BALANCE DE CUATRO AÑOS DE LEGISLATURA (II)



En el anterior post, nos centramos en el lado real de la economía y, en esta segunda parte, debemos hablar del lado financiero, en la medida en que el saneamiento de las entidades de crédito ha sido un elemento importante (y polémico) en estos cuatro años de gobierno del PP.

Vamos a empezar el análisis por el final, mostrando cuál ha sido el comportamiento del crédito concedido por el sistema en el período 2011-2015. En este gráfico, extraído del Boletín Económico del Banco de España de este mes de noviembre, se aprecian claramente las tendencias:



Fuente: Banco de España



Podemos ver, en el gráfico de la izquierda, cómo el crédito al sector privado (tanto a sociedades no financieras como a las economías domésticas) no ha dejado de presentar tasas negativas de variación desde el año 2011. Sólo el crédito a las administraciones públicas ha presentado tasas positivas de variación, circunstancia asociada al mantenimiento de un elevado déficit público durante el período, tal como vimos en el anterior post. Es cierto que, desde 2013, la tasa de crecimiento del crédito al sector público se ha reducido y la tasa de disminución del crédito al sector privado empezó a dar igualmente la vuelta pero, a la altura de agosto de 2015, el crédito total se halla estancado, lo cual desmiente, en gran medida, el mensaje que transmiten muchas voces interesadas en vender una imagen idílica de nuestra situación que afirman que el crédito ha regresado a nuestra economía. Por tanto, si el objetivo de las reformas y rescates efectuados a nuestro sistema financiero (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/02/allegro-ma-non-troppo.html, http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/05/y-cuando-desperto-el-problema-del.html, http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/06/el-largo-demasiado-largo-viaje-de-la.html) era reactivar el crédito, el mismo ha sido, desde ese punto de vista, un completo fracaso.

Es interesante mencionar, en este punto, cómo, en el Reino Unido y Estados Unidos, acometieron inmediatamente la resolución de los problemas que afectaban a sus sistemas financieros y ello redundó en que recuperaron el crecimiento económico antes que en España y con tasas más vigorosas como se observa claramente en el siguiente gráfico:



Fuente: Elaboración propia a partir de datos de EUROSTAT y BUREAU OF ECONOMIC ANALYSIS


Posiblemente, esta divergencia de actitud frente a los problemas del sistema financiero radica en que en Estados Unidos y Reino Unido tuvo su origen la Depresión de 1929 (la cual guarda grandes similitudes con la situación económica que estamos viviendo actualmente) y, en ella, el encadenamiento de quiebras bancarias tuvo gran culpa en la gravedad y virulencia de la crisis. Por ello, a la luz de dicha experiencia, decidieron acometer inmediatamente los problemas que afectaban a sus entidades de crédito. En España, el proceso fue lento y tortuoso y, a día de hoy, está lejos de haber llegado a su fin.

El pasado 26 de noviembre, se publicaron los datos corregidos de solvencia de la banca europea (corregidos porque la Autoridad Bancaria Europea se equivocó en los primeros cálculos publicados para la banca española en el día anterior - http://www.elconfidencial.com/empresas/2015-11-25/la-eba-deja-senalada-a-la-banca-espanola-pese-a-rectificar-y-subir-su-capital_1106775/ -, lo cual nos muestra que en Bruselas tampoco funcionan las cosas todo lo bien que sería deseable) y muestran cómo, en conjunto, las entidades de nuestro país ocupan los últimos puestos del ranking.




Fuente: El Economista.

Si observamos la ratio de la derecha, que muestra el CET1 o “capital mínimo de calidad”, integrado por las acciones ordinarias y los resultados acumulados, es para España el 12,2%, lo cual supone figurar en el puesto 16º, sólo por encima del Reino Unido, Portugal, Italia, Malta, Austria o Letonia.

A la izquierda, la ratio denominada “fully loaded” representa qué nivel presentaría la ratio CET1 teniendo en cuenta los requerimientos que se exigirán en 2019. Para España, el nivel alcanzado es del 10%, sólo por encima de Portugal y al mismo nivel que Irlanda.

