SECTOR PÚBLICO: TEORÍA Y PRÁCTICA (XI)







En la anterior entrada, comentamos cómo un sistema de tipos de cambio fijos y una mayor intervención de los gobiernos fueron notas características del paradigma keynesiano, el cual se desarrolló, aproximadamente, entre 1933 y 1981. Ambos rasgos no cabe considerarlos como independientes sino que, en realidad, el primero acabó alimentando el segundo de un modo que, normalmente, no suele explicarse. En un sistema de tipos de cambio fijos, la política monetaria carece de autonomía por lo que sólo la política fiscal se convierte en un instrumento eficaz para su utilización con fines expansivos. Por lo contrario, en un sistema de tipos de cambio variables, sólo la política monetaria tiene, en última instancia, la virtualidad de constituir un estímulo positivo.

Para comprender lo que acabamos de decir, hay que recurrir al modelo Mundell-Fleming, que explica bastante bien la eficacia de las distintas políticas en diferentes regímenes cambiarios.

Así, partimos del modelo IS-LM, el cual sirve para explicar cómo se determina el nivel de producción (Y) y los tipos de interés (i) en un sistema económico, mediante la interacción entre los mercados de bienes y servicios y los mercados financieros. La curva IS muestra los diferentes puntos de equilibrio en los mercados de bienes y servicios, con las diferentes combinaciones de producción y tipos de interés en las que la inversión y el ahorro coinciden. Por su parte, la curva LM muestra los diferentes puntos de equilibrio en los mercados financieros, con las diferentes combinaciones de producción y tipos de interés en las que la demanda de dinero y la oferta monetaria coinciden.





Para explicar el modelo Mundell-Fleming, hay que incorporar las implicaciones de la existencia del sector exterior y, para ello, se parte de un nivel de tipo de interés (i*), el cual representa el nivel de equilibrio de dicho sector. Con un tipo de interés por encima de i*, se producen entradas de capitales, por lo que el tipo de cambio tiende a revalorizarse. Para evitarlo, hay que aumentar la oferta monetaria, con el fin de que dicho tipo de cambio se deprecie hasta el nivel fijo que hay establecido. Cuando los tipos de interés están por debajo de i*, hay salidas de capitales y el tipo de cambio tiende a depreciarse. Para evitarlo, hay que contraer la oferta monetaria, de forma que con una menor cantidad de dinero en circulación, el tipo de cambio pueda apreciarse. El modelo de referencia para partir de una situación de equilibrio es, en consecuencia el siguiente:





¿Qué sucede si se opta por una política monetaria expansiva? En dicho caso, la curva LM se desplazaría a la derecha y los tipos de interés caerían por debajo de i*, el nivel de equilibrio, por lo que Y e i pasarían a tener los niveles Y1 e i1.





En ausencia de sector exterior, dichos niveles se podrían mantener pero hay que tener en cuenta las implicaciones de aquel en la posibilidad de mantener o no dichos niveles. Como el tipo de interés ha caído por debajo del nivel de equilibrio i*. Eso provoca que los activos financieros del país no sean atractivos y, en consecuencia, se produce una salida de capitales que provocan la depreciación del tipo de cambio. Por ello, como el tipo de cambio es fijo, la única opción es volver atrás en la expansión monetaria y devolver la cantidad de dinero en circulación a su nivel original.





La consecuencia obvia de ello es que la política monetaria no es eficaz para lograr un aumento del nivel de producción. Pero, con la política fiscal, ocurre lo contrario. Imaginemos que se utiliza dicha política con fines expansivos. Esto supone que la curva IS se traslada a la derecha.





Como el tipo de interés está por encima del nivel de equilibrio i*, lo que provoca que empiecen a entrar capitales desde el exterior y el tipo de cambio se aprecie. Para devolver a este al nivel fijo establecido, hay que expandir la oferta monetaria, de modo que la expansión fiscal original tiene plena eficacia con el complemento de la expansión monetaria posterior. Gráficamente, ello supone que la curva LM se desplaza hacia la derecha, volviendo los tipos de interés al nivel i0 y subiendo la producción hasta Y2.





Por lo tanto, el hecho de la mayor intervención de los gobiernos durante esta etapa y la utilización de políticas fiscales expansivas estaban justificados por el régimen de tipos de cambio fijos imperantes. Cuando veamos qué sucedió en la etapa posterior, nos daremos cuenta de que esa misma estrategia no era válida en el contexto de un régimen de tipos de cambio variables como el que imperó a partir de 1972.

Lo cierto es que las políticas aplicadas a partir de 1945 implicaban un estímulo continuo a la demanda agregada. Ello ayudó a lograr elevadas tasas de crecimiento en un contexto económico favorable. Sin embargo, cuando ese contexto cambió, el paradigma se vino abajo. En la próxima entrada, veremos cuáles fueron los cambios que provocaron que hubiera que cambiar de paradigma.

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