de mercado. Estos principios se
mantuvieron con los continuadores de la Escuela: Eugen von Böhm-Bawerk
(1851-1914), Friedrich von Wieser (1851-1926), Ludwig von Mises (1881-1973) y
Friedrich von Hayek (1899-1992).
Ludwig von Mises
Friedrich von Hayek
La Escuela Austríaca concibe el
mercado como un complejo sistema de información que canaliza las múltiples
decisiones de muchos millones de individuos. Los precios son el indicador
esencial que determina que dichas decisiones sean las correctas y sean acordes
con las circunstancias de la realidad económica. Desde este punto de vista,
cualquier intervención desde el sector público es considerada negativa. Un
conjunto reducido de individuos, aunque sean funcionarios o empleados públicos,
no pueden suplir la cantidad ingente de información que los mecanismos de
mercado permiten procesar y, de hecho, cualquier interferencia en los mismos lo
que provoca es que los precios se distorsionen y, en consecuencia, los agentes
económicos tomen decisiones incorrectas.
Como explicaba Hayek en Camino de servidumbre (1944), cualquier
intervención gubernamental en un mercado libre genera ineficiencias y
disfunciones que, en la medida en que se rechaza suprimir la intervención
inicial, genera intervenciones adicionales que provocan un peso creciente del
gobierno en la economía. Conforme ello se materializa, las decisiones
individuales van acumulando ineficiencias sucesivas hasta que ello lleva al
alejamiento de cualquier prosperidad posible.
Para los representantes de la
Escuela Austríaca, el Estado tiene que reducir al mínimo su intervención en el
sistema económico y, en consecuencia, rechaza la ejecución de políticas de
estabilización y de redistribución de la renta.
En relación a las políticas de estabilización,
los argumentos irían en línea con lo explicado anteriormente. Debido a las
infinitas interacciones que se producen en el sistema económico, los políticos
y funcionarios no pueden prever cuál va a ser la evolución de la coyuntura por
lo que sus decisiones tenderán a crear más inestabilidad que la que se
derivaría de un mercado libre. Cualquier déficit público debería ser financiado
con deuda y su posterior devolución supondría un empobrecimiento para el
conjunto de los individuos del país. Por todo ello, el equilibrio
presupuestario es un principio inviolable para esta escuela, que, bajo ningún
concepto, puede sufrir algún tipo de excepción.
En relación a la política
monetaria, también rechazan cualquier tipo de intervención discrecional, de
modo que defienden el patrón oro como modelo de emisión de moneda. La Escuela
Austríaca no cree en el establecimiento de una “regla monetaria”, en la
fijación de un límite al crecimiento de la oferta monetaria como medio para
proporcionar estabilidad al sistema, ya que ello no es más que fruto de una
decisión de las autoridades que, en cualquier momento, puede ser modificada a
su antojo. Cualquier tipo de patrón fiduciario (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/10/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html)
estaría abocado al fracaso, ya que, inevitablemente, conduce a un aumento
indiscriminado de las emisiones, a una pérdida de poder adquisitivo de la
moneda y, en consecuencia, a la inflación, que no es más que una forma simulada de apropiación de riqueza por parte de los estados. El patrón oro conduce a que las
emisiones no sean libremente decididas por los gobiernos sino que las mismas
están limitadas a la cantidad de oro en manos del banco central.
Adicionalmente, la moneda tendría un valor intrínseco derivado de que la misma
podría ser libremente intercambiada por una determinada cantidad de metal
precioso y, por tanto, su valor no dependería de una decisión arbitraria por
parte de las autoridades.
Para explicar visualmente qué
piensa la escuela de los actuales sistemas monetarios, los cuales carecen de
respaldo metálico, vean este vídeo correspondiente a una clase de Jesús Huerta
de Soto, catedrático de Economía Política de la Universidad Rey Juan Carlos de
Madrid y uno de los principales representantes actuales de la escuela, no sólo
en nuestro país sino a nivel internacional:
A raíz de estos argumentos, para
la Escuela Austríaca la Depresión del 29 no fue consecuencia de un reducido
peso del Estado en la economía sino, al contrario, de un conjunto de
intervenciones erróneas por parte de las autoridades. En primer lugar, un
factor decisivo fue la ruptura definitiva del patrón oro al finalizar la I
Guerra Mundial. Ello llevó, en segundo lugar, a una expansión monetaria
excesiva que llevó a los agentes económicos a realizar inversiones excesivas al
sobrevalorar el vigor y magnitud de la bonanza económica de los años 20. En
tercer lugar, cuando empezó la crisis, los tipos de interés se mantuvieron
artificialmente bajos, lo cual impidió que se liquidaran con rapidez las
inversiones erróneas realizadas. Finalmente otro tipo de intervenciones, como
el incremento de medidas proteccionistas, las devaluaciones del tipo de cambio
o las intervenciones en el mercado de trabajo crearon nuevas distorsiones que
impidieron una pronta recuperación.
Si lo anterior se refería a la
desconfianza de la escuela sobre las políticas de estabilización, sus
reticencias sobre las políticas de redistribución no son menores. La única
distribución eficiente de la renta sería la que se derivaría de los mecanismos
de libre mercado. Cualquier interferencia gubernamental en la misma, supondría
una apropiación por parte del Estado que tendería a desincentivar la
realización de actividades productivas y estimularía a los agentes económicos a
vivir de los subsidios y ayudas del Estado. Propuestas de Friedman como la del “impuesto
negativo sobre la renta” eran inaceptables para los representantes de la
Escuela Austríaca, que llegaron a definir a aquel como “socialista” en virtud
de dicho planteamiento (http://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/por-que-llamaron-tantas-veces-socialista-a-milton-friedman-1276234015.html).
