ANÁLISIS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO 2015




Hemos realizado un largo repaso a las teorías y realidades sobre la acción de los gobiernos y su plasmación financiera en gastos e ingresos. A continuación, hemos analizado la reforma fiscal que ha entrado en vigor en nuestro país en 2015 y hemos visto cómo la misma no significaba grandes cambios respecto a la situación existente previamente y que la mayoría de los problemas que afectaban a nuestro sistema tributario seguían estando presentes sin que la nueva normativa acabara con ellos. Ahora, toca revisar los Presupuestos Generales del Estado para este año y, en función de lo que llevamos visto, pocas expectativas pueden existir de que los mismos vayan a suponer un cambio radical que sirva para preparar las estructuras y las políticas de las administraciones públicas de nuestro país a la nueva situación surgida de la actual crisis económica. Vamos a ver la relación de la realidad con esas expectativas previas.



Las cifras fundamentales de dichos presupuestos, que se resumieron en la presentación que hizo el Gobierno el 26 de septiembre de 2014 (http://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/Documents/Presupuestos%202015Hacienda.pdf), se pueden resumir en los siguientes aspectos:

1.- Se establece la previsión de que el déficit público caerá desde un nivel del 5,5% del PIB en 2014 al 1,1% en 2017.



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Durante ese período, debería desaparecer el déficit de la Seguridad Social (que pasaría de un 1% del PIB a estar en equilibrio) y de las Comunidades Autónomas (que experimentarían la misma evolución) y debería reducirse el déficit de la Administración Central del 3,5% del PIB al 1,1%.

2.- Muy interesante es el siguiente cuadro, donde se reflejan las previsiones de ingresos para 2015:




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Según el mismo, los ingresos tributarios aumentarán a 186.111 millones de euros desde una cifra de 176.627 millones de euros en 2014. Como ya dijimos en la entrada anterior (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2015/03/analisis-de-la-reforma-fiscal-espanola.html), la reforma del IRPF iba a representar una ligera rebaja fiscal y, en este cuadro, se cuantifica dicha rebaja en 458 millones de euros que es lo que va de una recaudación por este impuesto de 73.415 millones a una previsión de 72.957 millones de euros para 2015.

Si esto ocurre en el IRPF, ¿cómo se consigue la subida de ingresos tributarios que los PGE prevén? Básicamente, por una subida de la recaudación del Impuesto de Sociedades (IS) de 19.589 millones de euros a 23.577 millones de euros y del IVA de 56.216 millones de euros a 60.260 millones de euros. En función de que se ha aprobado una reducción del tipo de gravamen del IS y no hay cambios sustanciales en el IVA, este incremento deriva de las previsiones de crecimiento del PIB para este ejercicio, de modo que el cumplimiento de estos objetivos va a depender totalmente de que dichas previsiones de crecimiento se cumplan.

Atendiendo a dichas previsiones, en el informe económico y financiero que acompañó al Proyecto de Presupuestos (http://www.sepg.pap.minhap.gob.es/Presup/PGE2015Proyecto/MaestroDocumentos/PGE-ROM/doc/3/1/N_15_A_A_1_1.PDF), preveía las siguientes hipótesis de partida:



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Fuente: Informe económico y financiero anexo al Proyecto de PGE

A partir de dichas hipótesis, las cifras de crecimiento estimadas han sido las siguientes:





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Fuente: Informe económico y financiero anexo al Proyecto de PGE

La realidad es que, en relación a las hipótesis de partida, los parámetros que se están produciendo efectivamente coadyuvan a tasas de crecimiento superiores a las que figuran en el escenario macroeconómico expuesto:

- Por un lado, frente a una previsión de tipo de cambio en torno a 1,300 dólares por euro, a 23 de marzo de 2015 dicho tipo de cambio está en torno a 1,095 dólares por euro. Esto significa una depreciación de la moneda europea que ayudará a las exportaciones y perjudicará a las importaciones, generando un efecto expansivo en el PIB.