Asociada a este hecho, está la aún elevada tasa de morosidad que sufren nuestras entidades financieras. El pasado 19 de noviembre, se publicaron los últimos datos en relación a esta variable, que corresponden a septiembre de 2015:




 Fuente: El Economista


En el mes indicado, la tasa de morosidad era todavía del 10,7%, por encima de la que existía en 2012 y muy lejos del 0,83% que alcanzó esta magnitud en 2007, último ejercicio anterior al estallido de la crisis económica.

Siendo elevada esta cifra, resulta relativamente preocupante por dos circunstancias añadidas:

- La primera, la presencia, que aún perdura, de un importante nivel de activos irregulares, sobre todo provenientes del sector inmobiliario, que bloquean la posibilidad de concesión de un mayor número de operaciones crediticias. Por ejemplo, en una noticia de Vozpopuli de 31 de enero de 2015, se indicaba que Caixabank necesitaría seis años más para digerir sus 20.000 millones de ladrillo tóxico que aún seguía en sus balances (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/56733-caixabank-necesitara-6-anos-mas-para-digerir-sus-20-000-millones-de-ladrillo-toxico).

- La segunda, la existencia de operaciones hipotéticamente solventes pero que esconden futuras operaciones en mora. Ha habido una táctica habitual en la banca española en los últimos años consistente en refinanciar constantemente préstamos y créditos concedidos a empresas en problemas para no aflorar morosidad adicional. Además, hay que sumar el caso de operaciones otorgadas a empresas aparentemente sólidas pero que, en realidad, tenían una estructura económica-financiera inviable, sólo sostenida con carácter efímero por la época de bajos tipos de interés que estamos viviendo. El ejemplo reciente de Abengoa (http://www.elconfidencial.com/mercados/2015-11-28/los-seguros-de-impago-descuentan-que-los-bancos-solo-van-a-recuperar-el-13-en-abengoa_1108504/) es una buena muestra de ello.

El insuficiente nivel de capitalización de la banca y la elevada tasa de morosidad impiden la recuperación del sector privado y ello hay que relacionarlo con el elevado déficit público (que succiona buena parte de los recursos disponibles de la banca), el erróneo rescate aplicado a nuestro sistema financiero en el año 2012 (que no ha resuelto los problemas de fondo del mismo), la equivocada política de la SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), más preocupada en liquidar activos apresuradamente que en conseguir una normalización a medio plazo del mercado inmobiliario, y la insuficiencia de las políticas de recuperación económica llevadas a cabo por el gobierno. Dicha insuficiencia ha redundado en la continuación del deterioro de la situación de muchos agentes económicos y, en consecuencia, la imposibilidad de reducir de modo más acelerado la tasa de morosidad bancaria.

Más grave que todo ello es que no se han introducido las mejoras normativas adecuadas para impedir una burbuja inmobiliario-financiera como se produjo en España antes del año 2007. Todo el proceso urbanístico continúa del mismo modo en el que funcionaba antes de la crisis y no se han implantado reformas en la normativa bancaria que impidan muchos de los vicios y prácticas que condujeron a la hiperfinanciación del sector inmobiliario y al alza incontrolada de precios de pisos y viviendas (peso desproporcionado de las garantías inmobiliarias en la concesión de operaciones, ausencia de limitaciones en la externalización de operaciones fuera de balance, ausencia de agentes financieros alternativos a la banca, dificultades crónicas de las PYMEs en el acceso al crédito bancario…).

Todo ello está relacionado con una política financiera equivocada, más preocupada no sólo en mantener el statu quo sino en reforzarlo, ante la creciente concentración existente en el sector, que va a suponer un grave perjuicio para los usuarios de servicios bancarios, en optar por un saneamiento lento, lo cual obliga a la economía española y a los sectores más débiles de la misma a sufrir una larga agonía antes de percibir los primeros indicios de mejora de su situación,  y en evitar o demorar todo lo posible la asunción de responsabilidades por parte de muchos directivos bancarios que cometieron decisiones erróneas antes y, también, después del inicio de la crisis, cuando intentaron enmascarar la situación de muchas entidades recurriendo a operaciones de financiación en los mercados que provocaron la pérdida de los ahorros de muchos inversores.

En el próximo post, finalizaremos el análisis que estamos realizando, realizando una valoración global de la situación actual, exponiendo los retos a los que se enfrenta el próximo gobierno que salga de las urnas y mostrando qué alternativas existen para mejorar la actual coyuntura económica.

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