Por lo tanto, el único territorio
donde sería pertinente la intervención pública sería en las denominadas
políticas de asignación de recursos, las referidas a las funciones esenciales e
indiscutidas del Estado. Para la Escuela Austríaca, es esencial el
mantenimiento de un Estado de Derecho sólido que garantice el ordenamiento
jurídico, las libertades fundamentales y los derechos individuales,
especialmente el de propiedad. El derecho de propiedad es el que garantiza, en
última instancia, el funcionamiento del sistema de libre mercado ya que, si los
frutos obtenidos legítimamente a raíz de la utilización de los mecanismos de
aquel son fácilmente apropiables por el Estado o por terceros, dicho sistema
quedaría claramente desvirtuado. En una economía en la que los derechos de propiedad
son claramente respetados, los individuos se esforzarían por mejorar su
posición y, con ello, se conseguiría que hubiera una senda de prosperidad y
desarrollo económicos.
Desde este punto de vista, tan
importante es que el Estado tenga la fuerza suficiente para hacer valer los
derechos de propiedad como que su peso sea limitado para que esos derechos no
sean apropiados con impuestos excesivos. Para la Escuela Austríaca, los
posibles “fallos del mercado”, antes que solucionarlos vía intervención
pública, hay que remediarlos con asociaciones de carácter espontáneo y con un
peso importante del sector privado en la prestación de servicios públicos, que
proporcionarían un mayor grado de eficiencia. Por ejemplo, Juan Ramón Rallo,
director del instituto Juan de Mariana y uno de los principales representantes
de la Escuela Austríaca en nuestro país, en su libro Una revolución liberal para España propone un conjunto de medidas
con el fin de llevar el peso final del Estado a cifras en torno al 1,5% del PIB
(http://www.libremercado.com/2014-03-23/juan-ramon-rallo-una-alternativa-liberal-para-espana-71089/).
El pensamiento de Hayek y Mises
influyó enormemente en las políticas desarrolladas por Margaret Thatcher y
Ronald Reagan a partir de 1980 pero también hay que reconocer que ningún
gobierno ha llegado a implantar las ideas de la Escuela Austríaca hasta sus
últimas consecuencias. Como veremos en otra entrada, cuando, a partir de aquel
año, se dio la espalda al keynesianismo, los estados siguieron manteniendo un
peso apreciable dentro de los sistemas económicos de los países occidentales.
Lo cual abre camino a reflexiones que realizaremos cuando lleguemos al apartado
dedicado a las previsiones de futuro sobre el sector público.
H.- LA ESCUELA DE LA PUBLIC
CHOICE.- Como un factor que explicaría el peso del sector público en la
economía, estaría la teoría de Adolf Wagner, que vimos al hablar del
historicismo, que propugnó que, conforme aumenta el grado de desarrollo
económico, la tendencia sería la de un mayor intervención de los estados, la
cual tendría como fin atender a los problemas derivados de ese mayor grado de
desarrollo.
La Escuela de la Public Choice, cuyo principal
representante es James M. Buchanan (1919-2013) desmentiría esta visión y propondría
una causa diferente para el fenómeno.
James M. Buchanan
Para la Escuela de la Public Choice, la causa principal del
aumento del peso del Estado en las economías es la dinámica generada por los
distintos departamentos de la Administración. El objetivo de los funcionarios
sería maximizar los recursos manejados por ellos, de forma que, a la hora de
elaborar los presupuestos, tenderían y forzarían a elevar las cantidades
asignadas para sus agencias y organismos. Sus solicitudes, en consecuencia,
siempre irían por encima de los importes óptimos y, de un año a otro, los
presupuestos públicos tenderían a ser más altos, alejándose de los niveles que
serían satisfactorios.
Para la Public Choice, habría que introducir mecanismos que impidieran a
los funcionarios conseguir su objetivo de aumentar indiscriminadamente los
recursos manejados. Para ello, propondrían que los contribuyentes intervinieran
directamente en el proceso presupuestario decidiendo cuántos impuestos querrían
pagar y qué nivel de servicios públicos querrían mantener. Cuando los
contribuyentes tuvieran que sopesar que un aumento de servicios públicos
prestados implicaría un aumento de los impuestos pagados, ajustarían sus
solicitudes de gasto público al nivel de presión fiscal que considerarían
adecuado y ello conduciría a una reducción del peso del sector público en las
economías.
En ocasiones, la única forma de
racionalizar la cuantía del gasto público sería reducir el nivel de organismos y departamentos públicos existentes, de forma
que la presión para aumentar las partidas presupuestarias sería menor y, así,
sería factible llevar a cabo una política de reducción del gasto público total.
Este planteamiento fue el que llevó a Margaret Thatcher a suprimir la Alcaldía
de Londres (aparte de que, con ello, retiraba de la escena política a un
importante adversario: http://es.wikipedia.org/wiki/Autoridad_del_Gran_Londres)
y a rechazar la creación de regiones autónomas dentro de Gran Bretaña porque
consideraba que, con ello, se impedía crear importantes fuentes de aumento del
gasto público.
En nuestra próxima entrada,
veremos los postulados de la Economía de la Oferta y realizaremos una
perspectiva global de todas las escuelas estudiadas.
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