- Por otro lado, el precio del petróleo Brent a 23-3-2015 es de 55,89 dólares por barril frente a la hipótesis de un precio superior a los 100 dólares que se preveía en el conjunto de hipótesis de partida. Evidentemente, ello también ayuda a un mayor crecimiento del previsto.

- En relación a los tipos de interés, el Euribor a 3 meses cerró el 20-3-2015 al 0,021% frente al 0,2% previsto y el rendimiento de la deuda pública a 10 años es del 1,19% frente al 2,6% tomado como hipótesis. Ello supone mejores condiciones de financiación y un claro alivio del déficit público, lo cual también ayudaría a cumplir los objetivos previstos en el PGE 2015.

Por tanto, de la comparación de las circunstancias actuales con el escenario de previsiones económicas que ha servido de base a la elaboración de los presupuestos se deduce que el objetivo de aumento de recaudación puede ser viable. Ahora, veremos qué pasa del lado de los gastos.

3.- Desde el punto de vista de los gastos, estos son los objetivos fijados por los PGE 2015:




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Analizando las variaciones de las partidas que aparecen en este cuadro, se obtiene un panorama claro de la filosofía que guía a estos Presupuestos:

1.- En relación a la reducción del límite de gasto no financiero (es decir, el gasto total sin tener en cuenta las devoluciones de deuda), pasa de 133.259 millones de euros a 129.060 millones de euros (una caída del 3,2%). Para explicar este comportamiento, hay que ver el comportamiento de los principales epígrafes que lo integran.

2.- Por un lado, está la disminución de la partida de intereses, que pasa de 36.590 millones de euros a 35.490 millones de euros, una disminución del 3%, que viene ayudada por la política monetaria del Banco Central Europeo.

3.- Por otro lado, la disminución de la aportación del Estado a la Seguridad Social y de las transferencias al Servicio Público de Empleo Estatal, que pasan de 31.752 millones de euros a 27.970 millones de euros (una caída del 14,8%). Es evidente que la caída de este epígrafe se basa en las previsiones de recuperación económica, con la mejora en el empleo y la reducción subsiguiente de los subsidios de paro.

4.- Finalmente, el gasto disponible para los ministerios pasa de 34.584 millones de euros a 34.526 millones de euros, unas cifras similares que suponen una reducción del 0,2%.

Es decir, la reducción del gasto se basa en unos menores pagos por intereses gracias a la mejora de las condiciones de financiación posibilitadas por las medidas del BCE y a la reducción del gasto por desempleo en función de la mejora prevista de la coyuntura económica. El resto de partidas se mantiene, aproximadamente, al mismo nivel que el ejercicio pasado.

Es decir, estos presupuestos representan una continuidad absoluta en relación a los presupuestos de años anteriores y, en consecuencia, no cabe esperar grandes efectos de las medidas que incorporan. Como ya vimos en las últimas entregas de la serie del sector público, ello es una tendencia que se consolida preocupantemente en la mayoría de los países desarrollados, de modo que los gobiernos y los estados se convierten en un evidente factor retardatario de los cambios necesarios para salir de la actual coyuntura de crisis. El caso español no es una excepción. Ya vimos cómo la reforma fiscal no significaba un cambio en profundidad de nuestro sistema tributario sino un mero retoque basado en una pequeña reducción de impuestos que se ha aprobado aprovechando la ligera reactivación económica basada en la mejora de las condiciones de financiación propiciada por la política monetaria del BCE. De modo paralelo, desde el punto de vista del gasto público se sigue manteniendo una inercia que conduce a no efectuar ninguna redistribución en las partidas, a no fijar prioridades ni a plantear una reflexión sobre cuál debe ser el nuevo papel dentro del sector público en unos sistemas económicos que se han transformado profundamente.

En definitiva, este largo viaje que hemos hecho sobre la evolución y situación presente del sector público de los países occidentales concluye con la negativa constatación de que, frente al dinamismo y el papel catalizador de otras épocas, actualmente estamos viviendo en relación al mismo una situación de parálisis que se convierte en uno de los factores explicativos (aunque no el más importante y decisivo) de la actual situación de impasse en la que no parece haber una salida clara y bien definida de la crisis que nos afecta desde el año 2007.


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